Los nuevos poderes diplomáticos de Correa le pisan las mangueras a la vice

Mientras el presidente Iván Duque estaba ayer en Estados Unidos de gira buscando inversión extranjera, Marta Lucía Ramírez, canciller y vicepresidenta, estaba en Bogotá, en el lanzamiento de una política para proyectos viales. 

Al lado del presidente, en Washington y Nueva York, estuvieron, en cambio, la jefe de gabinete, María Paula Correa, el minAmbiente, Carlos Correa, y el empresario y mentor del presidente, Luigi Echeverri, en la intensa “agenda verde” de proyectos de transición energética que busca el presidente en el exterior.

Este alejamiento extraño de la canciller de sus funciones en la agenda internacional de Duque muestra cómo aterrizó esta semana en forma la reestructuración interna de la Casa de Nariño de inicios de mes. Una que le creó, vía decreto, nuevos superpoderes en la cartera diplomática a la jefe de gabinete, Correa, la funcionaria más poderosa dentro del gobierno de Iván Duque.

A esto se suma una reforma interna anterior, de julio, en la que se ordenó que, por razones de seguridad, Ramírez y Duque no estén juntos en los mismos eventos. Algo que en la práctica excluirá a la canciller de gran parte de la intensa agenda internacional del presidente en el último tramo de su mandato.

Usualmente en las giras internacionales, el presidente de turno asiste con su canciller en una agenda que ese ministerio planea con antelación. Pero desde la llegada de Ramírez a la Cancillería –luego de decidir quedarse en el Gobierno en pleno Paro y descartar una aspiración presidencial– esa situación es una excepción y no la regla.

Desde hace varias semanas, dentro del primer círculo de la canciller Ramírez con el que habló La Silla para esta historia (entre esos dos políticos y un asesor externo de la funcionaria) señalan que estas situaciones le quitan margen de maniobra a Ramírez.

“Siente que dejó de lado su sueño de ser presidenta por quedarse al lado de Duque y le pagaron mal”, nos dijo una de las fuentes, que hablaron a condición de no ser identificadas. Otra, en el mismo tono, señaló: “hay cosas que le molestan”, en referencia a la política interna expedida desde la Casa de Nariño.

Esta molestia la desmienten en Palacio. “Todo es coordinado con la Cancillería”, nos dijo Víctor Muñoz, director administrativo de presidencia y la otra mano derecha de Duque.

No serían las primeras grietas entre Duque y Ramírez, que fueron evidentes en 2020 tras escándalos y salidas en falso de la funcionaria. Ahora en su doble condición en el gabinete de Duque, de canciller y vicepresidenta, la distancia no ha mermado.

Los roces

Las versiones de una pisada de mangueras entre la Casa de Nariño y el Palacio de San Carlos, sede de la Cancillería, vienen rondando la arena de la alta política desde hace varios meses. La prueba más contundente de esos roces ocurrió en pleno paro nacional.

La anterior ministra Claudia Blum se fue del cargo molesta, —y entregándole su cabeza al paro— porque su vicecanciller, Adriana Mejía, estaba actuando sin su autorización en temas públicos y delicados desde hace tiempo, con la mirada pasiva de la presidencia Duque y el apoyo de la jefe de gabinete Correa, como revelamos.

Ramírez llegó al cargo dejando de lado la intención que tenía de renunciar a la Vicepresidencia para lanzar su aspiración presidencial. Y Duque le propuso el cargo por encima de otra fuerte y poderosa candidata, su jefe de gabinete Correa.

De acuerdo a lo que supo La Silla por seis fuentes —un diplomático que para ese momento trabajaba con Duque, un exministro que se mueve en círculos diplomáticos, dos fuentes dentro de la vicepresidencia y dos personas que dicen saberlo de primera mano—, el nombramiento de Ramírez ocasionó una fuerte reacción de Correa, quien aspiraba a ser la Canciller.

Correa, de 39 años, ya había tenido experiencia diplomática como cónsul en Nueva York de Álvaro Uribe y funcionaria del centro de pensamiento Concordia de Estados Unidos. Además, desde su llegada a la Casa de Nariño ha coordinado la Gerencia de Frontera, en cabeza hoy de Lucas Gómez.

Correa también participa en paneles de alto nivel con el gobierno norteamericano, como la llamada en febrero con Jake Sullivan, asesor de defensa y seguridad de Biden en febrero y el minDefensa Diego Molano. Y, actualmente lidera la diplomacia verde con el ministro de Ambiente, Carlos Correa (no están emparentados), para la cumbre COP26 de este mes en Glasgow, Escocia.

Una versión, que La Silla no pudo confirmar de forma independiente, apunta a que Correa hasta dejó a disposición de Duque su cargo como jefe de gabinete tras su decisión de dejar a Ramírez en la Cancillería. Correa negó esa versión. “Para nada. Seré la jefe de gabinete del presidente hasta que él lo decida”, afirmó.

La distancia entre las dos funcionarias fue clara desde que la vicepresidenta llegó a la Cancillería. En mayo Ramírez le pidió a Duque “margen de maniobra” en ese ministerio para tener libertad de reasignar cargos y trabajar con su propio equipo.

“Adriana (Mejía) era una protegida del presidente y María Paula Correa, y la vice pidió su cabeza. Eso no habría gustado en Palacio”, nos dijo un asesor de la vicepresidenta que supo de primera mano esas movidas internas.

Al final, Duque sacó a Mejía de la vicecancillería y la puso como embajadora ante la Ocde; mientras que Ramírez trajo a asesores suyos de vieja data, como Jorge Camargo en la secretaría privada y Daniel Paris, como asesor en temas con el Congreso. En la vicecancillería aún no hay designación en propiedad.

No obstante, poco tiempo después volvieron las molestias de lado de aliados y amigos de la vice y canciller por las normativas de Palacio que le pegan directamente a las labores de Ramírez en relaciones exteriores.

Las ampollas

Los tres decretos de reestructuración de la Casa de Nariño expedidos a inicios de mes dejaron por escrito los superpoderes de Correa en materia política y diplomática. Dentro de las 32 funciones que la jefe de gabinete tiene, una de las nuevas normas deja explícitas cinco tareas nuevas directamente vinculadas con las relaciones exteriores.

Nuevas responsabilidades justo en el último año de Gobierno de Duque, cuando la agenda internacional del presidente se vuelve especialmente intensa. Solo desde agosto, el presidente ha salido tres veces del país, a España, Corea del Sur y Estados Unidos. La próxima semana está prevista otra agenda en Washington y a finales de octubre Duque estará en la cumbre mundial del clima en Escocia.

Con un presidente trotamundos, ahora Correa es la encargada de adelantar gestiones para obtener recursos de cooperación internacional (con la Agencia de Cooperación de Presidencia) hasta “representar al Gobierno en foros, audiencias y demás escenarios en el ámbito internacional”, si Duque así lo considera, según dice el decreto.

Correa también asesora al presidente, con la Cancillería, temas de relaciones internacionales y hace seguimiento a las agendas bilaterales y multilaterales del presidente. Tareas que se unen a las que ya tenía desde 2019 para manejar la gerencia de frontera (ahora oficina de atención al migrante) y la agenda de diplomacia ambiental con el minAmbiente.

Los decretos de estructuración, además de ampliar el ámbito de poder de Correa, señalan un reenfoque de la forma en que Duque quiere gestionar los 10 meses que le quedan en Casa de Nariño. Aún más que antes, privilegia la palabra, consejos y funciones a su más cercano círculo de asesores de Casa de Nariño, como Correa y Muñoz, más que la de sus ministros y gabinete más amplio, donde está Ramírez.

“El poder del secretario general termina siendo informal”, opinó Luis Guillermo Vélez, último secretario general de la Presidencia de Juan Manuel Santos, que ahora es la jefatura de gabinete de Duque. “Es poderoso porque está a cuatro metros del presidente. Puedes escribir el decreto que quieras, pero tu poder recae en que cuando llamas a la puerta del despacho, entras y el presidente está ahí”.

Las razones de los decretos, según le dijo Correa a La Silla, tienen que ver con tareas que “realmente no son nuevas”. “Desde el primer día de Gobierno”, dice, viene coordinando la agenda internacional de su jefe.

“En cuanto a la representación también es algo que no es nuevo, por ponerte un ejemplo los viajes que se realizaron para la candidatura de CAF”, explicó la jefe de gabinete, en referencia al lobby internacional de la Presidencia para que Sergio Díazgranados fuera designado como cabeza de ese organismo multilateral. “Todo en coordinación con Cancillería”.

Pero esas funciones sí levantan ampolla dentro del primer círculo de la vicepresidenta y canciller Ramírez, además de generar críticas en círculos diplomáticos, según pudo establecer La Silla con tres fuentes que tienen acceso a ese cerrado y discreto mundo.

“A Correa se le están delegando temas que son de la agenda urgente, como lo climático y ambiental”, apuntó un asesor externo de la vice, quien pidió no ser mencionado porque no es su vocero. “Ella ha expresado su frustración”. “Pareciera una usurpación de funciones”, nos dijo a su turno un exalto funcionario diplomático que ha hablado con la ministra Ramírez.

Paralelamente a esa situaciones, Ramírez ha buscado el respaldo de sus antecesores. Fue pública la reunión que citó en agosto con los exministros María Emma Mejía, Noemí Sanín, María Consuelo Araújo, Fernando Araújo y Jorge Bermúdez. No asistió María Ángela Holguín, excanciller de los gobiernos de Santos. La razón, entre otras, fue rodearla.

“Logró muy rápidamente retomar el liderazgo del Ministerio de Relaciones Exteriores para posicionar una agenda de cooperación y multilateralismo”, dijo la excanciller Araújo. “Considero indispensable recuperar la interlocución con la Cancillería, honrando la tradición de unirnos en torno a la política exterior como política de Estado”, agregó.

Otra norma anterior también deja entrever molestias. Se trata de la expedida por Palacio el 27 de julio y ordena que “el Vicepresidente de la República no podrá salir del país cuando el Presidente de la República se encuentre fuera del territorio nacional”. Y solo podrá hacerlo “salvo que éste (el presidente), por razones excepcionales de necesidad, lo autorice expresamente”.

En el Estado colombiano está previsto desde hace décadas que ambos funcionarios no viajen juntos. De hecho, cada uno tiene su avión y solo hasta ahora existe una norma que hace explícita la separación en temas de seguridad de esa manera.

Las razones que Palacio da para el decreto son de seguridad. “Estamos cumpliendo estándares internacionales”, nos dijo Muñoz. “Usted nunca ve al presidente y al vicepresidente de un país en un mismo evento o en un mismo avión”.

Esa norma salió dos meses después de que Ramírez llegara a la Cancillería y un mes después del atentado contra el helicóptero donde iba Duque en Norte de Santander. Y de inmediato molestó a quienes le hablan al oído a Ramírez, en su círculo de trabajo y hasta en círculos diplomáticos.

“Colombia es el único país del mundo en el que, por decreto, se le prohíbe a la canciller asistir a las reuniones y a los viajes internacionales con presidente”, dijo el expresidente Andrés Pastrana, uno de los aliados políticos de Ramírez y quien señaló directamente a Correa y Muñoz como autores de la idea.

“Nos tomó por sorpresa”, nos dijo a su turno una persona que trabaja a diario con Ramírez. “Ese decreto es una estupidez”, nos dijo un exalto funcionario de Duque.

Por esa orden, Duque y Ramírez solo han estado en el mismo país desde entonces en dos ocasiones: en la Asamblea de la ONU en Nueva York hace dos semanas (donde tuvieron agendas separadas) y en España una semana antes.

Esta tensión estará ahora latente en cada nuevo evento internacional del presidente. Como el COP26 de finales de octubre, que se ha convertido en una cita clave para la nueva agenda del presidente en temas internacionales en el que busca posicionarse como líder regional en temas ambientales. Duque estará acompañado por su ministro Correa, el viceministro Nicolás Galarza y, posiblemente, su jefe de gabinete. La participación de Ramírez, la canciller, aún no se ha aprobado. 

Soy la editora de la sección En Vivo, coordinadora de podcast de La Silla Vacía y dirijo los Huevos Revueltos con Política. Soy periodista de la Santo Tomás y tengo una maestría en ciencias políticas y relaciones internacionales de la Universidad del Rosario. Fui reportera política en El Nuevo...