Sin un Ministro de Vivienda de su cuerda, Vargas sí pone en riesgo uno de sus grandes activos de campaña.
Con la renuncia hoy del charista Jaime Pumarejo al Ministerio de Vivienda, Cambio Radical pierde su cargo más visible en el Gobierno. Y aunque todavía falta ver si salen sus otras fichas, quedarse sin la cabeza de Vivienda se suma al enredo en el que anda el sector transporte, con lo que deja las banderas de la imagen ejecutora de Germán Vargas Lleras y, a cinco meses de las elecciones, lo deja dependiendo más de su posición frente a la paz.
Pumarejo presentó esta mañana su renuncia protocolaria y el presidente Juan Manuel Santos se la aceptó, cosa que no hizo con el ministro de Ambiente, Luis Gilberto Murillo, quien, como contamos esta mañana, llegó como ficha de Cambio pero ha dicho que se ha alejado de ese partido (aunque impulsó la candidatura de Luis Alfonso Escobar, ex gerente del Plan Pazcífico, para la lista al Senado de Cambio).
Esa salida no solo refrenda el anunciado portazo del ex vicepresidente a la política de paz de Santos sino que le da gasolina a esa movida para diferenciarse, que a la portada de la Revista Semana más reciente le suma titulares hoy como “Ministro de Vivienda renuncia por crisis con Cambio Radical“, en El Colombiano, o “Presidencia anunció que Cambio Radical se va del Gobierno con renuncia del ministro Pumarejo” en El Heraldo.
En esa medida le ayuda a la estrategia de Vargas. Más si no pierde del todo su entrada al Gobierno, porque sigue teniendo cuotas: además de Murillo está la directora del Icbf, Karen Abudinen, charista como Pumarejo y quien tiene también el apoyo de la Primera Dama; el superindustria, Pablo Felipe Robledo, quien seguramente seguirá en su cargo porque ha tenido una buena gestión y para entrar a la Ocde es importante que los superintendentes no estén sujetos al vaivén político; y las cabezas de Bancoldex, la Agencia de Seguridad Vial y la red Postal 472.
Sin embargo, sin Pumarejo (o un reemplazo de su cuerda), Vargas sí pone en riesgo uno de sus grandes activos: los pilares de su imagen de ejecutor.
La casa en el aire
El primer eje de esa imagen fue la política de vivienda, a la que le apostó desde 2012, cuando prefirió dejar de ser Ministro de Interior para manejarla desde la cartera de Vivienda, después de sacar adelante una Ley que le daba superpoderes (como poder contratar las obras de las casas sin licitación) y aseguraba que pudiera encabezar la entrega de 100 mil viviendas gratis, muy jugosa electoralmente.
En los dos años siguientes, Vargas literalmente se puso el casco de constructor, eligió en un concurso a Fidubogotá para manejar la plata, asistió a decenas de inicios de obras y entregó decenas de miles de casas antes de convertirse en fórmula vicepresidencial de Santos en 2014.
Y luego, elegido como vicepresidente, Santos le delegó de nuevo la política de vivienda (Vargas puso a su alfil y viceministro Luis Felipe Henao en ese cargo, y a la salida de éste Santos le nombró reemplazos de su entraña, primero Elsa Noguera y hace tres meses Jaime Pumarejo), con lo que siguió entregando casas, popularizó el gesto de las dos manos unidas encima de la cabeza para celebrarlo y ganó una enorme popularidad.
Aunque el programa terminó y la abultada chequera que tenía ese sector se empezó a adelgazar desde 2015, Vargas siguió siendo la cara del sector, peleando por él (como su rifirrafe con Mauricio Cárdenas en la reforma tributaria de hace un año) y recorriendo el país para entregar viviendas.
De hecho, La Silla supo que en el Ministerio de Vivienda estaban planeando giras del nuevo Ministro por las viviendas que entregó Vargas para mantener vivo su legado durante los meses de campaña, y también para revisar en qué van esos proyectos y cómo solucionar problemas de convivencia que han surgido.
Y es que si bien los beneficiados por esas 100 mil viviendas pueden mantener su agradecimiento, que una ficha de Cambio Radical siga entregando subsidios y recorriendo el país puede ayudar a la campaña de ese partido y de Vargas.
Sobre todo porque la reducción en la actividad constructora (que en 2016 creció el 3,5 por ciento frente a 3,9 en 2015, y este año se contrajo en 0,6 por ciento el primer semestre) ya tiene a los constructores en problemas y el apretón fiscal no ha permitido entregar tantos subsidios.
Por eso, no tener el Ministerio en manos de Cambio hace más difícil que Vargas mantenga viva la imagen del hombre del casco y las casas, e incluso que un posible sucesor rival pueda poner el espejo retrovisor para golpearlo en su política bandera, si hay problemas.
Sobre todo porque tampoco está fácil que siga con el casco de las carreteras.
El camino culebrero
Aunque Vargas llegó más tarde a liderar la infraestructura de transporte, en 2014 como Vicepresidente, se la jugó a fondo por ella.
Aprovechó que la reforma al Estado de Santos de 2011 había transformado el enredado Inco en la Agencia Nacional de Infraestructura y que ésta había estructurado el programa de concesiones viales de cuarta generación (carreteras 4G), para reforzar su imagen de ejecutor.
Con su poder político y la realidad de un país con una infraestructura muy atrasada, se movió para hacer todavía más vías con el Invías, para impulsar megaobras como la navegabilidad del río Magdalena y para mejorar decenas de aeropuertos en todo el país.
Además, logró que el Plan Nacional de Desarrollo le diera fuerza a la figura de los proyectos Estratégicos de Interés Nacional (Pines), entre los que enmarcó sus megaobras viales (y que empezó a manejar la Vicepresidencia, aunque fueran de otros sectores). Gracias al Plan podrían sacar una solca la licencia ambiental y no varias; tener siempre la primera opción para comprar los terrenos que necesitaban; o crear servidumbres más rápido para hacer esas obras
Cuando Vargas se posesionó en 2014 ya la ANI había empezado a entregar las primeras concesiones de 4G, y con su llegada el entonces vicepresidente empezó a hacer giras por el país para firmar contratos. Lo mismo ocurrió en 2015 con “Vías para la Equidad” y por eso Vargas empezó a recorrer el país para firmar también actas de inicios de obra
Pero ese impulso también lo fue perdiendo.
Primero, en febrero de 2016 la Corte Constitucional le quitó los nuevos dientes a los Pines. Luego, en abril el Ministerio de Transporte pasó de Cambio Radical, en cabeza de Natalia Abello, a La U con Jorge Eduardo Rojas. Y el mes siguiente por primera vez quedó desierta una licitación para una 4G, la doble calzada entre Pamplona y Cúcuta, con lo que empezaron las dudas sobre ese programa bandera.
A inicios de este año el escándalo de Odebrecht golpeó los cimientos de todo el sector, creó ruido entre los bancos que están buscando los concesionarios de 4G para financiarlos y embolató directamente el proyecto del Río Magdalena.
Y en las últimas semanas el director de la ANI, Luis Fernando Andrade, terminó imputado por el escándalo Odebrecht; Carlos Alberto Solarte, uno de los grandes jugadores de la ingeniería y de las 4G, también lo fue por la obra del Túnel Tunjuelo-Canoas que ganó en Bogotá en 2009 en consorcio con Odebrecht; y los cierres financieros de las 32 vías 4G se han frenado: en abril de 2016 8 lo tenían y para abril de este año eran solo 9., lo que ha llevado a preocupaciones en el sector.
Todo eso tiene la ejecución en carreteras demorada, y a Vargas lejos del sector al que le metió el hombro durante tres años. Y, sumado a las casas, hace que la campaña del ex vicepresidente pueda girar más fácil sobre el eje de su conocida mano dura y su distancia con el proceso con las Farc, que sobre el del hombre del casco que logra sus cometidos.