Éstos son los principales responsables de que el primero de mayo las Farc terminen de entregar las armas.
Según el Acuerdo Final, el primero de mayo las Farc ya deben terminar de entregar sus armas y el 31 de ese mes, ya deben salir de las zonas donde estarán concentrados mientras las entregan.
Éstos son los principales responsables de que ese cronograma se cumpla y que en el tiempo de aquí a allá se mantenga el cese al fuego.

El jefe máximo de las Farc es quien tiene la última palabra sobre qué deben hacer los bloques y frentes con las armas y cuándo dejarlas. Por eso de él más que nadie depende que se cumpla o no con el cronograma de desarme. Ayer, por ejemplo, puso en duda que todos los guerrilleros se concentren el 31 de enero, fecha en la que el Gobierno y las Farc se comprometieron luego de las demoras de la guerrilla para llegar, porque hay tres zonas veredales sin agua y otras en las que no hay nada instalado. Si no llegan todos a las zonas en una semana, se podría correr todavía más la entrega de armas. De ahí que cualquier orden de él sea definitiva para que sí se cumpla el cronograma.

Arnault es la cabeza de la Misión de la ONU en Colombia para apoyar el proceso de paz. Es el que responde porque su equipo verifique y vigile que las Farc entreguen todas las armas (no solo las de cada guerrillero, sino también las que tengan guardadas en caletas y que ya deberían estar destruidas la semana entrante). Es el que pone la cara ante el Consejo de Seguridad de la ONU, que es el que aprobó la misión hace un año, para rendir cuentas sobre los avances y las demoras de la Misión. Arnault dirige y coordina un equipo de 450 observadores internacionales -hasta ahora han llegado 350- (que no son cascos azules, sino militares no armados de países que están de la Celac) y 150 civiles que se reparten en las 26 zonas veredales.

El general argentino es el jefe de los observadores militares que tienen dos grandes funciones técnicas tanto para el desarme como para el cese al fuego. Según el esquema de la ONU debe haber cuatro observadores en cada una de las 26 zonas de concentración y él es el que coordina y vigila que ellos estén haciendo lo más clave: recibir las armas.
Como los militares a su cargo llevan años manejando armas, son los que van a recibirlas, hacer el registro de cuántas son y de qué tipo y tienen que encargarse de supervisar el montaje de las áreas de dejación. Esas áreas deben quedar dentro de la zona veredal y estar separadas del resto por unas rejas o cercas para que solo puedan entrar los de la ONU. Ahí estarán los containers (que son casi del tamaño de un carro) para guardarlas.
La logística para que haya camiones que puedan llevar y traer los containers, adecuar el área para ponerlos y supervisar que queden montadas antes del 2 de marzo, que es cuando las Farc debe entregar el primer 30 por ciento de las armas, cae en los hombros del general Pérez Aquino.
Fuera de eso, Aquino también es coordinador del componente internacional del Mecanismo de Monitoreo y Verificación (MM&V). A pesar de que ese mecanismo también lo integran miembros del Gobierno y de las Farc, es la ONU, que es la neutral, la que con sus representantes preside ese mecanismo. La tarea de ellos, además de resolver diferencias entre las partes y presentar reportes sobre qué pasa en cada zona y revisar cuando haya episodios que violan el cese al fuego como ya lo hicieron cuando murieron dos guerrilleros en el sur de Bolívar.

La segunda al mando de la Misión de la ONU fue nombrada hace apenas quince días como vicerepresentante especial de la Misión de la ONU. Ésta brasilera, que ya había trabajado en Colombia en el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), tiene una tarea más diplomática que logística, pero que igual es clave para mantener la confianza en el proceso de desarme. Es la que tiene que mantener informados a los embajadores de los países de la Celac sobre los avances en las zonas. También coordina a todo el equipo de civiles de la Misión, que son los que deben hablar con las comunidades en las zonas veredales para explicarles cómo van ser las etapas de la entrega de armas, por qué carreteras las van a sacar y que además resuelven temas de convivencia entre la población local y las Farc, y en general, para dar información en terreno sobre los avances en las zonas.

Como Alto Comisionado para la Paz, Jaramillo es el miembro del alto Gobierno con mayor perfil en el desarme. Aunque tiene varias funciones, hay una particularmente importante: es el encargado de recibir el listado que entreguen las Farc sobre cuántos hombres tiene la guerrilla. La encargada de verificar ese listado es la abogada Mónica Cifuentes, quien puede hacerle preguntas a diferentes instituciones, como por ejemplo a la Fiscalía para cruzar los datos.
La lista debe incluir no solo los guerrilleros, sino a los presos de las Farc y a los milicianos y puede pasar que metan gente que no milita o que vendan los cupos, la Oficina del Alto Comisionado a cargo de Jaramillo va ser la que revisa y contrasta esa información. Luego de todo ese proceso, le rebotan el listado revisado a las Farc y si no se logran poner de acuerdo, la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación de la Implementación del Acuerdo Final, Cesivi, en la que hay miembros del Gobierno, la ONU y las Farc, entraría a mediar.
Ese listado es clave no solo para arrancar a afiliarlos en la EPS (ya lo hicieron con 5540) o darles la comida suficiente en las zonas, sino precisamente para saber cuántas armas tienen porque cada guerrillero porta una.

El general Flórez es el jefe del Comando Estratégico de Transición de las Fuerzas Militares. Fue el que lideró la negociación con las Farc para hacer los protocolos de desarme y es el cerebro detrás de todo el despliegue del Ejército para que los guerrilleros primero pudieran moverse de sus regiones a las puntos de preagrupamiento y las zonas y ahora estén seguros para entregar las armas. Se encarga de coordinar toda la seguridad de las zonas veredales. Como lo mostramos , cada una de ellas tiene un anillo de seguridad de un kilómetro de ancho en el que no hay ni guerrilleros, ni soldados ni nadie armado. Pero luego de ese anillo hay un mecanismo de protección que está a cargo del Ejército.

El brigadier general Rojas estuvo en la mesa de la Habana en la que se definió cómo sería el cese bilateral y fue nombrado por el presidente Santos como una de las dos cabezas en el Mecanismo de Monitoreo y Verificación (MM&V).Tiene a su cargo 1500 hombres que se reparten en tres fuerzas de tarea conjunta: una para la región Norte, otra para el Oriente y otra para el Suroccidente y que están encargadas de brindar seguridad externa en las zonas para que no se meta ningún rival de las Farc a matarlos.

El general Pico es el comandante de la Unidad Especial para la Edificación de La Paz, Unipep y también hace parte del Mecanismo de Monitoreo y Verificación. Tiene a su cargo 2500 policías que se despliegan alrededor del anillo de seguridad de cada zona y se encargan, junto con el Ejército de garantizar la seguridad tanto de los miembros de las Farc, como del Gobierno y la ONU en cada zona.

Como gerente de las zonas veredales, Córdoba es el encargado de que esas áreas en las que las Farc van a entregar las armas sean habitables. Es decir, que haya agua, que les llegue la comida todas las semanas, que tengan baños portátiles, que las carpas de la ONU estén instaladas y en general, que cada zona funcione. Aunque de él no depende para nada la entrega de armas, si las zonas no están listas se puede demorar más la llegada de los guerrilleros como ya ocurrió.

Como Alto Consejero para las regiones, Correa es el enlace entre los alcaldes y gobernadores con el Gobierno y el Mecanismo de Monitoreo y Verificación. Por ejemplo, cuando el gobernador de Antioquia, Luis Pérez, se quejó porque según él había problemas de seguridad en las zonas y guerrilleros desertando, Correa se sentó con él y le pidió permiso al Mecanismo para que Pérez pudiera entrar a las zonas. Lo mismo si para llegar a un punto concentración la carretera está mala y un alcalde se queja. Él es el que resuelve esos problemas para que las autoridades locales sientan confianza sobre lo que pasa en su territorio.