La mala hora del secretario general, Mauricio Lizcano, no comenzó con el televisor de 27 millones de pesos y las cobijas de plumas de ganso que su entidad compró para la casa presidencial. El director del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), encargado de ese tipo de compras, ha recibido críticas no solo de la oposición uribista, sino de líderes de izquierda como los senadores Gustavo Bolívar y María José Pizarro.
Pero antes de esa polémica el director del Dapre ya estaba en un mal momento en el gobierno.
Lizcano, la mano derecha del presidente Gustavo Petro para temas administrativos, organizó la semana pasada la primera reunión estratégica del Gobierno con ministros, consejeros y otros funcionarios en la hacienda Hato Grande, pero la jornada terminó con un llamado de atención del presidente para él. La Silla confirmó con dos fuentes que estuvieron allí, y otras dos que lo supieron tras la reunión, que al final del día Petro dijo que la metodología planteada por Lizcano no se enfocó en puntos importantes de su plan de gobierno.
“Cuando Petro llegó en la tarde dijo que el tema no estaba hecho como él quería. Que Lizcano no tocó temas importantes como la potencia mundial de la vida, ni la importancia del medio ambiente y del mensaje del cambio. La reunión era sobre el legado que el presidente quiere, no sobre el que trató de exponer Lizcano”, dijo una de las fuentes directas, que pidió no ser citada para dar detalles de la reunión privada del gabinete.
El director del Dapre negó el regaño. “Nosotros organizamos un evento por instrucciones del presidente, junto al director de Planeación Jorge Iván González coordinamos el día del trabajo. Salió perfecto”.
El cruce de versiones es una evidencia de las tensiones internas de funcionarios del gobierno con Lizcano, un político tradicional de Caldas que fue ahijado de matrimonio de Álvaro Uribe, mano derecha de Germán Vargas Lleras y se ganó la confianza de Petro en unas semanas antes de ganar las elecciones, pero al que estos primeros meses le están pasando la cuenta de cobro del aterrizaje en un gobierno de izquierda.
La mala hora de Lizcano
La molestia de algunos sectores cercanos a Petro con Lizcano comenzó desde que se anunció como uno de los coordinadores del empalme antes de la posesión presidencial. El senador Bolívar, por ejemplo, se opuso a que Lizcano fuera nombrado en Planeación Nacional: “El presidente sabe que necesita en ese cargo a alguien de absoluta confianza”.
Lizcano también tuvo algunos choques dentro del propio empalme. Intentó que la consultora estadounidense McKinsey fuera protagonista en la sistematización de la información del empalme, pero el sector más cercano a Petro se opuso a entregarle a una multinacional la sistematización de la información para el gobierno de izquierda, y convencieron a Petro de no hacerle caso a Lizcano.
Después de que Petro nombró a Lizcano al frente del Dapre, las tensiones solo aumentaron. En su cargo, Lizcano es el encargado de firmar todos los nombramientos de ministros, viceministros y altos cargos del gobierno. Y muchos cuyos nombramientos se demoraron o se enredaron comenzaron a culparlo.
“Puso un peaje en el Dapre que tiene retrasados los nombramientos. Por eso se han demorado tanto los viceministerios”, dijo un político de uno de los partidos de gobierno molesto con la gestión de Lizcano.
Tres fuentes cercanas al Gobierno coincidieron en que Lizcano ha convocado a reuniones sobre el tema agrario y sobre la atención a las inundaciones en La Mojana presididas por él y no por el presidente Gustavo Petro ni por los funcionarios encargados de esos temas: la ministra de Agricultura, Cecilia López y el director de la Unidad de Gestión del Riesgo, Javier Pava.
Lizcano le dijo a La Silla que esas reuniones “se citan por delegación del presidente, cuando él delega. Casi todas las reuniones son en presencia del presidente”.
La Silla supo que a algunas de esas reuniones no han asistido los funcionarios citados, cuando la convocatoria la hace directamente Lizcano.
Contexto
Sobre el llamado de atención en Hato Grande, Lizcano defendió su organización. Pero tres de los asistentes con los que habló La Silla tuvieron una impresión distinta. “Lizcano iba por un camino y el presidente por otro”, dijo otra de las fuentes.
Petro también dijo en la reunión que no le gustaba el Dapre como una entidad que controla la mayoría del gasto de la presidencia, algo que ha dicho en otros escenarios públicos, y que su idea es que se elimine para crear una secretaría general.
“Fue el único comentario que hizo el presidente, de ahí es que se están pegando, es que el Dapre debe desaparecer. Y claramente va a desaparecer, en esa reestructuración estoy trabajando”, dijo Lizcano.
En ese primer encuentro de gobierno Lizcano también insistió con su idea del empalme y contrató a la consultora McKinsey por 125 millones de pesos para “la implementación de un taller de planeación estratégica para apoyar al equiò de gobierno para priorizar las principales metas del Legado del Programa de Gobierno del Presidente de la República”.
Lizcano confirmó que la reunión de Hato Grande “es parte del contrato de McKinsey”, pero que no implica únicamente el trabajo de ese día. El objetivo, agregó, es crear una unidad de gestión para hacer seguimiento a los indicadores del presidente. Es una unidad que estoy liderando yo, pero no soy el director, va a haber una directora”.
Pero más allá de esa comisión, que aún no ha sido anunciada por el presidente, la conclusión de la reunión del viernes fue que otros funcionarios liderarán los temas estratégicos. La Silla confirmó que se acordó ese día la creación de una comisión que se reunirá semanalmente, presidida por la vicepresidenta Francia Márquez, encargada de la planeación y la respuesta a las coyunturas, para unificar los mensajes desde el gobierno.
Esta es una tarea en la que hasta ahora había tenido un papel protagónico Lizcano, según le dijo a La Silla hace tres semanas en una entrevista en la Casa de Nariño, coordinando la respuesta a crisis como las invasiones de predios.
En la comisión también estarán el ministro del Interior, Alfonso Prada, el ministro de Educación, Alejandro Gaviria, los consejeros Luis Fernando Velasco, de regiones, y Germán Gómez, de Comunicaciones, y el estratega español Antoni Gutiérrez-Rubi. El Dapre, encabezado por Lizcano, también está “pero para hacer lo suyo, no para ser un súper ministerio”, dijo una de las fuentes que estuvo en Hato Grande.
Y en medio de esa mala hora del director del Dapre, llegó el escándalo de las plumas de ganso.
Las contradicciones con las cobijas
Aunque la reunión del viernes pasado tenía entre sus objetivos unificar los mensajes entre Petro y sus ministros, en menos de una semana hubo contradicciones en la forma de responder a la polémica por las compras para las casas presidenciales.
La primera versión, tanto de Lizcano como del equipo de comunicaciones de la Presidencia, defendía la compra aunque aclaraba que esta es un procedimiento de rutina y no pasó ni por la oficina de Lizcano ni por la de Petro. “Luego de una solicitud de la Jefe de Casas evidenciando necesidades urgentes para el correcto funcionamiento de estas (se recibieron sin sábanas, sin cortinas o sin colchones), la dirección administrativa del Dapre tomó la decisión de adquirir estos productos a través de la plataforma Colombia Compra Eficiente”.
Lizcano le enfatizó a La Silla que, aunque considera que el procedimiento se hizo bien, no pasó por su oficina. “La jefa de casas, Carolina Plata, define qué productos se compran. Y la dirección administrativa del Dapre ejecuta. Las compras no son funciones del director del Dapre. Muchos de los funcionarios que hicieron eso llevan muchos años y vienen del gobierno Duque”.
Sin embargo, a través de su cuenta de Twitter Petro dio una segunda versión, según la cual las compras fueron intencionadas. “¿Sabían que compra de colchas cobijas y sábanas tenía como uno de sus propósitos que las personas del servicio tuvieran las mismas comodidades que los huéspedes en el Palacio de Nariño”.
Esto contradice la versión de Lizcano de compras hechas por rutina y por funcionarios del gobierno anterior, al que Petro criticó en su trino. Además, según el director del Dapre las compras se hicieron “en la primera semana, no había alcanzado a cambiar el gobierno”, pero las órdenes de compra se emitieron el 23 y el 26 de septiembre, más de un mes después del comienzo del gobierno.
Ambos episodios, el de Hato Grande y el de las compras del Dapre, muestran diferencias entre Petro y su secretario general que van de lo esencial a lo trivial. Desde las líneas estratégicas del gobierno hasta la justificación de las cobijas que cubren las camas de la Casa de Nariño.