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Ana Betty Arboleda es contralora de Buenaventura gracias a la recomendación de Juan Carlos Martínez, pero ahora son enemigos públicos. El ex senador preso ocupó parte del tiempo de un permiso para salir de la cárcel en interponer en su contra una denuncia por injuria y calumnia. |
El primero de agosto, Juan Carlos Martínez amaneció en Buenaventura. Ese día lo recibió una calle de honor frente al palacio de la alcaldía municipal. Algunos empleados, ex empleados y otras personas del pueblo lo esperaban cuando llegó rodeado de escoltas al edificio ubicado a una cuadra del puerto. Pero su destino no era el Centro Administrativo Municipal sino la Fiscalía. Y no fue a rendir cuentas por sus relaciones con los paramilitares o por las investigaciones que tiene pendientes por narcotráfico. Allá llegó a demandar por injuria y calumnia a la contralora municipal, Ana Betty Arboleda, aprovechando las 72 horas de permiso extramuros que obtuvo con certificaciones falsas de trabajo, como reveló El Tiempo.
Hace un mes Ana Betty habló por la emisora W Radio y durante más de media hora relató por qué escribió una carta desesperada, pidiendo ayuda a los periodistas ante las amenazas y persecuciones de las que dijo es víctima en el pueblo donde asumió su cargo desde 2008, por cuatro años.
También contó que en mayo, cuando estaba en una capacitación en Arauca, recibió una llamada en la que le dijeron que, desde la cárcel de El Bosque de Barranquilla, donde está recluido, Juan Carlos Martínez había dado la orden a la rama judicial y a todos los organismos de control de que “la acabaran”. Y no era la primera vez. Según contó, hace dos años el ex senador del PIN le había prometido que la iba a destruir.
Las razones del desespero de Ana Betty Arboleda no fueron las amenazas contra su vida o contra de los funcionarios de la Contraloría. Fue la guerra jurídica que se inició contra ella después de esa llamada que recibió en Arauca y que le quitó lo único que sabe hacer: su función de fiscalizar.
Esas declaraciones de Arboleda en W Radio son la base de la denuncia que Juan Carlos Martínez, el ex senador condenado a siete años y medio de cárcel dentro del proceso de la parapolítica, le puso a la Contralora.
Juan Carlos Martínez está preso en Barranquilla, condenado por parapolítica. Sin embargo, sigue mandando en Buenaventura y buena parte del Valle del Cauca. Allá estuvo durante su permiso extramuros.
Del amor al odio
Ana Betty nació en Buenaventura, se crió en Cali y desde hace 19 años, cuando era una joven de 20 años, trabaja en la Contraloría General de la República. Es abogada y especializada en Administración Pública y Derecho Administrativo y en su afán de ascender en su trabajo decidió volver a su tierra y concursó para ser la Contralora Municipal de Buenaventura. Pasó los exámenes y logró ser parte de la terna de la que saldría el contralor.
Entrar a la terna de la que debía escoger el Concejo Municipal fue lo máximo que logró sin palancas. Entonces buscó a un senador amigo y le pidió que la recomendara con alguien que tuviera influencia en los concejales para que ellos conocieran su hoja de vida y le dieran una oportunidad. Esa persona era el entonces senador Juan Carlos Martínez, quien mandaba –y aún manda aunque está en la cárcel- en Buenaventura.
A Arboleda la favoreció que sus dos competidores estaban en la misma situación y un rumor le indicó a la mayoría de concejales que ellos eran cuotas de otra congresista del Valle. Entonces su razón le llegó al senador Martínez y él la mandó a llamar. Ella le pidió que la apoyara para ser Contralora y se hizo el compromiso.
La decisión en el Concejo fue mayoritaria a su favor. Ana Betty Arboleda fue elegida Contralora y terminó unida al Partido de Integración Nacional, PIN.
Desde su llegada como Contralora su labor fue difícil. Encontró la Contraloría en quiebra, hasta el punto de que el cierre de la oficina era inminente. La Auditoría se negó a hacer el cierre financiero de la oficina y solo hasta un año después logró ajustar el presupuesto para que le fenecieran las cuentas.
Además, en la administración del alcalde José Félix Ocoró no le facilitaron las cosas. Dice que como todos pensaban que ella recibía órdenes directas de Martínez cada decisión suya era una orden directa del Senador. Y como nadie se atreve a contradecir al Senador en el puerto la soportaban, pero su llegada repentina al PIN no les gustó a quienes siempre habían trabajo cerca a Martínez porque la veían como una aparecida.
Mientras organizaba financieramente la Contraloría, la funcionaria se dio cuenta de que no existían informes de control fiscal a las administraciones municipales anteriores. Y comenzó esa labor con la Secretaría de Educación.
Pocos meses después de su posesión, ella dice que se encontró con Martínez y él le dio su respaldo total. La funcionaria cuenta que él le dijo que trabajara tranquila y delante suyo regañó a los entonces secretarios de Vivienda y Hacienda porque no se estaba haciendo nada en el pueblo. “A la Secretaria de Vivienda le dijo que tenía que buscar recursos como fuera para arreglar la ciudad, para que se viera mucho mejor”, cuenta la Contralora.
Según relató Arboleda a La Silla Vacía, esa reacción le dio seguridad sobre el Senador Martínez, a quien admiraba a pesar de la prevención que gente a ella cercana le pedía que tuviera con el congresista. “Yo creía en él, pensé que sí quería que yo vigilara a la Alcaldía y qué hacían con la plata. Creí que él quería ayudar a Buenaventura”, contó. Incluso relata que alguna vez le contó a Martínez de su situación en la Alcaldía, donde era humillada, le negaban los documentos necesarios para su trabajo y le estaban poniendo trancas en su labor.
A mediados de 2008, el alcalde Ocoró anunció un déficit fiscal de 50 mil millones de pesos de la administración municipal. Unos pocos días después la Contraloría Municipal sacó su primer informe que indicaba un detrimento patrimonial de 25 mil millones de pesos en la Secretaría de Educación.
Hasta ahí llegó la “luna de miel” con Martínez, a quien no le convenía la fiscalización sobre la administración del municipio. El alcalde Ocoró es cuota política del ex congresista y, según le contaron a La Silla Vacía, en la Alcaldía de Buenaventura no se toma ninguna decisión sin su visto bueno. Según dijo la Contralora, aparentemente lo que esperaba el ex senador Martínez era que ella ocultara los problemas en las finanzas del municipio.
En octubre de 2008 uno de los empleados de la Alcaldía le contó a Arboleda que supuestamente el senador Martínez estaba furioso con ella y había dicho que ella lo había mandado extorsionar. Recibió la razón de que fuera a buscarlo, pero ella no quiso ir; entonces recibió una llamada y conoció el verdadero carácter del Senador. “No me dejó ni hablar, me gritó y me insultó. Entonces, yo le tiré el teléfono”, relató.
A partir de ese momento la historia de Ana Betty como Contralora cambió completamente.
La nueva vida
Según cuenta, casi nadie en Buenaventura le habla ni a ella ni a sus funcionarios de la Contraloría. Las cosas empeoraron cuando presentó ante el Concejo su primer informe sobre la vigilancia de la Secretaría de Hacienda del gobierno de Ocoró. Encontró un déficit de 600 millones de pesos. Pero cuando presentó ese informe ante la comunidad la sabotearon y la Policía tuvo que sacarla para evitar que la agredieran.
A finales de enero de 2009 volvió a reunirse con Juan Carlos Martínez. Eso ocurrió un mes antes de la captura del congresista y, según Arboleda, fue un encuentro muy diferente al primero. Se dio porque en enero a Ana Betty le contaron que la iban a matar y que supuestamente esa orden tenía el visto bueno de Martínez. Su reacción fue llamar al entonces Senador. Se citaron en un restaurante de Cali a donde Arboleda llegó acompañada de su papá y su esposo, mientras un hermano los esperaba afuera. “Él me dijo que hacía rato necesitaba hablar conmigo porque le habían contado que estaba persiguiendo con mis informes a los ex funcionarios de la Alcaldía, y que él se había enterado de que me habían mandado matar. Me dijo que él había podido parar esa orden”.
La Contralora contó que según Martínez la orden había salido de un ex alcalde y de una persona muy cercana a él, un hombre muy poderoso que era familiar de una ex funcionaria. Y que esos dos personajes consideraban que ella estaba persiguiendo a su familia. Martínez le recordó que le debía su vida y el puesto, y le exigió que aflojara el control a los funcionarios de la alcaldía. Pero, según cuenta Arboleda, ella se le enfrentó. Se sintió humillada por la manera en la que el congresista le habló. Le dijo que esas amenazas no la iban a obligar a dejar su trabajo y que ella no era su empleada. Ese día, según cuenta Ana Betty, Martínez le dio golpes a la mesa y le prometió que iba a destruirla.
A través de amigos y familiares, la contralora consiguió una audiencia en la casa del hombre al que Martínez había señalado como el que la quería matar. Y él le dijo que efectivamente creía que Ana Betty estaba persiguiendo a su hija, una ex funcionaria de la administración anterior quien fue considerada una de las responsables fiscales en el supuesto detrimento del municipio. Además, le contó que quien le había contado eso a él era el Senador Martínez. “Frente a frente, yo le conté a ese señor qué pasaba. Le dije que yo no estaba inventando nada, le conté que no había justificación para muchos gastos y que la plata simplemente no existía. Entonces él le reclamó a su hija y me dijo que iba a revisar el tema”, relató Arboleda.
Ana Betty contó que ese día salió temblando de esa casa y entonces puso una denuncia ante la Fiscalía por las amenazas –aunque no dio detalles sobre quiénes la amenazaban- y por eso le dieron una escolta. Unas semanas después, al hombre lo extraditaron y la tranquilidad volvió al despacho de la Contraloría.
Los procesos
Ana Betty no ha vuelto a recibir amenazas contra su vida. Pero la persecución ahora es judicial. Justamente ocho días después de la llamada que recibió en Arauca, en el encuentro de contralores, donde le contaron que Martínez había ordenado perseguirla, la Procuraduría provincial le inició un proceso verbal sumario que nunca se había visto en Buenaventura. El proceso era contra ella y su jefe de responsabilidad fiscal. La intención era que ella se retractara de su informe de auditoría a la administración municipal de 2009.
Ana Betty Arboleda no se ha quedado quieta. Denunció al alcalde por injuria y calumnia porque él la acusó de hacer ataques personales.
Y, en lugar de parar su labor, sus denuncias aumentaron. Ella cree que la Alcaldía de Buenaventura es la caja menor de Juan Carlos Martínez. Un informe que ya está en el despacho de la Contralora General Sandra Morelli, indica que entre 2004 y 2010, se pagaron más de 22 mil millones de pesos de más por cuenta de la Ley 550 o de quiebras. Como la administración estaba intevenida porque estaba quebrada, hizo un plan de pagos con los supuestos acreedores de sus deudas, y en ese inventario de pagos se incluyeron dineros de más.
Parte de esos recursos cayeron en manos de amigos, familiares y empleados de Martínez. Por ejemplo a Jairo Hinestrosa, el senador del PIN, según el inventario se le debían 700 mil pesos. Pero en realidad se le pagaron 72 millones de pesos, según un informe de la Contraloría de Buenaventura que está en el despacho de la Contralora General de la Nación para su revisión.
Además, la Contraloría encontró un faltante de 69 mil millones de pesos en la gestión de 2010.
Finalmente, las denuncias le ganaron. Un fallo de tutela le ordenó que detuviera todo su control fiscal en la administración de Ocoró hasta que se diera un fallo definitivo en todas las demás investigaciones que hay en su contra.
A Ana Betty Arboleda le quitaron sus labores en la Contraloría y eso fue lo que la desesperó y la hizo escribir una carta a una emisora. Gracias a eso ya logró hablar con la Contralora Morelli quien, según Arboleda, le dio su respaldo pero no le puede devolver sus funciones. Y ahora se la pasa más en Bogotá trajinando en los despachos oficiales para que le permitan terminar en su cargo los últimos meses que le quedan.
Ana Betty Arboleda teme por su vida y por la posibilidad de que le quiten la posibilidad de trabajar en el control fiscal que es lo que ha hecho desde que se graduó como abogada. Pero decidió enfrentarse a Martínez por orgullo, porque siente que la humillaron y pensaron que podían cobrarle una recomendación con ilegalidades.