En menos de un año y medio, Gustavo Jaramillo ha ocupado cuatro cargos distintos en la Alcaldía de Cali, siguiendo al pie de la letra lo que dice el Alcalde. Su reto será poder hacer lo mismo ahora en la gerencia de Emcali.
A finales de la semana pasada se posesionó Gustavo Jaramillo como el nuevo Gerente de Emcali. Es el cuarto cargo que ocupa en la Alcaldía desde que se posesionó el Alcalde Maurice Armitage en enero del 2016 y la segunda vez que cambia de puesto para reemplazar a un funcionario que sale del gabinete en medio de diferencias con Armitage.
Aún así, Jaramillo dice que no es “el favorito del Alcalde”. “Soy un funcionario correcto, pulcro, de su entera confianza. Sé cómo piensa el Alcalde, pienso igual que él, gestiono lo que él desea. Muchas veces tenemos posiciones encontradas, pero él es el jefe y yo debo trabajar en función de lo que él ordena”, dijo este fin de semana en una entrevista.
Esa es precisamente la forma en la que Jaramillo se ha ganado la confianza de Maurice Armitage, un empresario que ha querido liderar la ciudad como lo hizo con sus empresas, a veces sin entender que la administración pública opera bajo reglas y tiempos distintos que el sector privado. Jaramillo lo ha hecho porque ha sabido cumplir las órdenes tal como el Alcalde lo espera, y por eso, se ha convertido no sólo en un funcionario indispensable sino en el ‘comodín’ de Armitage para gobernar Cali.
Que lo siga siendo dependerá en gran parte de las decisiones que Jaramillo tome ahora en Emcali, una de las empresas más complicadas de administrar en la ciudad.
El hombre de confianza
Gustavo Jaramillo es un ingeniero civil caleño que estudió gran parte de su carrera becado en la Universidad del Valle. Desde el año 2000 comenzó a trabajar en la Lonja de Propiedad raíz de Cali, primero como contratista y desde el 2007 como gerente. Allí estaba encargado de crear los puentes entre el gremio de la construcción, empresas privadas y el gobierno municipal y departamental para impulsar negocios inmobiliarios.
En eso estaba cuando Armitage ganó la Alcaldía y le pidió que fuera su subsecretario de infraestructura, una cartera que estaba a cargo del también ingeniero Juan Carlos Orobio. Aunque no tenía experiencia en el sector público, según dos personas que trabajaron con él, Jaramillo se dejó tentar por la oferta del Alcalde. Así, dio el primer salto al gabinete de Armitage.
Según cuatro fuentes que conocen la Alcaldía por dentro, Armitage conocía a Jaramillo desde antes porque es familiar lejano de la familia del Alcalde. Sin embargo, Jaramillo explicó que aunque sí conocía al Alcalde desde antes no está relacionado familiarmente con él.
“Mi familia no era ni del gremio de la construcción ni tiene conexiones con la familia de Armitage. Nosotros nos conocemos porque el Alcalde conoció a mi mamá que tenía una microempresa de confección de cortinas. Ella fue la que nos levantó a punta de esfuerzo y el alcalde vio eso”, le dijo a La Silla.
Aunque esa relación fue clave para que el Alcalde se fijara en Jaramillo, lo que en últimas pesó para que se quedara fue que al Alcalde le pareció bueno en su trabajo, según seis fuentes que hablaron con la Silla y que conocen la Alcaldía por dentro.
“[Al Alcalde] le gusta mucho por diligente, madrugador y ‘tropero’”, dijo una de ellas.
Jaramillo estuvo siete meses como subsecretario de infraestructura hasta el primer revolcón del gabinete de Armitage. En ese momento, salió el coronel Nelson Rincón que estaba al frente de la Secretaría de Tránsito, y Armitage lo reemplazó por Orobio. Como la secretaría de infraestructura quedó acéfala, Armitage ascendió a Jaramillo.
Según le dijo a La Silla una fuente que trabajó con él en la secretaría, el ascenso se dió porque “Jaramillo demostró que es un trabajador eficiente y que cuando está al frente de los problemas todo fluye y eso le ha dado mucha confianza a Armitage”. En últimas, dice, el Alcalde “se ve reflejado en él”.
En cuatro meses, a Jaramillo le tocó atender varios frentes que requerían soluciones inmediatas: el futuro de las megaobras, el bacheo de las calles por comunas y el sistema de valorización de Cali. Además, trabajó en destrabar proyectos como el Parque Río Cali, el Corredor Verde y la vía Pance.
Sin embargo, según la fuente, no terminó ninguno. En diciembre, el Alcalde lo volvió a llamar para que ocupara por tres meses la presidencia de Metrocali, la empresa que gestiona el Mio, luego de que rodó la cabeza de Armando Garrido cuando se destapó el escándalo por los contratos de más de mil millones de pesos que lo comprometían no sólo a él sino a su asesora jurídica Nohora Acero.
“Hace hasta donde puede”, dijo la fuente que trabajó con él en infraestructura. “Ha durado tan poco en cada cargo que no ha alcanzado a cumplir entero ningún proyecto”.
En Metrocali, Jaramillo no sólo debió sortear uno de los momentos más difíciles de la empresa, sino que además, tomó la decisión de suspender todos los contratos que habían sido adjudicados hasta diciembre, según contó Nicolás Orejuela, actual presidente de Metrocali.
Eso era lo que quería Armitage y lo que le había pedido que hiciera a Garrido, como él mismo dijo en una entrevista luego de que el escándalo llegó a los medios.
La decisión de Jaramillo fue difícil porque podía tener repercusiones jurídicas. Por eso, varios habían temido meterse. Además, implicaba reconocer que habían dudas sobre la claridad de los procesos jurídicos y financieros de Metrocali, algo que terminó cuestionando la lucha contra la corrupción de una Alcaldía que ganó con un discurso de ‘filántropo’ y ‘antipolítico’. Aún así, Jaramillo lo hizo.
“Armitage no dudó ni cinco segundos nombrar a Jaramillo en Metrocali. A él le gusta la forma de trabajar de él y sobretodo que no esté marcado políticamente. Eso para el Alcalde es fundamental porque con Jaramillo tiene garantizado su respaldo”, le dijo a La Silla otra fuente cercana a Jaramillo.
La prueba de fuego
Jaramillo volvió en marzo a la secretaría de Infraestructura luego de que Armitage nombró a Orejuela como presidente de Metrocali en propiedad. Sin embargo, una vez se concretó la salida de Cristina Arango de la gerencia de Emcali, el Alcalde volvió a buscarlo para que se hiciera cargo de la empresa que además, está atravesando por uno de sus momentos más complicados.
“No había nadie más a parte de Jaramillo que pudiera garantizarle al Alcalde que iba a hacer un buen trabajo”, le dijo a La Silla una fuente de la Alcaldía.
Aunque según Arango, su renuncia se debía a asuntos personales, dos fuentes de la Alcaldía que pidieron la reserva de su nombre, dijeron que su salida había obedecido más bien a diferencias con el Alcalde porque ella sintió que la dejó sola en el proceso de saneamiento de la entidad. La Silla no pudo hablar con Arango para confirmarlo, pero esta no es la primera vez que un funcionario sale de la Alcaldía por esta razón como contó La Silla.
Jaramillo, en cambio, no ha tenido ese problema porque sus planes se ajustan a las directrices que le da el Alcalde.
“Es de los pocos que le sigue el juego al pie de la letra a ese viejito [Armitage]. Él sabe qué le gusta al alcalde y eso hace o dice que hace. Es su alfil y la gente ya lo sabe”, le dijo a La Silla un opositor del Alcalde.
Aún así, para tres funcionarios de Emcali que conocen la empresa por dentro y que pidieron la reserva de su nombre, preocupa su falta de experiencia para administrar la principal empresa de servicios públicos de la ciudad.
“El doctor Jaramillo debe saber muy bien a qué potro se está montando. Quien quiera dirigir Emcali debe tener eso clarito. Pero desgraciadamente quienes han pasado por ahí no lo han tenido en cuenta,” dijo una de las fuentes que lleva 30 años trabajando en Emcali.
Emcali ha tenido ocho directores en nueve años y hoy enfrenta varios chicharrones como cuestionamientos por corrupción, incumplimiento en la entrega de las obras y pérdidas en el área de telecomunicaciones, el “lastre” de Emcali.
A eso se suma que la empresa tiene nueve sindicatos, dos de ellos agrupan al 93 por ciento de los empleados oficiales y otros siete al 88 por ciento de los públicos. Sin embargo, el 100 por ciento de los empleados hoy se benefician con los acuerdos de las convenciones colectivas que han negociado los sindicatos y que incluyen subsidios educativos, de vivienda y de salud que no sólo aplican para los trabajadores sino para su grupo familiar. Además, el 46 por ciento de los empleados tienen más de 20 años de servicio y muchos beneficios por primas legales y extralegales.
Como contó Semana, la nómina le cuesta anualmente a la entidad 200.000 millones y otros 25.000 millones en beneficios adicionales. Pero, mientras los costos de la nómina crecen cada año en un 13 por ciento, los ingresos operacionales lo hacen al 5,3 por ciento.
Por eso, una de las tres misiones que le puso Armitage a Jaramillo el día de su posesión es renegociar los contratos de los trabajadores sindicalizados. Eso además, está atado definir el futuro del área de telecomunicaciones a partir de los resultados que arrojó el estudio de MBA Lazard.
Aunque el estudio arrojó cuatro posibles escenarios, como explicó Cristina Arango antes de irse, de esos sólo uno es viable: vender los activos de Telco, y que Emcali se quede con la parte laboral.
“El problema es que lo que nos darían por eso activos alcanza para pagar la nómina de los empleados de Telco por un año y medio más o menos”, explicó Arango. Por eso, según ella, “lo importante es que se puedan renegociar las convenciones colectivas de los empleados para que la empresa sea viable”.
Este será el chicharrón más complicado y una de las prioridades de Jaramillo, además de combatir la corrupción y lograr que la empresa funcione alineada con el resto de la Alcaldía.
“De todos los problemas que hoy tiene la empresa lograr que los trabajadores reconozcan a quien esté en la dirección es uno de los más grandes” le dijo otro funcionario de Emcali a La Silla y agregó que “Jaramillo no puede llegar ni apretando mucho ni aflojando mucho, y se debe concentrar en los mandos medios. Esos son los claves porque son los que tienen el control de la empresa”.
Por ahora, su idea -según le dijo a La Silla- es continuar con el proceso financiero que empezó Arango el año pasado, y dedicarse a implementar nuevas acciones acordes a lo que le solicitó Armitage. Agregó que ahora existen unas mesas permanentes de negociación entre la Junta directiva de Emcali y los sindicatos para negociar y escuchar propuestas de ambos lados.
“Pero hay que hacer claridad en que esto no es un asunto solo del Gerente. Por eso no es que yo tenga un ultimátum ni decir que en cuatro meses el asunto debe estar resuelto y ya. Por ahora estamos en eso y buscaremos una respuesta pronto,” le dijo a La Silla.
Por ahora, quienes han venido siguiendo las movidas de Jaramillo esperan que su paso por Emcali dure más de lo que ha durado en los anteriores cargos y en esa medida, que ésta sea su oportunidad para demostrar que además de gestionar, puede ejecutar y finalizar los proyectos que le han sido encomendados. De eso depende que Armitage lo siga teniendo como su comodín.