En el Congreso de los pueblos había 17.000 senadores que organizaron comisiones por temáticas y por regiones. No se votaba, se buscaban consensos. No había presidentes que dirigían las comisiones, había palabreros, moderadores y relatores que debían buscar el punto de equilibrio en las discusiones. Ellos legislaron, pero querían hacerlo de forma horizontal.
Desde el 2008, cuando los indígenas se movilizaron desde el Cauca hasta Bogotá para reclamarle al gobierno por el incumplimiento de unos acuerdos en derechos humanos, tierras, salud, educación, salió la iniciativa que la minga no fuera solo para los indígenas, sino que fuera para toda la sociedad colombiana. A los indígenas, se sumó el movimiento campesino, ambientalistas, agros, sindicalistas y algunas corrientes políticas como el Partido Comunista.
Ellos se organizaron y formaron su propio Congreso, el Congreso de los pueblos que sesionó por primera vez hace una semana en Bogotá durante tres días. En el Congreso de los pueblos había 17.000 senadores que organizaron comisiones por temáticas y por regiones. No se votaba, se buscaban consensos. No había presidentes que dirigían las comisiones, había palabreros, moderadores y relatores que debían buscar el punto de equilibrio en las discusiones. Ellos legislaron, pero querían hacerlo de forma horizontal.
La Silla Vacía habló con Ricardo Rojas, uno de los miembros del comité político del Congreso de los Pueblos y quien trabaja hoy con la Asin -Asociación Indígena del Norte del Cauca-,pero quien también hizo parte de la Anuc, la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, durante casi 20 años. Él fue uno de los coordinadores del evento y esto fue lo que contó sobre el otro Congreso.
Decidimos legislar por nuestro lado, porque no nos sentimos parte de la Unidad Nacional.”– Ricardo Rojas
¿Qué buscan con este Congreso?
Decidimos organizar nuestro Congreso porque nosotros desconocemos al Senado y a la Cámara de Representantes. Decidimos legislar por nuestro lado, porque no nos sentimos parte de la Unidad Nacional. El Congreso se reunió, con 17.000 senadores que somos todos nosotros, para levantar una propuesta de país en clave legislativa. O en otras palabras, el “gran mandato de mandatos”.
¿Quién coordinó a todos estos movimientos?
La comisión política del Congreso, de la cual hago parte y donde están al menos unas 50 personas de las distintas organizaciones. Uno de los voceros más importantes es Feliciano Valencia, del movimiento indígena. Este movimiento ha sido la columna vertebral del Congreso.
¿Cúales son los movimientos más fuertes o más organizados?
El movimiento indígena, sobre todo el movimiento indígena caucano venía muy bien organizado, con propuestas claras. También el movimiento campesino, que viene en un proceso de activación. El movimiento estudiantil y el movimiento de jóvenes.
¿Y los más débiles?
Hay varias regiones que aún tienen fuertes problemas de organización social, como un eje de la Costa que es Córdoba, Sucre y César, porque ha sido muy atacado por el paramilitarismo. También una buena parte del Chocó, y todo lo que es Amazonía, Guainía y Vichada está olvidado. También están las organizaciones urbano-populares.
¿Quiénes son ellos?
Son los parches en los barrios, las microempresas, los grupos de salud, los grupos medioambientales pequeños, que trabajan en las localidades. Grupos que trabajan en el ámbito de la cultura. Ese universo es el que creemos que toca fortalecer aún más.
Creo que ese es el gran reto del Congreso, el poder ayudar a fortalecer las dinámicas urbanas que están dispersas, aisladas y fragmentadas.
¿Qué logró el Congreso ?
Aún nos queda mucho por construir. Para nosotros este Congreso es el primer paso. En este Congreso unos 150 relatores recogieron las iniciativas de todos los movimientos y están trabajando en la síntesis de lo que será el gran mandato nacional.
En un segundo nivel, también estamos pensando en la plataforma de lucha más coyuntural, es decir la plataforma para enfrentarnos al gobierno de Santos.
¿Por qué enfrentarse al gobierno?
El Congreso de los Pueblos se ratifica como un movimiento de oposición al gobierno de Santos. En el Congreso analizamos algunas de las políticas del gobierno y ratificamos que el gobierno de Santos es en gran medida la continuación del gobierno neoliberal que ha venido aplicando la clase gobernante durante los últimos 20 años. No hay diferencias, tal vez de estilo. Ya que las alianzas de Santos son con una burguesía tradicional, mientras que el uribismo lo hacía con la mafia. Son diferencias de estilo, pero no de contenido.
Estamos discutiendo unas movilizaciones nacionales conjuntas para oponernos a temas como el de tierras o minería.
“La mayoría de la sociedad está encantada y embrujada por ese gobierno de Santos”

¿Por qué se oponen al de tierras? Uno pensaría que les gustaría…
No nos gusta que se diga que la ley de tierras es una ley que va a lograr la reforma agraria en Colombia, eso no es así. El gobierno dice que va a devolver dos millones de tierras de las cinco millones que el narcotráfico y el paramilitarismo acapararon por la vía de la violencia. Están devolviendo solo una parte de lo que cogieron.
Pero algo es algo
La ley de tierras va a generar contradicciones y respuestas armadas de narcotraficantes y paramilitares en la escala local, ellos van a responder armadamente. ¿Quiénes tienen que enfrentar eso? El Ejército Nacional para poder garantizar esa ley de tierras. Y decimos que el Ejército también está permeado por el narcotráfico y el paramilitarismo. Es decir, lo que avizoramos es un recrudecimiento de la guerra en el país, y no un cambio por las políticas públicas de Santos que aparentemente son modernas y progresistas.
No va a haber idilio en el tema de tierras, va a haber descontento nacional. Y creo que muy pronto.
¿Por qué pronto?
Porque el Estado no tiene ni los recursos económicos ni fiscales ni los mecanismos para hacer cumplir esas leyes.
¿Y qué piensan de la ley de víctimas?
La ley de víctimas está amarrada al presupuesto. El concepto de sostenibilidad fiscal va a dejar a la gran mayoría de las víctimas por fuera de las reparaciones. Y estamos hablando solo de la reparación material, por no decir la reparación en términos de verdad y justicia. No vemos cómo una ley de víctimas amarrada al presupuesto pueda sanar la herida nacional que ha dejado esta guerra.
¿Por qué los movimientos sociales no están montados en el optimismo que hay por el gobierno de Santos?
Porque Santos es la continuidad de un modelo, el modelo financiero, extractista, que propone que aumente la extracción de petróleo y de minería. Muchos están esperando que de Santos venga la política pública que necesitan y creo que va a pasar un tiempo hasta que se produzca el desencanto nuevamente. Nosotros nos hemos adelantado al desencanto, a partir de las políticas que Santos ha venido anunciando. No vamos a hacer parte de ese encanto nacional, sino que ya estamos organizándonos para enfrentar la continuidad en las políticas en clave de movilización.
¿Cómo van a hacer para que el país los escuche?
Ese es el gran trabajo que sale del Congreso de los Pueblos. El Congreso manda a todas las organizaciones a ir hacia esa población desorganizada, a ir hacia ese pueblo encantado por las sirenas de Santos y su gobierno. Hay que ir a hablar, a caminar la palabra, a encontrarse con ellos en cada barrio, en cada vereda, en cada ciudad, en cada colegio, en cada escuela. Conversar con ellos, es un trabajo de acercamiento, de unidad, se hace en el día a día y en el paso a paso. Lo que nos espera es mucho trabajo porque no es fácil lograr que la mayoría de la sociedad que está encantada y embrujada por ese gobierno de Santos, logre percatarse de que la realidad es otra.
Hay que ir a hablar, a caminar la palabra, a encontrarse con ellos en cada barrio, en cada vereda, en cada ciudad, en cada colegio, en cada escuela.”– Ricardo Rojas