Los golpes más duros a las disidencias combinan la estrategia del Gobierno anterior y una orden expresa del nuevo Presidente de ir por las principales cabezas.
A un mes largo de arrancar Gobierno, el presidente Iván Duque ya dio los golpes más duros a las disidencias desde su aparición hace dos años: la caída de alias David, líder de la disidencia más fuerte en Tumaco, las Guerrillas Unidas del Pacífico; y el cerco y la herida a Guacho, el disidente más famoso del país y líder del Frente Oliver Sinisterra, también en Pacífico nariñense.
Independientemente de si Guacho termina capturado o se encuentra su cuerpo (los operativos continuaban al cierre de esta historia por la subregión de Telembí), durante el gobierno de Juan Manuel Santos, cuando el fenómeno disidente estalló no solo en el Pacífico sino en todo el país, no hubo resultados operativos semejantes.
Eso, como contamos en esta historia, le da a Duque victorias tempranas y mediáticas que le sirven para reforzar su discurso de mano dura en seguridad y que alimentan la narrativa uribista de que el país estaba entregado a la inseguridad.
Pero el golpe a Guacho no ocurre porque solo llegó Duque; es consecuencia de la estrategia de seguridad de su antecesor y del cambio de chip entre los militares que trajo el nuevo mandatario.
Así se lo dijeron a La Silla Pacífico, por aparte, ocho fuentes entre investigadores, altos mandos militares y líderes comunitarios en terreno.
Con Santos llegó la fuerza, con Duque el cambio de chip
En octubre del año pasado Santos lanzó la Operación Atlas, con 9 mil uniformados de la Fuerza de Tarea Hércules que venían de las estrategias Pegaso del Ejército y Poseidón de la Armada, para atacar las disidencias ya nacientes de Guacho, David, las bacrim del Clan del Golfo y el ELN, todos en disputa de la ruta del narcotráfico.
En enero con 2 mil uniformados más que llegaron de otras zonas del país directamente a Tumaco, la Operación arrancó oficialmente.
Como contamos en ese momento, el objetivo principal era reorganizar las fuerzas de Policía, Armada y Ejército ya existentes y tener resultados concretos en narcotráfico, minería ilegal y aterrizar la sustitución de cultivos ilícitos.
Esa estrategia, como nos dijo un alto oficial de la Armada que no nos habló en micrófonos por no ser vocero, estaba enfocada en desarticular a las disidencias copando el territorio, con inteligencia y operaciones para incautar droga y capturar a miembros de las disidencias sin distinguir rangos.
Así comenzó a ocurrir en enero con la captura de mandos medios de los grupos de Guacho, David y las otras 12 bandas criminales que delinquen en Tumaco, como las de ‘El Pollo’ y ‘El Tigre’, aliados de Guacho, o la incautación de toneladas de coca en el puerto de Tumaco.
En terreno se sintió la presencia militar. “Hace un año (sin Hércules presente) era imposible hacer un operativo de erradicación y sustitución de cultivos en terreno”, nos dijo un alto funcionario estatal que trabaja en Tumaco con sustitución.
Era una estrategia global que lograba esos avances pequeños pero no tan llamativos.
“Cuando dejas la estrategia a nivel general en todo el país se hacen muchas cosas, pero el impacto no es tan grande como se está generando ahora”, nos dijo el integrante de la Armada en referencia a las diferencias operacionales entre los primeros meses del año y lo que ocurre ahora con la arremetida militar sobre las disidencias.
En el entretanto, Guacho seguía propinando golpes no solo en Tumaco sino en Ecuador donde nació.
Así ocurrió en abril cuando dejó a los 200 mil habitantes de Tumaco sin luz por la voladura de dos torres de energía o en mayo cuando se graduó de objetivo militar de Colombia y Ecuador al asesinar a los tres periodistas del diario El Comercio de Quito. Luego asesinó a una pareja de ecuatorianos y más recientemente, en junio, incineró un carro del CTI con tres funcionarios de la Fiscalía.
Con esas acciones creció también presión ecuatoriana con el envío de 1.200 militares a la frontera. Eso, más Hércules, llevó al frente de Guacho a moverse hacia el norte.
Una fuente en terreno que trabaja en la Gobernación de Nariño nos confirmó que desde hace cuatro meses el primer círculo de Guacho estaba en la zona entre Barbacoas, Magüí y Roberto Payán, al norte de Tumaco y donde a esta hora continúa el cerco militar para capturarlo o encontrar su cuerpo.
Es por esto que, para un alto mando militar que se retiró hace pocos meses pero que sigue teniendo contacto con compañeros de Hércules, lo que ocurre hoy con Guacho no es solamente gracias a Duque.
“La inteligencia contra Guacho se afinó durante todo este año. Detrás de él están desde hace varios meses”, nos dijo.
De hecho, ayer Semana reportaba que Guacho escapó de una captura a inicios de julio.
Con Duque, la estrategia sigue siendo militar. Pero le metió más presión a los uniformados cuando pidió resultados medibles en los primeros 100 días, justamente lo que está logrando con los golpes a las cabezas de las disidencias de Nariño.
En el consejo de seguridad en Tumaco que hizo en la primera semana de mandato, ordenó a Hércules, comandada por el general Jorge Isaacs Hoyos, priorizar y focalizar las operaciones hacia las cabecillas de los grupos, especialmente David y Guacho.
Esa estrategia, que llamó Plan Diamante, busca tener resultados más “contundentes y visibles”, según nos dijo la fuente de la Armada.
“Duque les dijo que si en 100 días, evaluando el proceso no veía cambios en la situación de seguridad en Tumaco, había que tomar decisiones”, nos dijo otra fuente que estuvo en ese consejo, que agregó que los asistentes la entendieron como un posible cambio de la cúpula militar.
Ese mensaje produjo un cambio de chip frente a las órdenes que daba Santos. “Con Santos se notaba que quería proteger su paz, era un proceso distinto. Con Duque se nota que presiona más”, nos dijo otra alta fuente de la Gobernación de Nariño con interlocución permanente con el Ejército.
Con las nuevas órdenes, todos los recursos de las fuerzas militares, que ya estaban instalados en el terreno, se focalizaron hacia los objetivos más mediáticos, similares a los llamados “objetivos de alto valor” que priorizó Uribe, siguiendo la estrategia gringa en Irak y Afganistán.
El futuro de la mano dura y el negocio en Tumaco
La muerte de David, quien cayó en un operativo en zona rural de Tumaco el sábado 8, y el operativo contra Guacho no deja tranquilos a los habitantes de Tumaco y las zonas rurales donde tienen influencia, según dos líderes sociales que se mueven en Tumaco, conocen la región pacífica nariñense y no citamos por seguridad.
Uno de ellos explica que la nueva estrategia asusta a las comunidades que sienten que ahora pueden terminar en medio de los operativos, que son menos de inteligencia y más de choque que los de los meses pasados.
“La gente no sabe a qué atenerse con los militares porque con David entraron a una casa y los mataron allí mismo. Como en esa zona (Tumaco) se asientan disidentes pueden entrar a las casas y ‘chupar’ los que no son”, nos dijo el líder.
Eso sería un paso más de una situación ya compleja que nos contó por aparte un líder del consejo comunitario de Alto Mira y Frontera, que tuvo que abandonar la zona por amenazas de militares.
Denunció que en los últimos meses los militares han maltratado a campesinos señalandolos de guerrilleros, dañando sus cultivos y usando sus espacios comunitarios como casetas comunales para reuniones, lo que es una violación del Derecho Internacional Humanitario.
La Silla Pacífico consultó al comandante de Hércules, general Hoyos, sobre estas denuncias y las estrategias en curso, pero no tuvimos respuesta hasta el momento de publicar esta nota.
El otro problema es que matar o capturar a las cabezas no implica que las disidencias se acaben o que sus conflictos intestinos (La Defensoría del Pueblo, como contamos, da cuenta de al menos 10 hechos violentos entre los grupos de Guacho y David en lo que va del año) terminen.
Eso porque sus liderazgos son cambiantes. La prueba más clara es que cuando fue asesinado alias Don Y, el primer disidente nariñense, a manos de las Farc, el que cogió el mando de su disidencia fue su hermano, David.
Aunque por ahora no es claro quién tomará las riendas de lo que quedó de las GUP de David o qué pasará con la estructura de al menos 150 personas al mando de Guacho si termina capturado o está muerto (como era un vóx populi en Tumaco el sábado), el problema del narcotráfico sigue.
De entrada hay otras 12 bandas delinquiendo en Tumaco, entre ellas el Clan del Golfo con conexión con carteles mexicanos (como tenía Guacho con Sinaloa o David con Jalisco) y la latente intención del ELN de entrar a este territorio desde el norte del departamento, donde es más fuerte.
Además, como nos dijo el analista de la Red Pacífico y de FDI, Dylan Herrera “descabezar a Guacho deja el negocio entre mandos medios”, algo similar a lo que pasó con los carteles en Antioquia y el Valle hace más de una década.
“Cae uno, pero suben dos. Mientras no haya un atención del gobierno frente a los campesinos que siembran la coca y haya un cambio estructural en ese tema siempre habrá un brazo armado que proteja el narcotráfico”, nos dijo un tercer líder comunitario de Tumaco.
Entre los líderes sociales y comunales de este puerto del Pacífico, en las últimas semanas se ha hablado de un tercer disidente con supuesta capacidad de recoger lo dejado por Guacho y David.
Se trata de alias Mario Lata, un presunto exparamilitar y exguerrillero que estaría reclutando personas para armar una nueva disidencia. “Es más sanguinario que Guacho, ya ha aparecido por la carretera hacia Rosario”, nos dijo un comunal de Tumaco.
Sea o no sea la aparición de una nueva disidencia, todo indica que a Tumaco, el laboratorio de paz de Santos y el nuevo foco mediático de la lucha del gobierno de Duque, está llegando a su fin la “guachafita de Guacho”.
Lo que eso implica, en luchas que nacerán con el chip duquista de operativos visibles y sin el impulso santista de cuidar la paz, aún está por verse.