En Tumaco, Nariño, dos de las políticas estrella del gobierno de Uribe han entrado en colisión. Por un lado, están los cultivos de palma de aceite. Por el otro, el programa de fumigación de la coca. La causa del problema tiene un nombre impronunciable: la Phyophtora palmívora.

En Tumaco, Nariño, dos de las políticas estrella del gobierno de Uribe han entrado en colisión. Por un lado, están los cultivos de palma de aceite. Por el otro, el programa de fumigación de la coca. La causa del problema tiene un nombre impronunciable: la Phyophtora palmívora.
Desde 1970, se comenzó a cultivar palma de aceite en este municipio costero del pacifico nariñense, pero sólo desde que este gobierno le apostó a fomentar el cultivo de palma como uno de los ejes del desarrollo agroindustrial colombiano, este sector se volvió la fuente principal de empleo en Tumaco. Con más de 36 mil hectáreas, la palma genera unos diez mil empleos al año.
Casi la mitad del área cultivada es propiedad de pequeños productores que tienen entre cinco y diez hectáreas y que dependen exclusivamente de este ingreso. La otra mitad es propiedad de doce grandes empresas que tienen monocultivos también en otras zonas del país.
Así como la palma es la fuente de ingresos legal más importante de Tumaco, la coca lo es de manera ilegal. Según la dirección de antinarcóticos de la Policía, Nariño es el departamento con mayor producción de coca del país. Y Tumaco no es la excepción. En algunos casos, la coca se siembra entre los cultivos de la palma o a escasos metros de las plantaciones más grandes. Las autoridades llevan diez años fumigando esta zona, y en lo corrido de 2010, van nueve mil hectáreas fumigadas de un total de 19 mil que se espera erradicar en los próximos meses.
En 2004, comenzó la peste. Aun cuando la pudrición de cogollo es una enfermedad conocida y temida por los palmicultores en Colombia desde los años cincuenta, a partir de ese año ya no fueron dos o tres palmas las afectadas, sino cultivos enteros los que comenzaron a pudrirse. Hoy en Tumaco quedan cerca de cuatro mil hectáreas sobrevivientes y los empresarios creen que esas también caerán.
Nadie habla ‘oficialmente’ sobre este tema, ni se deja citar. Menos aún los empresarios, que han recibido créditos de Agro Ingreso Seguro específicamente destinados a renovar sus cultivos de palma. Pero debajo de cuerda, varios culpan al glifosato utilizado en las fumigaciones de la coca de empeorar la peste del cogollo. Varios de los entrevistados dijeron a La Silla Vacía, que el auge de le enfermedad del cogollo coincide con la intensificación de la fumigación aérea. Y que como ambos cultivos a veces colindan, “el glifosato mata todo lo verde”.
No existe ninguna evidencia científica para probar que esta sustancia química tenga algo que ver con el hongo Phyophtora palmívora. En realidad no existe ni siquiera una denuncia formal por parte de los empresarios porque sería cuestionar al gobierno que tanto los ha ayudado con subsidios y porque coinciden en la necesidad de que la zona no se vuelva un epicentro del narcotráfico.
Cenipalma, el Centro de Investigaciones de Palma creado por Fedepalma, concluyó que la palma se pudre desde su corazón hasta sus hojas por un hongo que la consume y que no afecta solo los cultivos nariñenses sino también los de otras regiones como los Llanos Orientales, en el Meta. Actualmente, en Puerto Wilches también hay una epidemia de pudrición de cogollo.
Con ese concepto de la autoridad en el tema, el gremio en Tumaco se ha dedicado a buscar otros negocios o a reinvertir en nuevos cultivos. Pero, la incógnita sobre su relación con las fumigaciones persiste y también el temor de que las nuevas inversiones se pierdan con la próxima rociada de antinarcóticos.
El Ministerio de Agricultura, junto con Finagro, Banco Agrario, ICA y Corpoica, abrió créditos especialmente destinados para la renovación de la palma en la zona en 2007. Hoy muchos empresarios grandes han recibido subsidios, aunque estos sólo cubren cerca del 80% que cuesta la inversión de renovación y muchos se han quejado de la demora en entregar los créditos por parte del Gobierno.
Sin los créditos del Gobierno, ni los más grandes podrían sobrevivir en la zona. Recuperar una hectárea de palma cuesta aproximadamente 15 millones de pesos, mientras que disponer adecuadamente de una hectárea enferma cuesta entre dos y cuatro millones de pesos, según la técnica utilizada. A la fecha, los grandes productores han podido recuperar alrededor de 5.500 hectáreas, del total de 36 mil que mató la pudrición de cogollo. Los demás cultivos están abandonados con las plantas podridas y regadas sobre el suelo, lo cual promueve la propagación de la peste y llama a otros insectos a armar sus nichos en las plantas podridas.
Aunque todos han perdido, el caso de los pequeños productores es especialmente sensible en la medida en que en muchos casos, por no estar organizados en cooperativas o asociaciones, no han podido acceder a créditos para renovar sus cultivos. Además, todavía hay mucha incertidumbre sobre el éxito futuro de las nuevas palmas ‘híbrido’ que, se espera, superen la pudrición de cogollo en la zona.
Hoy el desempleo está disparado y con la ausencia de palma, aumenta la gente que trabaja con la coca. Así, se alimenta un círculo de desempleo y conflicto que no saca a Tumaco de su violencia y su miseria.