La próxima semana se cumplen cinco años de la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno Nacional y la entonces guerrilla de las Farc en el Teatro Colón y desde entonces, muchas vidas se han transformado y, también, muchas ilusiones se han roto. Pocas tanto como las de los habitantes de los cuatro municipios que constituyen el Pdet del Pacífico Medio.
El Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial (Pdet) es una de las grandes apuestas de los acuerdos de La Habana, pues tiene como fin invertir en regiones pobres, rurales y que sufrieron con más fuerza el conflicto armado para cambiarle en un corto plazo la cara a los territorios y evitar que la violencia se recicle.
El Pdet cubre municipios priorizados, divididos en 16 subregiones, donde durante los primeros años después de la firma del Acuerdo las comunidades se sentaron con el Gobierno a identificar y priorizar aquellos proyectos de inversión que sentían que podrían cambiar de manera estructural sus vidas.
Toda la cooperación internacional se volcó a ayudar a estos Pdets, uno de los pocos proyectos que el Gobierno de Iván Duque rescató del Acuerdo de Paz y que se echó al hombro como si fueran propios. Por lo menos en el discurso, el consejero para la Estabilización y la Consolidación, Emilio Archila, destaca el trabajo de este Gobierno en este campo y el Presidente lo presenta en sus giras internacionales como evidencia de su cumplimiento de lo pactado en la Habana.
Y si bien es cierto que algunos Pdets como el de Macarena – Guaviare o el de Alto Patía y Norte del Cauca han logrado sacar adelante proyectos clave y las comunidades han sentido un impacto real y concreto de la paz en sus territorios, hay otros en donde el nivel de ejecución —no en el papel sino en la realidad— es cercano a cero.
El Pdet del Pacífico Medio es el peor de ellos.
El informe de la Comisión del Congreso que le hace seguimiento a la implementación del Acuerdo de Paz, publicado en octubre, dice que con corte a 31 de marzo en el Pdet del Pacífico Medio sólo se había comprometido el 0,5 por ciento del total del dinero que se necesita para su implementación. Y es el Pdet con la menor inversión hasta el momento.
Según el documento, en Pacífico Medio no hay ninguna obra terminada. Esa conclusión la respalda el décimo informe que produce la Secretaría Técnica del Componente de Verificación Internacional sobre el Acuerdo de Paz.
El Pdet del Pacífico Medio es la cara de la frustración de la ilusión que creó en las zonas periféricas la firma del Acuerdo de Paz. La Silla viajó a la zona la semana pasada.
Contexto
Un viaje por la costa pacífica de Valle y Cauca
Guapi es uno de los cuatro municipios que conforman este Pdet.
Desde Cali, es un viaje de una hora en avioneta, desde la que sólo alcanza a verse el río y la abundante naturaleza verde interrumpida en ocasiones por techos de zinc en casas de colores opacos y viejas construidas en tablas y ladrillos.
Del aeropuerto al casco urbano hay menos de diez minutos en motocarro, el único transporte en la zona urbana, además de las motos.
Para llegar a los consejos comunitarios de las comunidades afro sólo se puede ir en lancha. El más cercano queda a dos horas y media de distancia, y el viaje puede costar hasta 120 mil pesos si hay más pasajeros.
Los consejos comunitarios cuentan con lanchas propias y la idea era viajar en una de ellas. Pero justo ese día se dañó el motor y repararlo costaba entre 6 y 7 millones de pesos. La reunión, finalmente, la hicimos en el casco urbano de Guapi.
Los líderes comunitarios con los que nos reunimos prefirieron no ser nombrados. No es que fueran a denunciar algo particularmente peligroso, pero la sensación que tienen es que cualquier cosa que digan los pone en peligro: “Uno nunca sabe quién se sienta al lado en las reuniones del Pdet en el municipio”, nos dijo una lideresa. Y es que “al lado” hay varios grupos armados disputándose el territorio: el frente 30 y el ELN, son los más conocidos.
En todo caso, todos coincidieron en que en los 16 mil kilómetros cuadrados que conforman ese Pdet sólo hay dos obras terminadas: dos parques infantiles de no más de 40 metros cuadrados, con tres juegos para niños. Pero aseguran que solo se hicieron porque el contratista puso la plata de su bolsillo contra la promesa del Consejo Comunitario de pagarle cuando la Agencia para la Renovación del Territorio (ART) desembolse el dinero.
“Aquí nos han citado para quitar y poner puntos y comas a algunos documentos —nos dijo uno de los líderes. Se sentía en su voz la indignación—(…) Pero en obras no vemos nada, no hay avances”.
En Guapi habían priorizado comprar lanchas ambulancias para llevar a los enfermos hasta el casco urbano y crear unos centros de salud en los consejos comunitarios. Pero nada de eso se ha concretado.
Al día siguiente, salimos rumbo a Timbiquí en una lancha con más de 20 pasajeros. Atravesamos las aguas cafés y tranquilas del río Guapi, salimos al océano Pacífico y por el río Timbiquí llegamos en una hora y media al municipio. Las casas palafíticas y de colores nos dan la bienvenida.
Ahí nos encontramos con Fabián Ángulo, representante del consejo comunitario Parte Baja Río Saija. Había viajado una hora y media en lancha desde su casa, en la comunidad de Camarones, para vernos.
Ángulo es un hombre joven de 33 años, que lidera el consejo desde hace un año. Es una persona tranquila y alegre, pero su frustración frente al Pdet era casi idéntica a la de los líderes de Guapi.
Entre las iniciativas priorizadas, Fabián Angulo resalta la que tenía impacto en el proceso organizativo del consejo comunitario: “No tenemos sedes, tampoco las juntas veredales tienen lugares para atender a la población, por eso mismo no tenemos una capacidad instalada que nos permita fortalecer los procesos. Mi oficina la llevo en la espalda siempre”, dice, y señala el maletín negro que carga.
También están en ceros con las obras, según le dijo a La Silla.
Sin embargo, él se bajó del paro que desde hace dos meses promueven los demás municipios en contra de los Pdets porque el Gobierno les prometió que mañana iniciarían la construcción de dos aulas de clase y una caseta comunal.
Es un paro sui generis, porque es parar dentro de la parálisis. Y solo se entiende bajo la lógica y el afán del Gobierno Duque de mostrar resultados frente a la cooperación internacional y la tribuna internacional que tanto le interesa en su último año de mandato.
El paro del Pdet Pacífico Medio
En una reunión de tres días que empezó el 27 de agosto, los representantes de los cuatro municipios del Pdet Pacífico Medio se vieron las caras por primera vez después de dos años de formular el Plan de Acción para la Transformación Territorial (Patr), que tenía las iniciativas elegidas por las comunidades para cada subregión.
La convocatoria tenía como fin crear la mesa subregional, que la conforman delegados de municipios para hacer seguimiento a la implementación. Pero terminó en una carta firmada por 38 representantes de diferentes consejos comunitarios en la que suspendían las actividades del Pdet.
“Los de la costa caucana creían que en Buenaventura íbamos volando, y a nosotros nos decían que ellos iban adelantados. Cuando nos sentamos a revisar, nos dimos cuenta que ninguno de los municipios tenía avances”, nos dijo Ferney Celorio, de la mesa técnica de seguimiento del Pdet de Buenaventura.
Desde ahí empezaron a buscar una forma de presionar. Parar era la mejor opción porque sin la presencia de las comunidades, la ART no podía presentar grandes avances. Y en busca de mostrar resultados, tendrían que sentarse a dialogar.
Entre los argumentos de la carta para frenar las actividades estaba que la zona seguía siendo muy golpeada por el conflicto y que las autoridades locales ya no tenían influencia en las decisiones que se tomaban sobre la implementación, algo que va en contravía del espíritu con el que se concibieron los Pdets como un espacio totalmente participativo.
Sentían que tras quedar plasmadas las iniciativas, la ART empezó a reunirse con las alcaldías para definir cómo sacar adelante las propuestas. “Cuando las alcaldías entran, las comunidades empiezan a desaparecer”, nos dijo un integrante de un consejo comunitario en Guapi.
La carta también decía que se debía crear la coordinación del Pdet Pacífico Medio que por ahora estaba a cargo de la misma persona encargada del de Alto Patía y Norte de Cauca. Y resaltaba que el Pdet necesitaba un ajuste técnico y metodológico que incluyera un plan de choque con las comunidades para priorizar, estructurar e implementar el programa.
Ese día, se citó a una reunión el 13 de octubre con funcionarios que tuvieran capacidad de decisión, como el director de la ART, Juan Carlos Zambrano, pero Zambrano no llegó. Las comunidades aseguran que tampoco han tenido respuesta a la carta en la que se declararon en cese de actividades.
En la oficina de prensa de la ART nos dijeron que sí responderán, pero aún no saben cuándo ni en qué sentido.
Sin la participación de los consejos comunitarios, es difícil para el Gobierno concertar la hoja de ruta, que es la herramienta que ordena, articula y precisa las fuentes de financiación y los responsables de las iniciativas Pdet (solo 10 de las 16 subregiones Pdts tienen una). Y en caso de concretarse una obra de construcción, no se podría realizar sin que los consejos comunitarios lo aprueben.
Aunque con el paro el Gobierno tiene una razón adicional para retrasar las obras, la mayoría de los consejos comunitarios siguen firmes con su huelga. “Para qué voy a llorar por algo que no tengo”, dice Wisne Hinestroza, de Buenaventura, cuando uno le pregunta por el impacto que podría tener frenar las actividades del Pdet.
Los reclamos de las comunidades
Buenaventura limita por el sur con López de Micay, un municipio de la costa caucana al que sólo se puede llegar por lancha. El casco urbano sería una isla si no fuera por un angosto pedazo de tierra que lo mantiene unido.
En López, el 81% de la población vive en la pobreza. “Acá el trapiche o el mejoramiento a una escuela tendría un impacto”, nos dice Amaris Angulo, representante legal del Consejo Comunitario La Mamuncia. Además de esas iniciativas, siguen esperando obras básicas como la construcción de un muelle saltadero que son unas escaleras que permiten conectar el río con tierra firme para la llegada de las lanchas, por ejemplo.
Por eso Angulo dice que lo único que ha hecho el Pdet, en López de Micay, es generar gastos para las comunidades y engañarlos. “Es una farsa (el Pdet), un engaño a las comunidades. Después de tantos años sentimos que sólo hemos perdido el tiempo. Acá sólo vienen y visitan los terrenos, dicen qué van a hacer y todo está en ceros”.
Cuatro días de viaje, cuatro días de pura desilusión concentrada.
La explicación del Gobierno
Frente a esos retrasos, el coordinador del Pdet, Jose Luis Valencia, nos dijo que estaban trabajando con los responsables “para que avancen en estas obras Pdet que están identificadas en territorio y están en proceso de ejecución”. No explicó cuál era la razón de las demoras.
Sin embargo, aclaró que ya hay obras entregadas, otras que serán terminadas pronto —aunque no precisó cuántas ni cuáles— y que tienen identificadas bolsas de proyectos que serán presentadas en el Ocad Paz, que es el que viabiliza y aprueba proyectos de inversión que contribuyen a la implementación del Acuerdo y que son financiados con recursos de regalías.
Desde la ART, y con corte a septiembre de este año, registran más de 444 millones de pesos entre recursos comprometidos, en ejecución y entregados que corresponden a 106 proyectos en Pacífico Medio.
Según los avances del Pdet, en Pacífico Medio hay 29 proyectos terminados. Entre estos hay varios de mejoras de instituciones educativas, la construcción de los dos parques y otros de fortalecimiento a empresas u organizaciones de artesanías o gastronomía local.
Pero hasta el momento, esos proyectos no han logrado convencer a las comunidades de que todo su esfuerzo participativo y todo el discurso de transformación tanto del Gobierno Santos como el de Duque se ha traducido en un cambio en sus vidas. Según Wisne Hinestroza, de Buenaventura, esas obras no son resultado de lo pactado en el marco del Acuerdo de Paz, sino en procesos y promesas anteriores como las del Paro Cívico de Buenaventura en el caso del distrito que él conoce.
Y mientras esa sensación crece y se reafirma en las comunidades, la ART, en lugar de responder a las peticiones de la carta, envió invitaciones a algunos integrantes de los consejos comunitarios para que el próximo 18 de noviembre, y en el marco del quinto aniversario de la firma de los acuerdos, asistan a las actividades nacionales y subregionales y conmemoren el Día Pdet.