“Me duró tres días esto, imagínese. ¿Usted puede creer?”, dijo hoy la periodista Paola Ochoa en Blu Radio, anunciando que ya no será la fórmula vicepresidencial de Rodolfo Hernández.
Igual de sorpresiva a la renuncia fue su misma escogencia, una decisión tomada en solitario por Hernández, sin consultar ni siquiera a sus asesores más cercanos. Esa falta de estrategia deja en evidencia que su proyecto político sigue siendo uno unipersonal, a pesar de la fuerza que ha tomado su candidatura. Además, que la persona detrás del proyecto, el ingeniero Rodolfo, se guía en sus decisiones más importantes por impulsos detrás de los cuales hay poco cálculo y unos instintos propensos al error.
La patraseada
Ochoa, una periodista económica de 45 años que nunca ha aspirado a un cargo político, hizo hoy ronda de medios para contar que ya no sería fórmula vicepresidencial. Dijo que en estos días ella y sus hijos “estamos hechos un manojo de nervios” porque su nominación puso en la palestra pública una posible separación de su esposo Juan Ricardo Ortega, exdirector de la Dian, y actual presidente del Grupo de Energía de Bogotá.
El drama de una decisión de campaña errática saltó a la radio. En Blu Radio dijo que ella nunca había hablado de un “problema matrimonial” y aseguró que al primero que le había dicho sobre la candidatura fue a Ortega. Pero en La W hace dos días su versión fue distinta. Cuando le preguntaron qué pensaba Ortega de que ella se lanzara, dijo que no habían hablado del tema “porque estamos atravesando por una crisis por la que pasan todos los matrimonios. En la casa no hemos hablado de eso”.
Además, el lunes Ortega escribió en un trino que ya no estaban juntos.

Sobre su patraseada, Ochoa contó que le envió una carta a Hernández a las 3 de la mañana de hoy explicándole y que a las 4 y media hablaron al teléfono y él la entendió.
Antes del atropellado reversazo, está la historia de un anuncio parecido. Hernández sumaba ya varios intentos fallidos por tener coequipero. Nadie le aceptaba la vicepresidencia. En su búsqueda primaron perfiles más empresariales o estadistas. Muy distintos a Ochoa.
Tuvo en la baraja a la empresaria Beatriz Fernández, fundadora del restaurante Crepes & Waffles; a la exdirectora del Icbf, Cristina Plazas; a la exministra de Comercio, María Claudia Lacouture, y a la excónsul en Washington, Libia Mosquera (a quien miembros de su campaña aún están impulsando). Pero varias de ellas, e incluso también otros empresarios como Mario Hernández y Arturo Calle, lo rechazaron.
Ni siquiera Ochoa fue su primera opción del mundo lejano del periodismo. Según una fuente que lo supo de primera mano, Hernández le ofreció el cargo a Diana Saray Giraldo, directora del diario santandereano Vanguardia, aunque ella ha sido crítica de su carrera a la presidencia.
Sin cálculo
El equipo de trabajo de Hernández se enteró de que Ochoa había aceptado ser su fórmula vicepresidencial como el resto del país: por las noticias y de boca de Ochoa. De hecho, hasta hoy la campaña no ha hecho ningún pronunciamiento oficial ni de la llegada de Ochoa ni de su renuncia.
La campaña del exalcalde sigue siendo sui generis, con no más que sus estrategas de cabecera, una pareja de publicistas argentinos, un coordinador político, una coordinadora administrativa, una asistente personal y una encargada de comunicaciones.
Aún cuando son tan pocos, ninguno tenía idea. Tampoco los miembros de su única lista a la Cámara en Santander, ni tres personas que lo asesoran externamente y ayudan a relacionarse en Bogotá.
“Me enteré por los medios y no he podido hablar con él. La verdad ni conocía a Paola”, nos dijo una persona que lo ayuda a relacionarse en Bogotá.
“Lanzó esa bomba el lunes desde Bogotá. Llegó a las 5 de la tarde a Bucaramanga y a las 6 ya estaba durmiendo. Madrugó el martes a Barranquilla. No hemos hablado con él”, nos dijo un miembro de su campaña, cuya única sede oficial está en la capital santandereana.
Si bien Hernández no es de organizar ruedas de prensa, sí emite comunicados y publica videos en sus redes contando sus decisiones. En este caso no lo hizo.
Quienes dan el visto bueno de cada comunicado oficial son sus estrategas argentinos, Hugo Vásquez y Guillermo Meque. Además de que ellos también se enteraron por medios de comunicación, apenas hasta ayer en la tarde, cuatro días después, se reunieron con Hernández para hablar del impacto que tuvo la decisión.
La impulsividad
Hernández tiene una estrategia de comunicación cimentada en la lucha contra la corrupción y recientemente en sacar a la gente de la pobreza. Pero lo que la apalanca es su espontaneidad. Un rasgo que unas veces lo hace elocuente o chistoso pero otras veces grosero o impulsivo.
Las tres fuentes de su campaña con las que hablamos coincidieron en decir que, a su parecer, la única razón por la cual Hernández tomó la decisión intempestivamente, sin avisarle a nadie, es porque “él es así”.
Había un factor presionando: Hernández estaba preocupado porque se sentía retrasado en la campaña.
Ya que él no se medirá en las consultas el próximo 13 de marzo, tiene plazo para inscribirse con su fórmula hasta el 8 de marzo. Pero, según le dijo a La Fm hace nueve días, estaba afanado por hacer el trámite porque sólo entonces podría registrar las cuentas de campaña para una eventual reposición de votos.
“Como yo estoy financiando la campaña con recursos propios no he podido abrir la cuenta porque para abrirla me piden la resolución de inscripción para que esos gastos, a partir de la fecha es que los reconoce el Estado”, dijo.
Y es que en lo poco que Hernández explicó sobre la elección de Ochoa, dijo: “siendo periodista, ¿qué quiere decir el mensaje? que vamos a respetar y apoyar todo lo que es la libertad de opinión”.
Ese mensaje no encaja con los de su campaña. La relación con la prensa no había sido motivo de crítica a Rodolfo ni tiene relación directa con su línea discursiva habitual: repetir hasta el cansancio que “los políticos solo dejan hambre, desolación y ruina”.
Además, La Silla supo que internamente el análisis de la campaña fue que la decisión tuvo más reacciones negativas que positivas. Y eso, según una fuente que lo sabe de primera mano, no estaba en los cálculos de Hernández.
“Estaba convencido de Paola, pero no pensó que el problema ideológico que tenía esta periodista, le iba a generar en las redes una reacción tan pronunciada”.
Es que Ochoa, quien llevaba seis años de panelista en Blu Radio, es conocida por sus posturas controversiales. Como cuando dijo que dar leche materna era “de países subdesarrollados”. O, en medio del paro nacional, cuando sugirió que el Gobierno debía considerar apagar Internet para frenar las protestas.
Incluso su exjefe, el director de Blu Radio, Nestor Morales (que hoy ya le insinuó que podía volver a la mesa de trabajo) la despidió el miércoles diciendo “he aprendido a valorar sus impertinencias”.
Pero aunque en declaraciones polémicas, Hernández y Ochoa coinciden, no había otro punto de encuentro.
Según dos fuentes de la campaña, Hernández estaba buscando un perfil que lo acercara al mundo empresarial. Y si bien Ochoa, tal y como ella misma dijo, ha ejercido el periodismo desde la perspectiva empresarial, sus polémicas la han alejado de la gente de a pie, que es la que Hernández está tratando de conquistar.
Un golpe a su propio equipo justo cuando su crecida en las encuestas empieza a estancarse. Según la última encuesta Invamer Poll, publicada esta semana, cayó un punto de favorabilidad y su desfavorabilidad creció cinco puntos. Así, más que un cálculo político o una estrategia de campaña, en la decisión primó el cálculo solitario del exalcalde de Bucaramanga que aspira a ser presidente.