El director técnico del equipo Junior, que acaba de retirar una tutela contra el Gobierno por “violación a la dignidad humana”, un vendedor ambulante y el Alcalde de Cúcuta, son tres caras del confinamiento de los mayores.
El director técnico del equipo de fútbol Junior de Barranquilla, Julio Avelino Comesaña, el alcalde de Cúcuta Jairo Yáñez y don Orlando Logreira, un vendedor ambulante de fruta que depende de su trabajo; representan a esos mayores -en sus 70 o a punto de cumplirlos- en riesgo por coronavirus, que no sólo quieren salir para estar con sus familias, sino porque ocupan posiciones de liderazgo o hacen trabajos determinantes para sus vidas.
El confinamiento ordenado a quienes tienen más de 70 ya pasó los dos meses, pero, a diferencia de lo que sucede con el resto de la población, se extenderá mínimo hasta fines de agosto, y probablemente más ya que su fragilidad frente al virus no va a desaparecer.
Y, aunque esta vez el presidente Iván Duque anunció que esa extensión incluye permiso para tres salidas semanales de media hora, esta vez se generó un malestar que algunas figuras públicas, como los exministros Humberto de la Calle, Rudolf Hommes y la columnista Florence Thomas, hicieron público.
Comesaña, el Alcalde y don Orlando son la cara de aquellos para los que nunca ha sido una opción quedarse en casa, así el Presidente los haya infantilizado por varias semanas llamándolos “abuelitos” (expresión que luego cambió).
Salir a la calle es cumplir la tarea
A sus 72 años, el famoso director técnico del Junior, Julio Comesaña, tiene tan poco deseo de encerrarse y tanta disposición para trabajar que, frente al confinamiento ordenado por el Presidente, la semana pasada decidió presentar una acción de tutela contra el Gobierno por “violación a la dignidad humana, la salud mental, el trabajo y la libertad de escoger profesión y oficio”.
Comesaña dijo que quería poder dirigir a sus jugadores desde el 8 de junio, fecha en la que está previsto el regreso a entrenamientos individuales.
En los meses previos a esto, se reunió de manera virtual con su equipo, pero dice: “A mí me cuesta bastante la relación si no veo a la persona, si no la tengo cerca. Yo extraño estar con ellos permanentemente”.
El Club Deportivo Junior, que pertenece al poderoso clan de los Char de Barranquilla, emitió un comunicado de prensa en el que dice que respeta a Comesaña en interponer su acción, pero no lo apoya, pues cree que existen otros foros donde se puede tener esta discusión, como hablar directamente con las autoridades.
Con este comunicado, el Club prefirió desmarcarse del director técnico antes que afrentar a Duque en un momento en el que Cambio Radical, partido en el que están los Char, pasó a ser del gobierno y tiene representación en el gabinete ministerial con el Ministro de Salud.
Esa posición contrasta con el hecho de que Comesaña le haya dado cuatro triunfos nacionales en el fútbol colombiano al equipo sobre cuyo éxito los Char han cimentado parte de su imperio político, como lo hemos contado.
El desmarque de Comesaña no sólo se dio desde el club, sino también desde la Alcaldía de Barranquilla, en donde mandan los Char hace 12 años.
Así lo evidenciaron las declaraciones de Ricardo Plata, secretario de Desarrollo Económico de la ciudad, quien, tras conocerse la tutela, salió a reforzar la crítica a Comesaña diciendo que ésta era innecesaria, pues el decreto no le impide a Comesaña trabajar desde el próximo 8 de junio: “En realidad no prohíbe que los mayores de 70 salgan a laborar si su actividad está exceptuada en la cuarentena decretada por el Gobierno”, explicó Plata.
Sin embargo, el Decreto de Duque no especifica si las personas mayores de 70 años que tengan que trabajar por fuera o estén dispuestos a hacerlo, lo pueden hacer. Aunque, de no ser así, por ejemplo, la Canciller Claudia Blum, que tiene 71 años, no habría podido asistir a algunas reuniones a las que ha ido en medio de su aislamiento.
Hace apenas unas horas se conoció la noticia de que el técnico, que en cualquier caso sí se encerró un tiempo, había retirado la tutela.
Para otros mayores el confinamiento no ha sido una opción en ningún momento.
Es el caso del alcalde de Cúcuta, Jairo Yáñez, quien tiene 68 años -y legalmente no tiene la restricción-, pero desde antes de la pandemia ha sido estigmatizado por su edad.
Yáñez venció a las maquinarias cuestionadas (las del exalcalde condenado por homicidio Ramiro Suárez Corzo) de su ciudad y, desde entonces, en algunos corrillos le han cuestionado la edad, le han dicho “viejo decrépito” e incluso se ha llegado a especular si su estado de salud le daría para llevar la gestión de la pandemia.
Hablamos con él y nos dijo:
“La vida me ha hecho un gran regalo: una salud de hierro. Esa salud se mejora trabajando por la ciudad y no quedándose quieto. Lo que me preocupa no es mi edad, sino no poder hacer todo lo que me toca hacer para ayudar a la ciudad en esta crisis”, nos contó.
Yáñez trabaja desde las 8 de mañana y no se queda en el despacho: como otros mandatarios más jóvenes, sale a los barrios a entregar ayudas.
Hace dos meses cuando estuvimos junto a la Fundación Techo les dije que nunca estarían solos, y aquí estamos. pic.twitter.com/hqddjjRiHC
— Jairo Yáñez (@ingjairoyanez) April 5, 2020
El mandatario ya se hizo una prueba del coronavirus y le salió negativa.
Dice optimista: “Tengo toda la energía para salir y seguir haciendo cosas. No es un tema de edad lo que me define, sino mi propia autoestima y control”.
Don Orlando Logreira ni quiso ni pudo quedarse en casa.
Él vende frutas en Barranquilla, en el sector de Villa Santos, al norte de la ciudad. Su jornada comienza a las tres de la mañana, cuando va al mercado público a comprar la venta del día.
Allí escoge aguacate, piña, banano, mandarina y otros frutos y luego camina con su carrito, similar a los de mercado, y se arrima a pie hasta el punto debajo de un árbol, en donde ya sus clientes saben que está.
Nos cuenta que la primera cuarentena sí estuvo encerrado por la zozobra del contagio, pero que después no aguantó porque no estaba ganando plata:
“Uno no está pretendiendo que el Gobierno le esté dando limosna; no estoy inscrito en nada de ayudas. Dos días antes de que comenzara la nueva cuarentena arranqué a trabajar por necesidad, pero también porque estar zampado en cuatro paredes es muy estresante”.
El trabajo no ha estado tan bueno porque la gente prefiere no exponerse a comprar cosas en la calle. Don Orlando estima que está vendiendo el 30 por ciento de lo que vendía antes.
Su jornada termina a las tres de la tarde cuando vende todas las frutas y se regresa a la casa donde vive solo y vuelve a sus lecturas. Le preguntamos cuáles eran y respondió:
“La literatura clásica, la buena literatura. Las personas de la tercera edad son las que más saben qué hacer con su vida, no hace falta que nos pongan mordazas para saber qué hacer con ella”.
Según datos del Ministerio de Salud, los ingresos del 30 por ciento de los mayores de 60 años sigue dependiendo de actividades laborales, por lo que no cabe duda que para muchos de ellos quedarse recluidos en casa no fue ni será una opción durante la pandemia.
En el reclamo de los mayores de 70 años es central la idea de que el gobierno y la sociedad han subestimado esa etapa de la vida como una de minusvalidez, cuando, conforme avanza la esperanza de vida en la sociedad, se vuelve cada vez más una edad en la que se puede seguir trabajando, tener actividades y ocupar puestos de liderazgo.
La pandemia, así, entre sus muchos otros efectos inesperados, se está volviendo en ocasión para que una generación redescubra una voz y, sobre todo, para que quiera hacerla oír.