Gustavo Petro planteó un pulso en la calle alrededor de su reforma a la salud. Lo perdió.

Esa es la conclusión después del estreno de la movilización convocada por el presidente el martes y de la contramarcha que realizó la oposición hoy. Solo teniendo en cuenta la cantidad de gente que llegó a la Plaza de Bolívar, en Bogotá, los antipetristas superaron por creces —entre cinco y seis veces según los periodistas que estuvieron en ambas— los seguidores del presidente que solo llenaron la mucho más pequeña Plaza de Armas.

“Petro planteó el juego en el tablero de la calle y perdió”, dice Luis Guillermo Vélez, analista político y ex secretario de la Presidencia de Santos. “Los congresistas son como los lobos que huelen la sangre a la distancia. Y de esta, el presidente sale herido”.

El llamado inicial de Petro era para que la gente “dialogara” sobre la reforma de la salud en la calle, pero desde el principio quedó claro que el verdadero objetivo era hacer una demostración de fuerza ante el Congreso, mostrarle que oponerse a su proyecto era ir en contra del pueblo.

Sin embargo, su llamado no logró movilizar a las multitudes que lo acompañaron en campaña. Muchos de los que salieron a la calle eran sindicalistas aliados del gobierno —muchos de Fecode—, contratistas públicos, y la base más movilizada del petrismo. Poquísimos estaban allí por la reforma a la salud; su motivación central, según dijeron decenas de entrevistados por La Silla, era ver al presidente. Y el presidente no los defraudó: dedicó menos de cinco minutos a explicar la reforma a la salud.

El resto del tiempo repitió desde el balcón sus críticas al neoliberalismo, a “la oligarquía” y a la prensa y terminó advirtiendo que detener el “cambio” produciría violencia.

Foto: Andrés Toquica

“Dictador me llaman cuando hemos dejado nuestra obra en manos del Congreso, como una democracia lo requiere, pero lo que sí debo advertir, es que si por alguna circunstancia las reformas se trabaran, lo único que están haciendo es trabar un pacto social”, sentenció. Y agregó: “Tal vez se repitan los hechos de 1938 cuando detuvieron la revolución en marcha, quizás en los círculos del poder económico se tejan mecanismos para evitar una época de cambio, si eso es así solo hay que recordar a 1938. Detener la revolución en marcha condujo al asesinado de Jorge Eliecer Gaitán y a una violencia que aún no termina”.

Petro terminó su discurso invitando “al pueblo a levantarse” y no arrodillarse. Y eso hizo el pueblo, pero no el que el presidente esperaba.

La oposición se moviliza

Hoy, en varias ciudades del país, pero sobre todo en Bogotá, la derecha se tomó la calle y demostró que —aún sin un líder como Álvaro Uribe a la cabeza— logró sacar mucha más gente que el presidente.

La gente que marchó el miércoles lo hizo principalmente alrededor de las banderas que llevaron al triunfo del No: el anticomunismo, el antiprogresismo, el no al aborto, el respeto a la Policía y a la Fuerza Pública. Era una multitud variopinta de ideas conservadoras y de derecha, en ocasiones violenta, y sin un liderazgo claro. Tanto que en un momento había una discusión intensa sobre si marchar hacia la Plaza de Bolívar o el monumento de los héroes caídos en la calle 26. Y una vez aglomerados en la Plaza no había un evento central que los convocara.

Pero las emociones eran nítidas: “Ví rabia…mucha. Angustia, temor, determinación, vi muchos jóvenes. Vi un sentimiento alrededor de una bandera que no veía desde que se hizo la marcha contra el secuestro”, dice Carolina Restrepo, quien se quemó como candidata por Salvación Nacional a la Cámara en las últimas elecciones.

Los periodistas de La Silla identificaron la misma sensación de rabia contra el presidente, y de temor que su presidencia derive en un régimen autoritario como el chavista o el cubano. De hecho, el eslogan más cantado era “Y no, y no, y no me da gana, una dictadura como la cubana”.

Foto: Andrés Toquica

Así como la marcha del martes fue una marcha a favor del presidente, la del miércoles fue una marcha en su contra. Los temas que movilizaron a unos y otros no son las fracturas del gobierno Petro: no fueron los temas de la transición energética, ni del manejo de la inflación, ni las reformas de la seguridad social las emociones detonantes de la movilización.

Tampoco salieron a marchar los tecnócratas ni los liberales que en privado se oponen al gobierno. Fue principalmente la derecha. Y es de ahí de donde se coge ahora el Petro para reaccionar frente a su derrota.

De verdad tenemos una extrema derecha, extrema. https://t.co/u9H1FWaG2X— Gustavo Petro (@petrogustavo) February 15, 2023

La reacción del presidente

No vio la marcha en su contra, ni siquiera por Twitter. Se encerró. En Casa de Nariño convocó a los periodistas que cubren palacio a una reunión a las 11 de la mañana que se prolongó hasta las 3 de la tarde. De esta manera, los reporteros de los medios encargados de cubrir Palacio estaban aislados y sin su celular mientras la Plaza de Bolívar se llenaba de opositores al presidente con el que conversaban. Lo curioso es que Petro tampoco miró su celular, algo inusual en un mandatario que, por encima de cualquier otro rol, es un influencer de las redes.

Terminada la reunión y la movilización, Petro ha trinado varias veces minimizando la movilización en su contra, destacando incidentes como el vandalismo a una escultura de la paloma de la paz o gritos xenófobos de algunos asistentes. Lo que muestra que el mensaje de la marcha de hoy no será asimilado para moderar sus posturas ni cambiará las narrativas del presidente. No es el pueblo que le interesa a él.

“Las decisiones del gobierno no dependen de una marcha. Las decisiones están tomadas por el presidente y su equipo de gobierno, es la suma de un acumulado histórico”, dice Álvaro Jiménez, analista político que conoce bien a Petro. “La fortuna es que la decisión es por la vía del debate político. Ahora sí se volvió importante ser congresista”.

El interrogante ahora es cómo interpretará el Congreso lo que sucedió estos dos días. “El Congreso es sensible a la manifestación popular de apoyo al presidente. Pero hoy se demostró que el Congreso del ‘cambio’ es chiquito”, dice Gonzálo Araújo, socio de Orza, una firma especializada en relacionamiento estratégico con el gobierno y el Congreso.

En el mismo sentido, una congresista de uno de los partidos no petristas de la coalición oficial le dijo a La Silla, off the record porque no quiere indisponer a sus colegas, que la convocatoria de Petro fue un “golpe demoledor”.

“La reforma a la salud es tan grotesca que el Congreso no le iba a caminar antes de conocer el texto —dice— pero ahora que conocemos el texto y después del discurso amenazante menos. Nos faltaba el dato de qué tanto apoyo de la gente tenía. Y Petro nos lo dio”.

Fracasado, por ahora, el experimento del presidente de apostarle al camino del activismo por encima del de la negociación política en el Congreso, comienza la discusión de la polémica reforma de la salud. 

Foto: Andrés Toquica

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...