Replicando la estrategia con la que llegó a la Alcaldía de Bogotá, Gustavo Petro arrancó su carrera para la Presidencia. Hay interrogantes jurídicos y políticos sobre su candidatura.

Replicando la estrategia con la que llegó a la Alcaldía de Bogotá, Gustavo Petro arrancó su carrera para la Presidencia el viernes, cuando inscribió el comité de firmas ‘Colombia Humana’.

A pesar de que no tiene una estructura política, existen dudas sobre si está habilitado para participar por las multas de la Contraloría y salió con bajos índices de favorabilidad de la Alcaldía, arranca punteando en las encuestas y con una base de seguidores que lo acompaña en su movimiento Progresistas.

Su plan de aquí a noviembre será conseguir 1 millón de firmas (necesita mínimo 386.148 mil) para inscribir su candidatura.

Para eso pretende replicar las tácticas que le sirvieron para ganar y mantenerse en Alcaldía de Bogotá: desde el discurso contra el Establecimiento y las maquinarias tradicionales, hasta acudir a una tutelatón si gana la Presidencia si no se puede posesionar por las multas que tiene en la Contraloría.

La réplica de la Bogotá Humana

Como en 2011, Petro se lanzará por firmas ante la falta de un partido, con el discurso de buscar una alianza de sectores sociales por fuera de las estructuras políticas tradicionales.

Está organizando sus bases por medio de “nodos”, el nombre que le da a los grupos ciudadanos unidos a partir de causas como el animalismo y el ambientalismo, que no están bajo la sombrilla de partidos, pero que son muy activos políticamente y muy movilizados. Son las “nuevas ciudadanías” que él ha reivindicado desde que se lanzó a la Alcaldía de Bogotá.

En la campaña contará con fichas clave del gabinete con el que gobernó en Bogotá: Jorge Rojas, exsecretario de Integración Social; Susana Muhamad, exsecretaria de Ambiente; Gloria Flórez, exsecretaria de Gobierno; José Cuesta, ex subsecretario de Gobierno, y Gerardo Ardila, exsecretario de Planeación. Incluso es probable que María Mercedes Maldonado, su exsecretaria de Planeación y Hábitat y excandidata de Progresistas a la Alcaldía, se vincule al diseño del programa de gobierno, aunque no a la campaña política.

Además ha retomado en su discurso pilares del que fue su plan de desarrollo distrital, como la defensa de lo público y la lucha contra el cambio climático.

Por eso, mirando lo que viene, Bogotá seguirá siendo una plaza clave para él porque está el modelo que pretende replicar a escala nacional.

Y aquí, además, enfrenta dos grandes peleas que le pueden ayudar en su estrategia para legitimar su lucha: contra el alcalde bogotano Enrique Peñalosa y el otro candidato Germán Vargas Lleras.

De las peleas en Bogotá a lo nacional

Petro ha encontrado en Peñalosa a un representante de aquello a lo que se opone. Por ejemplo, con planes como el de intervenir la reserva Van der Hammen o la disminución de subsidios, el exalcalde le ha sacado jugo a su lucha ambiental y por la justicia social.

Por eso metió a Progresistas en la campaña por la revocatoria, con la ventaja de que entre más logre Peñalosa dilatar una posible votación para definir su futuro, ésta quedará más cerca de la campaña de 2018, y le servirá a Petro para cabalgar sobre ella para la Casa de Nariño.

Peñalosa también le ha servido a Petro para canalizar su discurso contra Cambio Radical (que avaló al actual Alcalde) y por ende contra Germán Vargas Lleras, con quien se codea en la punta de las encuestas.

Como Claudia López, Petro se perfilará como el contendor de Vargas con el argumento de que representa la política tradicional, la oligarquía y las relaciones de la dirigencia tradicional con sectores cuestionados (como en el caso de los condenados de Cambio Radical por la parapolítica -que Petro denunció- y otros delitos).

 

También capitalizará el hecho de que su presunta inhabilidad para ser Presidente tiene origen en el contralor de Bogotá, Juan Carlos Granados, que milita en Cambio Radical.

Fue él quien le impuso la multa por 217 mil millones de pesos por el detrimento que generó la decisión de Petro de rebajar el pasaje de Transmilenio en su Alcaldía; y tiene a cargo decidir si el exalcalde también es responsable de otro supuesto detrimento por 300 millones de dólares por la recompra de la empresa TGI por parte de la Empresa de Energía de Bogotá, una acusación que como mostró La Silla Cachaca es muy debatible. De no pagar, estaría inhabilitado para posesionarse.

“Vargas Lleras está preocupado por las encuestas, agudiza su represión a través de su policía política enquistada en las entidades del Estado”, dijo Petro en un video el día en que la Contraloría le formuló cargos por el segundo caso.

Andrés Charry, líder progresista de Bogotá, le dijo a La Silla que esta situación les sirve para resaltar que el exalcalde es una víctima del sistema político contra el cual lucha, como hizo en 2013, cuando la Procuraduría lo destituyó y Petro resucitó políticamente con el discurso de que el sistema quería excluirlo.

Todo esto nutrirá su mayor activo y es su imagen de político antiestablecimiento, que expresa el resentimiento de muchos colombianos con el sistema político y social tradicional.

En medio del rechazo de los colombianos a los partidos tradicionales y una desazón general que expresan los encuestados por la seguridad, el proceso de paz, la situación económica, el descrédito de los partidos políticos y las instituciones públicas, el discurso de Petro tiene un campo fértil para crecer.

Y, a juzgar por las encuestas, le ha servido. Tanto que se ha convertido en el temor número uno del Establecimiento en el escenario del 2018.

Pese a su popularidad en algunos sectores, su situación jurídica para ser candidato aún no está resuelta, a lo que se suma la incógnita de cómo hará para crecer más allá de su base de admiradores.

Lo jurídico

Ante las multas de la Contraloría, Petro insiste en que “no hay inhabilidades taxativas en la Constitución para que yo sea presidente porque tenga una sanción fiscal”.

Pero sobre eso hay todo un debate.

El Código Disciplinario dice que hay inhabilidades para ejercer cargos si hay sanciones como las de la Contraloría. Y que esa inhabilidad regirá por cinco años o hasta que el implicado pague la multa. Si es así, Petro no podría aspirar a cargos públicos sino hasta 2021. Salvo que pague, lo que es improbable debido a que la multa es multimillonaria.

Para el exalcalde, sin embargo, la voluntad de los votantes está por encima de consideraciones legales. De ahí su estrategia de pedir una medida de protección ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos para que le resguarde sus derechos políticos.

Es un recurso similar al que usó el detenido opositor venezolano Leopoldo López, y de hecho fue éste quien le sugirió que lo interpusiera. Y es un recurso no muy diferente del que le funcionó a Petro para regresar a la Alcaldía cuando el Procurador lo destituyó en 2013.

Por otra parte, la reforma política que el Congreso comenzará a discutir esta semana como parte del desarrollo de los acuerdos con las Farc, les pone límites a las inhabilidades no judiciales (o sea, disciplinarias y fiscales) como la que él tiene, y propone que solo queden en firme cuando el Consejo de Estado se pronuncie.

Esta fue una petición de la Misión Electoral al Gobierno. También una promesa del presidente Santos a los partidos minoritarios, tras una reunión con sus representantes, incluido Petro, en abril pasado.

Independientemente de que esto le sirva al exalcalde, no es seguro que se apruebe antes de elecciones, debido al poco ambiente que hay en el Congreso para pasar una reforma política en el año preelectoral.

Por eso, le contó a La Silla una fuente del petrismo, en Progresistas tienen la idea de que el candidato haga toda la campaña con la sombra de que no pueda posesionarse y en caso de que gane, ya legitimado por los votos, repliquen la tutelatón que ya aplicaron cuando la Procuraduría lo destituyó, con el argumento de que el derecho a elegir y ser elegido es superior al de una multa.

¿Sin acompañantes?

La otra incertidumbre sobre la campaña de Petro es de tipo político y es cómo hará para crecer por fuera de su fiel base de seguidores y llegar a la segunda vuelta cuando tiene un sólo concejal en todo el país, el rechazo en las coaliciones de centro que se están forjando y un discurso polarizador que le ha generado una imagen negativa por encima de la positiva.

El 30 por ciento que en promedio marca en las encuestas en Bogotá es muy similar al porcentaje con el que ganó la Alcaldía y a la favorabilidad con la que terminó su gobierno, lo que indica que después de dejar el Palacio Liévano se ha mantenido en sus niveles históricos

Aunque podría ser su techo en la capital del país, puede ganar más recogiendo apoyos en otras regiones que le sumen, como en el Caribe donde obtuvo 26 por ciento de intención de voto y el suroccidente, donde tuvo 11 por ciento, según la última Gallup siempre detrás de Vargas.

Era una situación similar a la que reflejaban las encuestas en la contienda por Bogotá del 2010 que Petro ganó porque el voto de centro se dispersó entre tantos candidatos.

Pero hay varios indicios para creer que antes de la primera vuelta la veintena de precandidatos que hay hoy harán coaliciones para impedir que el candidato de la coalición del No de Uribe gane en primera vuelta.

Si ese es el escenario, Petro tendrá que meterse, o conformar a su alrededor, una coalición que le permita proyectarse más allá de Bogotá y de la Costa.

Recientemente estuvo en el Congreso de la Unión Patriótica, donde participaron también el presidente del Polo, Álvaro Argote y la precandidata verde Claudia López. Allí dijo que incluso está dispuesto a apoyar una candidatura de los sectores de la izquierda, que no sea la suya, “si de ganar se trata”.

En las elecciones presidenciales de 2010 eso fue lo que hizo: unió todas las fuerzas de izquierda alrededor de su nombre, con el aval del Polo, y quedó de cuarto puesto en la primera vuelta con poco más de un millón de votos.

Incluso repetir esa apuesta parece más difícil para el 2018. En parte, porque los otros aspirantes de izquierda como Clara López y Jorge Enrique Robledo están buscando una coalición más de centro. Y en ambas parece que no tiene cabida el exalcalde.

Clara López, por ejemplo, está más cerca de una coalición con los liberales y con la U, ya sea a través de la consulta abierta de candidatos que apoyan la paz, con Humberto de la Calle, Juan Manuel Galán, Juan Fernando Cristo y eventualmente Juan Carlos Pinzón, o de la que promueve el expresidente Ernesto Samper.

En esta segunda coalición estarían Petro, Piedad Córdoba, y Clara López, con la desventaja par Petro que Clara y Samper son más cercanos y que si se da la consulta de Galán sería más rentable para Clara y los liberales ser parte de esa, que de la de la sola izquierda de Samper.

Como la coalición de los Ni-nís, de la que hace parte Jorge Enrique Robledo, ya dejó por fuera a Petro, su única alternativa de coalición es con otros candidatos de izquierda y probablemente con las Farc, a la que también le están haciendo el feo las otras eventuales coaliciones.

La esperanza de Petro, como de varios otros, es la de movilizar al 60 por ciento de ciudadanos indiferentes que ni siquiera votaron en el plebiscito y que rara vez se acercan a las urnas.

En todo caso, como contamos, en caso de que el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo resulte ser el candidato de los Ni-nis, muy probablemente los votos de Robledo prefieran irse para donde Petro o Clara López porque son de izquierda.

Cosa diferente sería si queda Robledo, porque al ganar la nominación con el respaldo de una coalición con aspirantes de centro, se distanciaría del estigma castrochavista que la derecha le endilga a los aspirantes de izquierda, como los exalcaldes Clara y Petro.

Con todas estas interrogantes, Petro destapó su juego a la Presidencia para, si lo logra, arrancar su proyecto de la Colombia Humana, de la que habló apenas salió de la Alcaldía.

Soy la editora de la sección En Vivo, coordinadora de podcast de La Silla Vacía y dirijo los Huevos Revueltos con Política. Soy periodista de la Santo Tomás y tengo una maestría en ciencias políticas y relaciones internacionales de la Universidad del Rosario. Fui reportera política en El Nuevo...

Periodista. Pasé por La Patria, Congreso Visible y El Espectador. Cubrí para La Silla las movidas de poder en Bogotá y Cundinamarca mientras existió La Silla Cachaca entre 2017 y 2019. Ahora ando pendiente de las conversaciones que podamos dar y generar desde La Silla en redes sociales. De vez en...