Ayer se aprobó el presupuesto de 2010 y muchos ni se dieron cuenta. Una agenda saturada por la segunda reelección, un Capitolio al que le quedan pocos congresistas expertos en temas económicos y un cubrimiento tibio por parte de los medios, hicieron que la discusión de uno de los proyectos de ley más importantes del año pasara de agache.

Más allá de la reciente polémica alrededor del presupuesto para las universidades públicas, del aumento de fondos para Familias en Acción y de la discusión alrededor de cómo se invertiría el impuesto al patrimonio, ningún otro tema presupuestal ocupó la primera plana durante los tres meses que se discutió esta ley.

Las escenas del pasado, donde los grandes oradores del Congreso ponían contra las cuerdas al Ministro de Hacienda para exigir sus auxilios parlamentarios, o cuando se envalentonaban y le devolvían el proyecto de Presupuesto al Gobierno, como le sucedió al segundo ministro de Hacienda de Uribe, Alberto Carrasquilla, no se repitieron esta vez.

Es más, ayer los medios estaban pendientes del debate de control político al Ministro de Agricultura por Agro Ingreso Seguro, que fue abruptamente postergado porque era el último día para aprobar esta ley, que para muchos es la más importante que pasa por el Congreso.

Se aprobó sin pena ni gloria

Para el senador Ómar Yepes, que es uno de los pocos expertos en temas económicos que quedan en el Congreso tras la muerte de Víctor Renán Barco y de Luis Guillermo Vélez, la razón para que las discusiones del presupuesto ya no sean tan mediáticas y ruidosas, es que el Congreso cada vez tiene menos que discutir.

“El presupuesto es cada vez más inflexible. El Estado tiene muchas obligaciones inamovibles y es muy poquito lo que el Congreso puede modificar”, le dijo a La Silla Vacía el político caldense que lleva más de diez años en la Comisión Tercera, que en conjunto con la Cuarta es la que aprueba en primer debate el presupuesto.

El hecho de que gran parte de la plata esté comprometida para transferencias, pago de la deuda y gastos de funcionamiento, hace que las partidas para libre inversión sean casi mínimas. Y esto vuelve la discusión mucho más técnica que política.

El presupuesto de inversión de 2010 – 24 billones – sólo equivale al 16 por ciento del monto global, que son 148,3 billones de pesos y una parte importante de este monto está amarrada a los programas del Plan de Desarrollo y al cumplimiento de sentencias de la Corte como la de los desplazados y el POS. Por esto, son pocas las sugerencias que pueden hacer los congresistas para que se inviertan más recursos en sus regiones o en los sectores que representan.

Sólo una minoría de parlamentarios tiene la preparación técnica y la cancha para darle un debate tú a tú al Gobierno frente a las grandes cifras, como son el tema de la deuda y los gastos de funcionamiento. “El Congreso en esto se atiene a lo que el Gobierno les diga”, dice Yepes.

“El presupuesto debe reflejar las prioridades de las sociedad. Ahí es donde se define cómo se deben gastar los impuestos. Y aunque para el equilibrio fiscal es mejor que sea lo más técnico posible, es clave que se discuta a fondo en el Congreso, para que queden allí reflejadas las preferencias de todos los ciudadanos”, le dijo Salomón Kalmanovitz a La Silla Vacía.

Otra mirada

Para algunos funcionarios del Gobierno no es cierto que el presupuesto haya tenido menos discusión que en otras ocasiones. Más de un billón y medio de pesos se agregaron al presupuesto de inversión por cuenta de las sugerencias de los parlamentarios.

Un billón de pesos repartido entre el sector transporte, el Ministerio de Protección Social y la universidad pública (50 mil millones) y otras inversiones menores fue adicionado para la aprobación del proyecto en primer debate. Y ayer se agregaron otras inversiones: casi 110.000 millones más de lo que se le había sumado a las universidades, 10 mil millones para las celebraciones culturales del bicentenario, 20 mil millones para la red terciaria de carreteras y 50 mil millones para el seguro obligatorio de salud.

Además, si bien han muerto o salido del juego los congresistas más veteranos y mediáticos que dominaban el tema económico del Congreso, quedan todavía algunos expertos como Oscar Darío Pérez Pineda, Gabriel Zapata, Germán Villegas y Camilo Sánchez. Y se comienzan a ver nuevos liderazgos como el del representante conservador caleño Santiago Castro.

Castro, vicepresidente de la Cámara, ha propuesto crear una oficina de asesoría técnica con los mejores economistas del país para que los congresistas cuenten con más elementos de juicio a la hora de discutir con los tecnócratas del Gobierno y de Planeación Nacional. Que son, para bien o para mal del país, quienes terminan decidiendo el marco de la discusión presupuestal.

Hizo parte del equipo fundador de La Silla Vacía. Politóloga de la Universidad de los Andes y magíster en Políticas Públicas del Hertie School of Governance, Alemania. Co-fundadora del centro de internet y sociedad Linternaverde.co e investigadora asociada de Quantil. Ha trabajado como asesora en...