Cuando pareciera que el Presidente Juan Manuel Santos estaba en su mejor momento se revela el resultado de la última medición de la encuesta que realiza para diversos medios Ipsos-Napoleón Franco y resulta que en todas las preguntas Santos disminuye su calificación frente a las cifras de noviembre del año pasado que ya eran menores que las de junio anterior.

Cuando pareciera que el Presidente Juan Manuel Santos estaba en su mejor momento se revela el resultado de la última medición de la encuesta que realiza para diversos medios Ipsos-Napoleón Franco y resulta que en todas las preguntas Santos disminuye su calificación frente a las cifras de noviembre del año pasado que ya eran menores que las de junio anterior.
La encuesta se aplicó justo cuando el Presidente apareció en la carátula de la revista Time, la primera vez que ocurre con un presidente colombiano, ilustrando el buen momento de Colombia. La revista Semana usó una foto casi igual para registrar “el cuarto de hora” del país. Los medios no se cansaron de elogiar el desempeño de Santos en la Cumbre de las Américas. Obama fue especialmente generoso con la calificación del Gobierno colombiano y la mayoría de los presidentes que fueron a Cartagena y Mariano Rajoy, el español, que estuvo en Bogotá, llenaron de adjetivos positivos el momento de Colombia.
Por eso la encuesta debió sorprender y hasta aguar la fiesta en Palacio. Los resultados son preocupantes para el Presidente. A él le gusta repetir que “lo importante es la tendencia”, que es como la regla de oro de las mediciones de opinión y de las estadísticas económicas. Pues bien, en este caso la tendencia es peor que la propia foto de esta semana.
Todas las encuestas públicas han mostrado una disminución de la imagen favorable del Presidente y del apoyo a su gestión desde mediados del año anterior. La medición de Gallup de hace un poco más de un mes reveló una caída de diez puntos en el último año y Jorge Londoño, el director de la encuestadora dijo que la imagen del Presidente estaba cayendo un punto por mes. La de Napoleón Franco muestra una caída un poco mayor, 13 puntos en 10 meses. La favorabilidad de Santos pasó de 71 a 58 por ciento de julio de 2011 a abril de este año, después de registrar 64 por ciento en noviembre. La encuesta del Centro Nacional de Consultoría publicada por el Noticiero CM& hace 10 días mostró que “frente al mes anterior hubo una disminución de 5 puntos porcentuales en la imagen positiva del primer mandatario”.
No creo que haya debacle ni que la popularidad del Presidente vaya a llegar pronto a niveles de crisis. La favorabilidad de Santos sigue siendo alta si se compara con cualquier otro resultado que no sea de Uribe o de él mismo hace algunos meses. El asunto tiene interés no tanto por las condiciones de gobernabilidad que no parecen estar en riesgo sino por la opinión misma que refleja una percepción distinta a la que podría tener un desprevenido agente secreto de los Estados Unidos que en vez de ir de burdel en burdel hubiera visto la televisión o leído los periódicos colombianos.
Sin embargo, el clima de opinión es un síntoma que refleja el estado del paciente. Santos está como cuando los exámenes que ordena el médico salen con el colesterol alto, los triglicéridos por encima de lo normal, la tensión un poco alta y el azucar más allá de los estándares, uno puede optar por ponerse a dieta y hacer ejercicio diario o pedir –como hace un amigo- que le cambien los resultados para que en la casa no lo pongan a régimen.
El Presidente debe tener los resultados de sus propios exámenes y esos seguramente son más precisos y detallados que los que se conocen públicamente, pero no deben mostrar nada muy distinto: lo que más daño está haciendo es el desempleo, la seguridad es el factor de mayor riesgo y una cosa es lo que piensan en Bogotá los estratos medios y altos y otra lo que opinan en estratos bajos y por fuera de la Capital.
De nada sirven las cifras de crecimiento económico del 6 por ciento y de aumento de la inversión extranjera directa si ello no se refleja en una disminución contundente de las cifras de desempleo que parecen haberse pegado en el 11 o 12 por ciento, uno de los más altos de América Latina.
Las encuestas miden en forma más certera lo que se oye decir casi en todas partes, que Santos “le está aflojando a la guerrilla”. No hay lugar de Colombia donde la gente crea que este Gobierno ha sido más contundente con la guerrilla que Uribe. Eso a pesar de la disminución continua de las cifras de homicidios.
La inversión pública nacional parece estancada. Cualquiera sea la información que transmita el Gobierno, la percepción es que llegó el otro invierno sin estar preparados y que lo que se dijo que se iba a hacer no se hizo. La gente ha oído hablar de un montón de dinero proveniente de regalías pero hay mucho trecho entre el dicho y el hecho.
Hay que bajarle a las grasas, hay que comer sin sal y sin dulce, hay que salir a caminar. Hay que concentrarse en que el crecimiento se vuelva empleo formal, hay que poner el acelerador en la ejecución de los programas, pero sobre todo hay que entender a la gente que es la que opina y juzga.
Decía una consejera presidencial en un avión en esta semana, a volumen alto como queriendo que todos lo pasajeros la oyéramos: “este país es muy chiquito, la gente piensa en chiquito, cómo no se dan cuenta de que lo que pasó fue una cosa muy importante” y la canciller, de lejos la funcionaria estrella del Gobierno, se lamentaba en la radio, de la incapacidad colombiana –según su juicio- de ver lo bueno.
Ambas expresiones fueron antes de la publicación de los resultados de la encuesta y reflejan el distanciamiento del Gobierno con la opinión que la encuesta confirmó. Para que los resultados de los exámenes sean mejores hay que ponerse a dieta, no pedirle al médico que los cambie o que los esconda.