Camilo Vargas (izquierda) es uno de los fundadores de la orquesta que interpretó los ideales farianos. (Foto AFP)

Esa orquesta era una de las apuestas de las Farc para sostener una identidad colectiva después del monte pero fracasó. Dos de los integrantes presuntamente iban a atentar contra ‘Timochenko’

Una de las apuestas de la exguerrila de las Farc para sostener una identidad colectiva después del monte, fortalecer su propuesta política y tener un tránsito cultural a la sociedad, la orquesta ‘Los Rebeldes del Sur’, fracasó.

Dos de sus integrantes, Gerson Morales y Carlos Ricaurte, murieron en el operativo que hizo la Policía para evitar un atentado contra el líder de esa exguerrilla, Rodrigo Londoño, ‘Timochenko’.  Aunque el jefe de las Farc agradeció a las autoridades por su labor, algunos dirigentes de Farc como el exrepresentante a la Cámara Benedicto González, o luego el mismo Timochenko no descartaron que se tratara de un montaje para mostrar una división al interior de la exguerrilla.

Los demás miembros de la orquesta se dispersaron.

Para entender la apuesta que fueron ‘Los Rebeldes’ y su situación actual, hablamos en Pitalito, Huila, con el cantautor Camilo Vargas, quien estuvo más de 25 años en la guerrilla, fue uno de los fundadores de la orquesta hace más de 20 años e impulsó su nuevo ‘boom’ con el Acuerdo de La Habana.

La Silla Vacía:¿Cómo nació la idea de montar una orquesta en las Farc en medio del conflicto?.

Camilo Vargas: Con el tiempo. Empezamos a recoger los ejemplos de Julián Conrado y Lucas Iguarán, los primeros guerrilleros que grabaron música en la Costa, y empezamos a mirar que la música era bonita, pegaba. Aparezco yo con el talento de escribir canciones y ahí empezó el proceso.

LSV:¿Pero fue una idea del Bloque Sur?.

C.V.:Un día yo le enseñé una canción a Fabián Ramírez, le gustó, y empezó a apoyarme en el ámbito de la música. Hasta entonces no había aparecido en el Bloque Sur otro que compusiera canciones. Lo primero que me regalaron fue un walkman que parecía una jabonera, una grabadora, y ahí empezamos a la música, haga canciones.

La oportunidad de grabar llegó en 1999 o 2000 antes de los diálogos de Pastrana en la zona del Caguán. A mí me tenían en el Séptimo Frente (operaba en el sur del Meta y era parte del Bloque Oriental), cuando de un momento a otro me dijeron que me recogiera, que me fuera otra vez para el Sur.

Cuando llegué me dijeron que me tenían para una orquesta, de hecho ya tenían dos acordeones, dos cajas, dos guacharacas, todo se había comprado de a dos, dos guitarras. Pero no había nadie que las tocara.

LSV: Con instrumentos pero sin músicos, ¿cómo hicieron para sonar?.

C.V.:En San Vicente del Caguán, en la época de Pastrana, conocí a Emilio Suárez, con quien trabajamos y nos hicimos amigos. Nos reunieron con Julián Conrado, Lucas Iguarán, Cristian Pérez y otros artistas que ya tenían sus CD para presentar. Nosotros no teníamos nada, un par de canciones mías. Conseguimos un acordeonero y ahí comenzó la idea de la orquesta, recuerdo que tocó completarla con civiles. Se hizo una búsqueda por la región y encontramos músicos a los que se les pagaba.

LSV: ¿Para qué sirvió tener una orquesta en la guerrilla?

C.V.:Tenía dos razones de ser. Una interna que era hacer la música revolucionaria, presentar las horas culturales, motivar la guerrillerada; la otra era la organización de masas – que, por ejemplo, vamos a hacer una fiesta en Peñas Coloradas (Caquetá) con civiles. Marulanda (Manuel) nos llevaba a cantar a pueblos donde ellos vivían, en La Sombra, por allá en el oriente. Y así pues se le cantaba a la población civil, ya no solo a la guerrillerada, sino a los civiles. Se hizo como organización de masas.

La música en las Farc sirvió para la organización de masas.

Camilo Vargas

LSV: Si la orquesta nació en medio del proceso de Pastrana, ¿qué pasó con ella cuando se rompieron esos acercamientos?

C.V.: Esa orquesta trabajó hasta la entrada del Plan Patriota (2003). Ahí tocó cambiar la música por la bala, porque prácticamente todos los días se escuchaba candela por todo lado. De hecho, la mayoría de los muchachos que arrancaron con la orquesta murieron en esos operativos del Plan Patriota. Ese proceso fue bastante duro. De esa primera orquesta quedamos tres, Pablo, Emilio y yo, de resto todos fueron derribados por el Plan Patriota.

LSV:¿Y los instrumentos?

C.V.: Esa primera orquesta tenía un montaje grandísimo, hecho por el mismo Marulanda. Eso no eran poquitos los instrumentos, llegábamos a tarima y eran 4 o 5 acordeones, como lo hace por ejemplo el Binomio de Oro. Teníamos todos los instrumentos habidos y por haber, tenía esa oportunidad de tenerlo todo.

Eso poco a poco lo fue cogiendo el Ejército. Los cogían y les metían microchips para rastrearnos hasta que los comandantes se dieron cuenta de eso, que nos estaban siguiendo y que podíamos caer por una emboscada, entonces dejaron los acordeones tirados, las cabinas y los instrumentos los tiraron al río, al agua, y esos instrumentos se perdieron.

LSV: Sin instrumentos y acorralados por el Plan Patriota, ¿cómo sobrevivió la música fariana?

C.V.: Con guitarra. Yo cargué mucho tiempo guitarra, eso era como mi fusil, porque yo no cargaba fusil sino pistola, y eso me tocaba fusil, guitarra y el equipo. Siempre cargué guitarra en el monte y con eso escribía para cuando tuviéramos la oportunidad de grabar o volver a tocar.

LSV: Esa oportunidad llegó con el acuerdo de La Habana…

C.V.: Cuando se inicia este proceso, esos pinitos, yo andaba en el Frente 32, luego me recogieron para la guardia del Primero, ahí fue que se volvió a hablar de la orquesta con el comandante Martín Corena. Le dijimos ‘camarada ahí está la idea, revivamos la orquesta’, y el señor aceptó de una vez.

Volvieron a comprar una cantidad de aparatos, creo que mejores instrumentos que los de la primera orquesta.

Pero en esta ocasión sí hubo escuela, como estaban en todo ese preámbulo de la paz, entonces ya hubo acceso a partes como el Mecaya o Senseya (sur de Caquetá, frontera con Putumayo) donde se sabía que no iba a atacar el enemigo y se pudo conformar la escuela de música Manuel Marulanda Vélez.

LSV: ¿Por qué dice que esa vez sí hubo escuela?

C.V.: Porque fueron músicos profesionales a enseñarnos, al pianista a tocar el piano, al acordeonero a tocar el acordeón y así sucesivamente. Así se hizo la escuela, prácticamente con solo guerrilleros, ya no necesitábamos de civiles para completar.

LSV: ¿Quién gestionó ese acompañamiento?

C.V.: En Farc nada se hace solo, eso fue un colectivo, a Martín Corena le tocó coordinarlo porque era el comandante del Bloque Sur, a él se le debía consultar, pero todo funcionaba a través de la dirección, en el colegiado de mandos. Seguramente Joaquín Gómez también estuvo al pendiente, aunque él estaba en Cuba.

”En Farc nada se hace solo”

Camilo Vargas

Fue gracias a ese aprendizaje que empezamos a sonar de nuevo como ‘Los Rebeldes del Sur. Esa orquesta fue a la Décima Conferencia, ahí se dio a conocer, después fuimos a tocar en el San Pedro en Neiva, en la Plaza de Bolívar en Bogotá. 

LSV:Entonces el proyecto pintaba bien, como para mantenerlos unidos…

C.V.: Después de esa gira la orquesta regresa al Sur, donde a medida que se iba agilizando el proceso de paz iba tomando auge, pero cuando nos fuimos a las zonas que dio el gobierno empezaron los líos. 

Mantener esa orquesta demandaba gastos, hasta antes de eso (zonas veredales) el presupuesto de las Farc no estaba controlado por el gobierno y por eso las Farc respondía por esos gastos. Y era fácil decirle al comandante ‘mire necesitamos este cable, o aparato’ y era fácil comprarlo.

Pero cuando ya llegamos a allá, no sé si por negligencia, o por lo que sea, pero ya no se pudo mantener esa calidad de manejo, de organización. No se pudo controlar eso. Planteábamos algo, una necesidad, pero ya no había quién respondiera. Empezaron a lavarse las manos. Hasta cuando estuvo Martín Corena la cosa funcionó.

‘Los Rebeldes Del Sur’ amenizaron fiestas y encuentros con civiles después de la firma del Acuerdo de La Habana.

LSV: Es decir que ‘Los Rebeldes del Sur’ se quedaron sin doliente…

C.V.: Si cualquier miembro de dirección se hubiera quedado con la orquesta, le hubiera apostado a sacarla adelante, hoy la orquesta tendría un auge terrible, usted no sabe el auge, porque tres años después tendríamos músicos profesionales, consolidados.

Ese fue el sepulcro de la orquesta, no tener una cabeza que tuviera acceso a las mesas con el Gobierno. Que uno del secretariado, del Estado mayor de un Bloque, así sí hubiera resultado.

Sentimos como esa ingratitud, toda la comandancia fue ingrata, no descarto a ninguno. Todos esos comandantes bailaban al son de Los Rebeldes del Sur, se nombraban en canciones, se les apoyó con la música, y todos fueron ingratos. Eso sepultó a la orquesta.

Yo salí desahuciado de la música porque miré mucho la ingratitud de la gente. Tanto que fuimos perseguidos, y entrenábamos calladitos porque posiblemente el Ejército aparecía por la esquina, para saber que todo quedó en nada, que de un momento a otro se acabó.

Yo vengo a hablar de música ahora que me han invitado a tocar en otros grupos de acá de la región. Todo mundo tiró la toalla; yo fui uno de los primeros en abandonar el proyecto porque no le veía futuro.

LSV: ¿Y no cree que su salida, siendo uno de los fundadores de la orquesta, mandó un mensaje negativo a los demás músicos?.

C.V.: Como orquesta, hay que admitirlo, hubo mucha indisciplina, y es muy duro estar diciendo venga vamos a estudiar, a enseñar. No joda, es muy duro.

Eso nos pasaba en La Carmelita (Putumayo), allá nos daban comida, dormida, hasta bebida, y sin embargo había dificultades para salir al entreno, si el conguero llegaba, no llegaba el acordeonero, si el baterista llegaba, no llegaba el guacharaquero.

Además, no me podía quedar en una zona de concentración cuando sé la amenaza que se viene después, no tanto porque a uno lo vayan a matar sino por la vaina económica. No me podía quedar por un proyectico de pescado, tenía que organizar mi propia vida.

No me podía quedar en una zona de concentración cuando sé la amenaza que se viene después, no tanto porque a uno lo vayan a matar sino por la vaina económica.

Camilo Vargas

Un proyecto es algo que está como de más; le pongo un ejemplo: acá en Pitalito llevamos más de un año, y hasta ahora no ha salido ningún proyecto para los excombatientes.

LSV: Hay espacios que intentan mantenerse y sacar adelante proyectos con o sin ayuda del gobierno…

C.V.: En las zonas han salido proyectos, pero han tratado de mantenerlos en un régimen como si siguiéramos en el monte. La vida colectiva es buena pero cuando se trata de tener un jefe ahí diciendo todo, pues estaríamos atrasados.

Yo fui a Miravalle (Caquetá), y lo comprobé. Allá está el ‘Cabezón’, y me dijo ‘acá nada ha pasado, acá como si fuéramos guerrilleros todavía’.

La gente se está quedando atrasada, y se está quedando obsoleta ahí, porque ya nosotros no podemos estar pensando que va a estar el señor aquí, el que era mi comandante diciéndome qué tengo que hacer. Va a llegar el momento en el que él va a decir, ‘yo qué hago aquí.

Este proceso de paz no dio más que para eso. Créame que da solo para decir yo me voy a hacer mi propia vida.

LSA: Más allá de si hubo acompañamiento o no de los excomandantes y líderes de las Farc, ¿cómo cree que les ha ido a los excombatiente en ese proceso de reincorporarse a la sociedad y volver con sus familias? 

C.V.:Hay bastante baches, falta, pero ya vamos adelantaditos, porque cuando uno ya aprende a que le toca ir a la tienda a comprar la librita de arroz, la panela, uno dice ‘vea es que acá toca comprar, toca trabajar para conseguir lo del día’.

Muchos de los que salieron de esas zonas no fueron capaces de sostenerse, ganarse un jornal que vale 25 mil pesos, buscar formas de vida limpia donde uno pueda decir yo tengo mi conciencia tranquila, no le debo nada a la mafia no al gobierno.

Poder decir tengo con qué comer. A eso era que había a apostarle.

LSA: Hace unos dias la Policía reportó la muerte de dos supuestos disidentes que pretendían atentar contra Timochenko. Ellos resultaron ser exintegrantes de Los Rebeldes del Sur, ¿qué piensa de eso? 

C.V.: Los conocí, claro. ‘Guipa’ y ‘Kalé’. Me enteré por las noticias, por Caracol, cuando mostraron las caras dije ‘vea, esos los conozco, qué pasó’. Entonces llamé a ‘La Cacica’ (pareja de Ramiro Durán dirigente político de Farc en Neiva) porque uno de ellos era escolta de Ramiro. Ella me contó que ‘Kale’ estuvo con ellos hasta el 30 de diciembre, que se fue a vacaciones a El Pato, y que volvieron a saber de él cuando la Policía dio la noticia de lo del supuesto ataque a ‘Timo’.

La verdad es que uno no sabe qué pensar, solo esperar que aclaren qué fue lo que pasó, por qué estaban allá.

LSV: ¿Si mañana lo llamara Timochenko u otro dirigente del partido y le dicen que hay un nuevo impulso para Los Rebeldes, se le mediría?

C.V.: Yo estaría en capacidad de reunirlos de nuevo, con los que quedan, porque soy uno de los fundadores con Pablo y Emilio. Los demás músicos, unos están en Aguabonita, otros en Carmelita, en estos días murió en un accidente de tránsito uno que iba para el Putumayo.

Ya son tres muertos con Guipa y Kalé (los del supuesto atentado a Timochenko). La gente se dispersó pero vea que no es difícil reorganizarnos si esa fuera una apuesta del partido.

Soy el periodista que cubre Congreso y partidos políticos. Estudié comunicación social y periodismo en la Universidad Surcolombiana. Antes hice parte de La Silla Sur. En 2020 gané el premio de periodismo Reynaldo Matiz a mejor trabajo en internet; y en 2021, 2022 y 2023 el premio Carlos Salamanca...