Arrancamos una serie de historias de seguimiento al aterrizaje de algunos de los anuncios para enfrentar la crisis por la pandemia.

Hoy arranca una nueva cuarentena nacional con medidas cuya idea es permitir el regreso paulatino a la vida productiva en Colombia y en momentos en los que el Gobierno, además, decreta una segunda emergencia económica para atender la crisis que ha traído el coronavirus.

Las nuevas medidas, detalladas en un nuevo decreto que salió este sábado, incluyen el subsidio del 40 por ciento de un salario mínimo para cada empleado de las empresas que hayan perdido al menos el 20 por ciento de sus ventas.

En contraste, el “primer tiempo”, es decir, la primera emergencia económica que por esta crisis decretó el Gobierno, el pasado 17 de marzo con finalización el 16 de abril, estaba centrada en los créditos: en lanzarles un salvavidas a los bancos para que estos, a su vez, se lo lancen a las pequeñas y medianas empresas.

Pero, como reconoce el mismo Gobierno en el decreto de la segunda emergencia (ver el decreto), eso no fue suficiente.

“Si tienes plata te prestan, si no, no te prestan”. dice Carlos Robayo, un empresario con un negocio de carreras de carros a control remoto, después de mes y medio de pedir (sin conseguirlo) un préstamo en seis bancos. Ninguno le dio lo que necesitaba para seguirles pagando el sueldo a sus empleados.

Sus palabras resumen parte de las razones que explican por qué esta primera estrategia para mantener con vida a las empresas, en medio del virus que traerá la crisis económica más fuerte de los últimos años en todo el mundo, no ha servido para salvarlas.

También están los rostros de los empresarios reacios a endeudarse en medio de la crisis y de los propios bancos que, en parte por la forma en que funciona el sistema financiero, no han prestado todo lo que necesitan los dueños de las compañías más pequeñas.

Con esta historia arrancamos nuestra serie ‘Coronavirus: del dicho al hecho’, con la que queremos hacerles seguimiento a algunos de los anuncios que se hacen para enfrentar la pandemia.

En el caso del apoyo a las empresas, hay un gran trecho entre el dicho y el hecho.

El dicho

La estrategia de Duque durante la primera emergencia económica que ha traído el coronavirus, cuyas medidas aún siguen vigentes, estuvo enfocada en el crédito.

Su principal apuesta ha sido darles fuertes incentivos a los bancos para que presten la plata que necesitan las compañías.

Aunque el Gobierno en su segunda emergencia dará subsidios, la estrategia de crédito sigue siendo su principal apuesta. Su presupuesto es de poco más de siete billones de pesos que aumentarán cuando se desembolse más plata para garantías, mientras el de los subsidios es de seis billones.

El plan tiene sentido en la medida en que Colombia es un país con muchas deudas (la deuda pública actualmente es de más del 50 por ciento del PIB) por lo cual tiene menos margen de maniobra que otros países para crear programas con subsidios lo suficientemente fuertes para salvar a todas las empresas.

Por eso, hacerlo a través del sistema financiero era una alternativa razonable.

Los bancos tienen sistemas de información más completos y pueden evaluar el riesgo que implica hacer un préstamo mejor que lo que puede hacerlo el Estado. Así, pueden priorizar a quién ayudar y a quién no, debido a que el Gobierno no cuenta con el presupuesto suficiente para ayudar a todas las compañías afectadas.

Además, con menos plata, pueden mover más, debido a la capacidad que tiene el sistema financiero de multiplicar la plata.

De hecho, con 3,25 billones de pesos el Estado le apuesta a mover 48 billones de pesos en créditos a empresas, con lo que le podría inyectar casi 15 veces más plata a la economía (eso porque mientras en el subsidio se va toda la plata, al usarla de garantía de crédito, cada peso sirve para aplancar más de 10 pesos).

Aunque en esa primera etapa creó una línea de crédito en el Banco Agrario para prestar plata directamente a las Mipymes que hayan visto afectadas sus cuentas por el coronavirus, el grueso de la primera estrategia económica se ha concentrado en medidas para facilitar que los bancos presten plata.

Básicamente, estas tres medidas:

1.Con préstamos a los bancos para que ellos les den créditos a las empresas

Esta estrategia aterriza a través de tres entidades: Bancóldex, Findeter y Finagro.

Los tres son bancos de segundo piso. Es decir, no son bancos a los que el público puede acceder directamente, sino que son entidades del Estado que se encargan de apoyar a determinados sectores de la economía, facilitándoles el acceso a préstamos con tasas subsidiadas en los bancos comunes y corrientes.

¿Cómo lo hacen?

Estos bancos crean programas de crédito que cuentan con cierto presupuesto y se los prestan a los bancos a una tasas más bajas de lo normal para que éstos, a su vez, puedan prestarles la plata a quienes lo soliciten. La tasa de los beneficiarios también es más baja de lo normal, pues el Estado subsidia parte de ella.

Ante la crisis que está produciendo el coronavirus, el Gobierno creó nuevas líneas de crédito con el objetivo de apoyar a los empresarios.

Para apoyar al sector agropecuario, Finagro abrió la línea de crédito ‘Colombia Agro Produce’ que cuenta con un presupuesto de 1,5 billones que está destinada a pequeñas, medianas y grandes empresas que trabajen en la cadena de abastecimiento alimentario. Este es el programa que está bajo la mira de las entidades de control porque la mayoría de los recursos desembolsados, hasta el momento, terminaron en manos de grandes empresarios.

Findeter, por su lado, tiene un programa, llamado ‘Compromiso Colombia’, con un presupuesto de 713 mil millones de pesos para apoyar no sólo a las entidades territoriales, que es una de sus funciones, sino a las empresas privadas que desarrollen proyectos en los municipios más pequeños (categorías cuatro, cinco y seis).

Bancóldex, por otro lado, se ha ocupado del resto de sectores.

A mediados de marzo, abrió una línea de crédito por 250 mil millones de pesos para el sector de turismo, llamada ‘Colombia Responde’, y a principios de abril abrió otra por 350 mil millones, de nombre ‘Colombia Responde para Todos’, para el resto de sectores.

Bancóldex también abrió líneas de crédito con entidades territoriales, como Bogotá, Cúcuta, Norte de Santander y Barranquilla, en donde la Alcaldía o Gobernación es la que asume el subsidio de la tasa.

Además, con el objetivo de fortalecer la ayuda a pequeñas y medianas empresas, el Gobierno Nacional fusionó a Bancóldex con la compañía de financiamiento Arco, filial suya, para poder dar directamente créditos a este tipo de empresas, algo que ya hacía Arco.

Los ministerios de Hacienda, Salud y Agricultura también están estudiando la posibilidad de que Bancóldex se convierta, temporalmente (algo que permite uno de los primeros decretos que sacó el Gobierno), en un banco de primer piso, o sea una entidad financiera que presta plata directamente, para darles créditos a las compañías de los sectores que están ayudando a conjurar la crisis. Por ejemplo, alimentos, supermercados, fábricas de tapabocas, etc.

2.Asumiendo casi toda la deuda en caso de que los empresarios no paguen

La otra estrategia del Gobierno ha sido decirles a los bancos que, en caso de que el empresario no pueda pagar el crédito que le presten, ellos asumen hasta un 90 por ciento de la deuda.

Esto lo hace con el objetivo de bajar el riesgo que implica, para los bancos, prestarle plata a un empresario en tiempos de coronavirus.

La entidad encargada de ejecutar la propuesta es el Fondo Nacional de Garantías (FNG), cuyo patrimonio se fortaleció en la primera emergencia con 3,25 billones de pesos, con lo cual el Gobierno espera tener un presupuesto de hasta 48 billones para dar garantías. Hasta el momento, han dispuesto diez.

3.Invitando a modificar créditos viejos

A través de dos circulares publicadas en marzo, la Superintendencia Financiera les dio a los bancos instrucciones con las que podían modificar, con condiciones más favorables, los créditos existentes. Por ejemplo, periodos de gracia a aquellos empresarios que no estuviesen en mora, prórrogas, etc.

Aseguró que, en caso de que den estos beneficios, no podrán subir las tasas, capitalizar intereses u otras medidas que terminen cobrándoles más plata a los usuarios.

El hecho

El principal problema hoy de las empresas del país es de flujo de caja, pues, debido al confinamiento de la mayoría de los colombianos, no están teniendo los suficientes ingresos para sostenerse.

La más reciente encuesta de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi), publicada el pasado 23 de abril, revela que, de continuar las cosas así, las empresas sólo podrían pagar 42 días de nómina más desde ese momento, si dedican su caja exclusivamente a esto.

Si la invierten en cumplir con todas sus obligaciones (pago de proveedores, créditos, salarios, etc.), tendrían tan solo once días.

Esto ha hecho que muchas empresas hayan tenido que salir de sus empleados para asegurar su supervivencia y los primeros en ser sacados, como contamos en esta historia, han sido los menos protegidos por la ley laboral.

Para evitar llegar a los despidos, muchos empresarios han tocado la puerta en los bancos para acceder a créditos con las ayudas que está dando el Gobierno. Muchos de ellos se han estrellado con un escollo difícil de sortear.

César Caballero, gerente de la encuestadora Cifras & Conceptos, nos aseguró que lleva más de tres semanas pidiendo un préstamo por la línea ‘Colombia Responde para Todos’ en los tres bancos con los que ya tiene créditos abiertos y los tres le han dicho que no.

“No sabes lo frustrante que es hablar con los bancos. Te ofrecen créditos con tasas más altas, te dicen que están estudiando los decretos, los niegan, nos dijo.

Nataly Bermúdez, representante legal del centro de estética Cleopatra Beauty Factory en Cali, cuenta que dos bancos le negaron el crédito que pidió para pagar el arriendo de sus tres locales y la nómina de sus 21 empleados.

Asegura que en el Banco de Bogotá le dijeron que no podían arriesgarse a darle un nuevo crédito, pues pidió un préstamo hace dos meses.

“¿Quién nos garantiza que usted no se va a ir a la quiebra?”, dice que le dijeron.

En Bancolombia, asegura que le respondieron que por no tener una cuenta empresarial -todas las finanzas de su empresa las maneja en su cuenta personal- no podían darle un crédito.

Sobre esto, un vocero oficial del banco nos respondió que “cada caso tiene sus particularidades, y para cada uno de ellos existe un proceso por adelantar para determinar las razones de aprobación o rechazo del crédito”. Afirmó que el banco, además de las líneas de crédito creadas por el Gobierno, creó dos propias, con poco más de un billón de pesos, para ayudar a pymes.

Bermúdez asegura que, además de negarle el crédito, en los dos bancos funcionarios la invitaron a hipotecar su casa.

Un empresario caleño, quien nos pidió no revelar su nombre por tener negocios con el Estado, nos contó que a los dos bancos a los que consultó, y con los que tiene desde hace años créditos abiertos, le dijeron lo opuesto que a Bermúdez: debía pedir los créditos por su cuenta personal y no por la empresarial. Así sería más fácil acceder a ellos.

Dice que intentó acceder a la línea ‘Colombia Responde para Todos’ y, en ambos, le dijeron que ya se había agotado. Luego, trató de acceder a un crédito con las garantías del Gobierno y, hasta el momento, no ha recibido respuesta. En uno de ellos dice que le respondieron, de frente, que “ningún banco está dispuesto a perder el 20 por ciento” y en el otro su caso lleva más de diez días en estudio.

Ante estas versiones, buscamos al representante del gremio de los bancos para que nos diera su explicación.

Santiago Castro, presidente de Asobancaria, la asociación que reúne a los principales bancos del país, reconoce que han tenido problemas con darles créditos a las empresas más pequeñas. Sin embargo, asegura que los bancos han entregado, del 24 de marzo al 24 de abril, 28,28 billones en nuevos créditos.

En un informe publicado esta semana, la Asociación también afirma que se les ha otorgado beneficios en sus créditos a casi ocho millones de deudores que suman casi 158 billones de pesos.

También dicen que, desde que empezó a operar el programa de garantías el pasado 20 de abril hasta ayer, se han reservado créditos con garantías que suman siete billones de pesos y se ha desembolsado poco más de un billón; es decir, que de los diez billones que ha dispuesto hasta ahora el Gobierno se ha consumido poco más del 82 por ciento, según esa versión.

“Que una línea de diez billones de pesos esté a punto de agotarse en sólo dos semanas significa que es mucho lo que se ha hecho.”, le dijo Castro a La Silla Vacía. “Muchos hablan de todo lo que se ha hecho en Perú, pero en Colombia hemos reprogramado más créditos, con mayor monto, de lo que ha hecho Perú”.

El miércoles el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, retomó estas cifras, en un debate de control político en la Comisión Segunda de la Cámara, para defender las medidas del Gobierno y mostrar que, según ellos, sí están funcionando.

“Las líneas totales (de garantías) son de más o menos 10 billones de pesos. Desde las semanas de abril hasta nuestros días se habían reservado 7 billones, y se había desembolsado un billón. Esa línea se va a agotar y nosotros en el segundo tiempo tenemos que reactivar”, aseguró el Ministro.

Más allá de la defensa de Carrasquilla y la explicación de los bancos, el creciente desempleo y la disminución en los créditos desembolsados, con respecto a años anteriores, ponen en duda la efectividad de la medida para evitar que las empresas más pequeñas puedan pagar las nóminas y sobrevivir a la crisis.

Las cifras de desempleo del Dane para marzo de este año, publicadas hace tan solo una semana, muestran que en el país hay 1,5 millones más desempleados que en febrero de este mismo año.

Del mismo modo, las cifras de la Superintendencia Financiera muestran que, en abril, los bancos entregaron menos plata en forma de créditos que ese mismo mes en 2018 y 2019.

Se entregaron casi ocho billones menos que en abril de los dos últimos años. Incluso se prestó menos plata que en enero, que suele ser un mes en donde las cifras son mucho más bajas.

Esto también podría encontrar explicación en que algunos empresarios pudieran no querer endeudarse en medio de la crisis.

El trecho

El trecho entre lo dicho por el Gobierno sobre los créditos y lo que está pasando se explica por dos razones: el tiempo entre los anuncios de Duque y cuando éstos se vuelven realidad, y cómo funciona el sistema financiero, que incluye como consecuencia la aversión de un empresario a endeudarse en estos momentos y las dificultades de un banco a prestar con tan alto riesgo.

Iván Duque empezó a contar las medidas económicas de la primera emergencia a finales de marzo. Su programa de garantías lo anunció el 4 de abril.

Sin embargo, según lo que nos contó Santiago Castro de Asobancaria, los bancos recibieron la circular con las instrucciones el jueves 16 de abril y empezaron a llevarla a cabo el lunes siguiente, 20 de abril.

Esto quiere decir que hubo más de dos semanas en que la gente sabía de las líneas de crédito y el programa de garantías, pero los bancos aún no tenían las directrices de cómo operar.

El otro trecho entre el dicho y el hecho es el funcionamiento mismo del sistema financiero.

Un empresario decide pedir un crédito en un banco cuando va a realizar un proyecto o una inversión de la que espera obtener una rentabilidad no sólo para pagar el crédito, sino para sacar de él una utilidad.

Por eso, un crédito, que toca pagar en un determinado tiempo más los intereses que le ponga el banco, para pagar nómina, algo de lo que no se va a obtener ninguna ganancia económica, no es rentable para ninguna empresa en estos momentos.

En un escenario tan incierto como en el que vivimos con el coronavirus, en el que no se sabe si la economía se reactivará en tres, seis o diez meses, un préstamo puede ser peor, pues nada garantiza que, una vez gastado en pagar los sueldos de los empleados, la empresa pueda volver a producir para seguir funcionando y pagar lo prestado.

“Pedir un crédito para pagar nómina, en estos momentos, es pegarse un tiro en el pie. Si uno como empresario sabe que va a tener seis meses muertos, es peor endeudarse”, nos dijo Pablo Turriago, un constructor con una empresa de más de 25 personas.

Y este punto es otra arista de la complejidad de lo que ha pasado: que no todos los empresarios se animan a pedir prestado porque les da miedo.

De hecho, Santiago Castro de Asobancaria nos aseguró que, desde que empezó la crisis, la demanda de créditos ha bajado; lo cual puede verse en el hecho en que los créditos otorgados a través de tarjetas de crédito empresariales han bajado en marzo y abril de este año casi por 50 mil millones con respecto al año pasado.

Por otro lado, están los bancos.

Su negocio consiste, básicamente, en tomar la plata de sus accionistas y ahorradores y prestarla, por medio de diferentes modalidades, con intereses para que produzca utilidades. Los bancos le dan un crédito a quien vean que puede pagárselo; es decir, en donde vean que hay menos riesgo de que su plata se pierda. Su trabajo es, entonces, administrar este riesgo y mantener el equilibrio entre la plata que tienen, de sus dueños y ahorradores, y la que prestan para tener cuantiosas utilidades.

El cuello de botella, entre los 8,6 billones de pesos que ha destinado el Gobierno para ayudar a las empresas y los empresarios que se quejan de que no les están prestando plata, está en que quien entrega esta plata son los bancos, que la da a partir de unos análisis de riesgo en donde mira qué tan viable es dar o no el crédito.

Y, con el coronavirus y las empresas al borde de la quiebra, el riesgo es altísimo.

Para invitar a los bancos a prestar en estas condiciones, el Gobierno ha puesto en marcha su programa de garantías hasta del 90 por ciento en caso de que el empresario no pueda pagar el crédito.

El problema es que si el empresario quiebra y no puede pagar, el banco no recibiría esa plata inmediatamente. Según un estudio del 27 de abril de José Ignacio López, director del área de investigaciones económicas de Corficolombiana, “el cobro de garantías dura normalmente ocho meses en promedio, y dada las modificaciones al régimen de insolvencia (Decreto 560 de 2020), este procedimiento podría tomar más de un año”.

Esto quiere decir que los bancos no solo están teniendo en cuenta que la plata que presten no se la van a devolver en el tiempo que dure el crédito, sino que si su cliente quiebra (lo cual es más probable debido a la crisis económica) perderán el diez por ciento de lo que prestaron y el 90 por ciento restante se los devolvería el Gobierno un año más tarde.

Otro de los problemas está en la manera como los bancos miden el riesgo para dar créditos.

Cuando un banco hace un análisis de riesgo, mira el flujo de caja actual de la empresa, sus proyecciones, su historial crediticio, entre otras cosas que revelan el estado en que se encuentra para pagar lo que le sea prestado.

Para los bancos es, entonces, más fácil prestarles plata a las grandes empresas que a las Mipymes. No sólo porque, con sus ingresos, tienen mayor capacidad de pago, sino que, usualmente, tienen sistemas de contabilidad más robustos, personas dedicadas exclusivamente a lidiar con los bancos e historia crediticia que el banco puede rastrear.

Las empresas más pequeñas, en cambio, suelen tener menos liquidez e incluso algunas trabajan en la informalidad y esto dificulta el trámite para dar créditos.

Esto ayuda a explicar el hecho de que, mientras todos los otros tipos de crédito disminuyeron en marzo y abril de 2019, los preferenciales sí subieron.

Los créditos preferenciales son aquellos otorgados a clientes ya conocidos por su buena historia crediticia y que, por ende, pueden pactar una tasa directamente con el banco. Son clientes que los bancos saben que pueden pagarles lo que presten.

En abril de este año, se entregaron poco más de diez billones de pesos en créditos de este tipo, tres billones más de lo que se entregó en 2018 y 2019.

Así, los invisibilizados por las medidas que tomó el Gobierno durante la primera emergencia económica han sido los microempresarios que no tienen la capacidad de pago de una gran empresa ni, muchas veces, los sistemas contables tan robustos y consolidados como para demostrar que pueden pagar un crédito.

Son ellos los que menos han recibido préstamos con las garantías que ofrece el Gobierno y han sido los que, como Carlos Robayo, el de la odisea por seis bancos para salvar su local de carreras, enfrentan la bancarrota.

Esta es la razón por la cual la nueva emergencia económica, que declaró el Gobierno el miércoles, viene con un subsidio de nómina de 350 mil pesos a cada empleado de las empresas que hayan visto afectada su facturación mínimo en un 20 por ciento.

Al darse cuenta que las medidas que decretó en un primer momento han sido “insuficientes”, como reconoce el mismo decreto, para ayudar a las pequeñas y medianas empresas, queda en evidencia que, en momentos de crisis, el sistema financiero no es siempre, ni únicamente, el vehículo más apropiado para ayudar a los más vulnerables.

 

Acá, pueden ver la tabla que hicimos del monto entregado en créditos en 2018, 2019 y 2020 con las cifras de la Superintendencia Financiera.

Estudié Literatura y Filosofía en la Universidad de Los Andes y de ahí salí a hacer la práctica en La Silla Vacía. Cubrí Bogotá, el Caribe y, ahora, política y Congreso. @jpperezburgos