Asdrúbal Orozco, el líder que se encadenó al frente de la Alcaldía de Cúcuta para reclamar por los pagos del controvertido programa de empleo de la administración de César Rojas, tuvo que salir de la ciudad porque corría el riesgo de que lo mataran.
Asdrúbal Orozco, el líder que finalizando 2016 se hizo famoso en Cúcuta por encadenarse al frente de la Alcaldía para reclamarle a César Rojas por la falta de pago de un controvertido programa de empleo de su administración, el viernes tuvo que salir huyendo de esa ciudad porque lo iban a matar.
Asdrúbal es un desplazado de varias violencias, a quien la vida lo llevó a convertirse en un líder reconocido entre grupos de víctimas después de que lideró una protesta durante 12 días en la Unidad de Atención de Víctimas en 2015 por la mala atención que recibían.
Por ese reconocimiento entre las víctimas, a mediados de 2016 la Alcaldía de Cúcuta lo llamó a contarle que le daban 15 cupos en un programa de empleo temporal que dentro de poco iban a empezar a implementar.
“Yo me quedé con un cupo para mí porque necesitaba trabajo, y el resto los di a quienes sabía que necesitaban”, le contó a La Silla Asdrúbal.
Ese programa era liderado por la Corporación Cambari, una organización que, como contó La Silla se ganó un contrato de $16 mil millones en una cuestionada licitación de un solo oferente y tiene vasos comunicantes con Opción Ciudadana, el partido que avaló a César Rojas -el ahijado político del ex alcalde Ramíro SuárezCorzo – a la Alcaldía de Cúcuta.
Ese programa también sirvió de plataforma para que Suárez (condenado a 27 años de cárcel por su participación en el homicidio de un abogado) interactuara a través de Skype con miles de personas estando en La Picota.
Los problemas para Asdrúbal aparecieron cuando asumió el liderazgo y la vocería de los 3.800 empleados a los que no les pagaron todo lo que les correspondía, pese a que además de arreglar parques les tocó cumplir órdenes de Suárez desde la cárcel,como asistir a eventos políticos en la campaña del Sí al plebiscito y llevar gente a votar ese día.
Para exigir ese pago se encadenó en diciembre del año pasado a una palmera al frente de la Alcaldía.
Esa protesta no hubiera dado tanto de qué hablar, de no haber sido porque cuando el alcalde César Rojas salió a enfrentarla terminó alzándole la voz a Asdrúbal mientras lo grababan.
El video se hizo viral y más adelante toda suerte de quejas contra Cambari empezaron a aparecer. Al tiempo, la vida de Asdrúbal dio un vuelco. A los pocos días empezó a recibir llamadas en las que le decían que tenía que irse de la ciudad, que olía a formol y que no sabía con quién se había metido.
Además, empezó a ser abordado en la calle por desconocidos que le decían que si estuvieran en su lugar ya se hubieran ido de Cúcuta y que él sabía quién mandaba en la ciudad. El 12 de enero denunció en la Fiscalía todo lo que le estaba sucediendo.
En su declaración dijo que tenía un audio de una de las reuniones que Suárez había hecho desde la cárcel, pidiendo votos por el Sí al plebiscito y anunciando que si ganaba esa opción iba a volver a Cúcuta. Sin embargo, no recibió protección inmediata.
El 14 de enero volvió a ser amenazado.
Esta vez, como contamos en La Silla, con un paquete que llegó a su casa en un sobre cerrado y que abrió en compañía de la Policía, por las amenazas previas y lo sospechoso del paquete. Se encontró con una tarjeta de condolencias por su propia muerte.
A su familia también la empezaron a perseguir.
Desconocidos se parqueaban en la esquina de la casa, sus hijas empezaron a seguirlas en la calle, y la semana pasada un extraño llegó a su casa para registrarla.
Por eso pidió ayuda en la Defensoría del Pueblo, en la Unidad Nacional de Protección, en la Fundación Progresar (que está acompañando su caso) y en otras organizaciones.
La recomendación de varias de las instituciones que visitó fue que saliera de la ciudad porque corría mucho riesgo y le subsidiaron los pasajes y el alojamiento.
Se fue con una de sus hijas, pero otra se quedó y él teme por su seguridad, por lo que está pidiendo que también lo ayuden a sacarla de la ciudad.
“Mire yo nunca me había sentido tan asustado como ahora y mire todo lo que he vivido”, le dijo Asdrúbal a La Silla.
Es una afirmación dramática: Asdrúbal creció en una numerosa familia en Aranjuez, en la comuna nororiental de Medellín, donde Pablo Escobar reclutó a varios muchachos que después se convertirían en sus más temidos sicarios.
De hecho, su hijo mayor se convirtió en uno de los líderes de las bandas que sobrevivieron a la caída de Escobar y luego fue asesinado por el Bloque Metro de las AUC. Tras su muerte, y porque la guerra entre bandas continuaba, Asdrúbal salió huyendo con su familia para asentarse en Cúcuta, ya registrado oficialmente como desplazado.
Hoy está en algún lugar de Colombia tratando de empezar de cero a sus 60 años, con temor por la parte de su familia que sigue en Cúcuta, y aunque con apoyo para estadía, sin recursos para comida.