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Mientras que en algunos departamentos dominador por el ELN organizaciones sociales y campesinas se están moviendo para enviar propuestas a Quito, en Arauca, sun principal fortín, todo está congelado.

Aunque Arauca, es el departamento en el que el ELN tiene concentrada su mayor fuerza militar e influencia política y social, es donde más se siente el desgane por las conversaciones en Quito, que además de que están desacreditadas por la ola de acciones violentas emprendidas por esa guerrilla, tienen tan bajo perfil que ni siquiera hacen parte de la agenda mediática del país. 

Mientras que en algunos departamentos en los que el ELN ha tenido concentrado su dominio, organizaciones sociales y campesinas se están moviendo para enviar propuestas para que sean incluidas en el avance de los diálogos con el Gobierno en Quito, en esa región todo está congelado.

El silencio

Como lo ha contado La Silla, la principal diferencia entre los diálogos de paz entre el Gobierno y las guerrillas de las Farc y el ELN está en que con la segunda el rol que jugará la sociedad civil será  protagónico. 

 

La principal razón está en que el ELN es una ong armada donde los combatientes constituyen sólo una fracción de la guerrilla y el resto son lo que ellos denominan el “frente amplio”, constituido por miles de civiles que son orgánicos al ELN y que han infiltrado el movimiento civil e instancias políticas en las zonas donde ellos tienen influencia.

Por lo que asegurar que la sociedad participe, es la forma que tiene de garantizar que sus bases clandestinas se sientan efectivamente incluidas dentro del engranaje.

En este sentido, fue que el ELN le ganó el primer pulso al gobierno y aseguró que la inclusión de civiles no solo fuera el primer punto de los seis de la agenda que se pactó el año pasado, sino que se convirtiera en el sustento de los otros dos -democracia para la paz y transformaciones para la paz- en los que se centrará la discusión en Quito. Es decir, logró que su participación fuera transversal. 

Aunque el concepto de la participación social aún sigue en abstracto porque en Quito aún no se ha definido el mecanismo bajo el que se garantizará que quienes quieran intervenir tengan voz en las negociaciones; diferentes asociaciones sociales, muchas de las cuales guardan alguna afinidad con los postulados políticos del ELN, especialmente con la línea camilista, se han empezado a mover con miras a enviar sus propuestas. 

Hasta el momento, además de algunas organizaciones locales como Construimos Paz en el caso de Santander; tres colectivos que tienen alcance nacional: Paz completa, la Red Pro de Paz, y la Mesa Social por la Paz, están en ese proceso.

Y aunque lo están avanzado, y en regiones donde el ELN tiene presencia como el Catatumbo y Sur de Bolívar empezaron a recoger todas las propuestas; en Arauca, departamento militarmente clave para el ELN y uno de los fortines políticos de esa guerrilla, todo está congelado.

Después de que en diciembre se instalara la Mesa Social para la Paz, espacio que allá será liderado por el Movimiento Político de Masas, que a su vez hace parte de Congreso de los Pueblos, colectivo que es afín a los postulados políticos de la línea camilista del ELN; y de que en enero el jefe negociador del Gobierno, Juan Camilo Restrepo, estuviera en Saravena hablando del conflicto, de lo de Quito nada se ha vuelto a hablar en ese departamento.

El factor ‘Pablito’

Arauca es el principal fortín del ELN en todo el país. 

En ese departamento no solo nació el frente Domingo Laín, el más fuerte política y militarmente dentro de su estructura, sino también alias ‘Pablito’, un guerrillero que en 2015 fue nombrado como uno de los cinco integrantes del Comando Central, Coce, de esa guerrilla.

Casi que desde su creación, a finales de la década del 70, ‘Pablito’ ha sido parte de ese frente que fue conformado entre campesinos araucanos, y que incluso hoy tiene dentro de la mayoría de sus filas a militantes de esa región. 

Por eso, el arraigo del ELN en Arauca trasciende el dominio meramente militar.

La sensación en Arauca es que alias ‘Pablito’, aunque está en el Coce, no ve con buenos ojos el proceso de paz, y eso, según seis fuentes de la zona entre políticos, líderes sociales y autoridades, está influyendo directamente en el desgane de los movimientos locales de sumarse al proceso de paz. 

“Si uno de los líderes habla un idioma diferente, pues las bases también lo van a hacer”, le dijo a La Silla una de esas fuentes 

Las acciones que en la zona refuerzan esa posición están en el recrudecimiento de las acciones militares, porque si bien, como lo ha contado La Silla, hacen parte de una estrategia para presionar el cese bilateral, también envían el mensaje de que si no es bajo sus términos, la negociación no va a prosperar y si no cede la contraparte se pierde el estímulo para apoyar el proceso ELN.

En lo corrido del año han hecho limpieza social y asesinado a 18 personas en todo el departamento, atacado a empresas de transporte hasta el punto de que una ya quitó sus rutas, y han volado en varios tramos el oleoducto caño limón.

Según un informe del Cerac, desde 2014, Arauca es donde más acciones bélicas ha  perpetrado el ELN entre las regiones en las que tiene presencia. 

“Aquí lo que se está viviendo es una arremetida militar. Eso no pone a nadie a hablar de paz. El ambiente entre los seguidores del ELN está más bien calmado, no es como cuando lo de las Farc que uno los veía en todos lados”, le dijo a La Silla un personero de la región. 

Según dos fuentes que han estudiado el ELN, esa arremetida militar obedece a que el Coce estaría dividido en dos líneas, y de los cinco, dos – Pablito y Antonio García- no se sienten muy a gusto con la negociación.

“Ese mensaje de Pablo Beltrán de total cohesión no es muy creíble cuando en la práctica se ve el desacuerdo de un sector con esas conversaciones”, le dijo a La Silla John Villa, experto de la Red de Paz de La Silla.

Sin embargo, esa posición no es unánime. Según el profesor Víctor de Currea, quien es experto en temas del ELN, está liderando el colectivo Construimos Paz de Santander y es cercano a la mesa de negociación de Quito, las percepciones sobre la división no son reales.

 “Hoy por hoy no hay fracturas, sí hay debates internos en su mayoría originados por el cumplimiento por parte del Estado. El ELN está mirando cuidadosamente lo que está pasando con las Farc”, le dijo a La Silla De Currea. “La desconfianza en Arauca de algunos sectores sociales del camilismo se da con relación al incumplirmiento del Gobierno, y esa desconfianza de Arauca es una constante que pasa en muchas regiones del país”.

La desconfianza’

Además del factor Pablito, lo que dice De Currea en cuanto a la desconfianza de las bases con el Estado, va en línea con lo que organizaciones camilistas en Arauca le dijeron a La Silla. 

Por un lado, José Murillo, uno de los diez voceros regionales que tiene el Movimiento Político de Masas, le dijo a La Silla que aún no se habían movido para empezar a recoger propuestas porque además de que no son claras las reglas del juego aún, no confían en que el Gobierno los deje tener el protagonismo suficiente.

“Estos no son pañitos de agua tibia. Aquí hay que entrar a mirar el modelo económico y la estructura política del Estado, pero ya el Gobierno dijo que esos eran unos inamovibles, entonces esa estrategia de paz es más para aplacar la movilización social y luego reprimilar y nosotros no vamos a hacerle juego a eso”, le dijo a La Silla Murillo.

Por otro lado, está la desconfianza sobre lo si el Gobierno cumplirá lo acordado, que va en línea con lo que según De Currea, es uno de los puntos que ha generado tensión en el Coce. 

Según Murillo, presentar propuestas para transformar el país no debería depender de que el ELN deje las armas o no, de modo que hasta tanto no tengan certeza de que el Gobierno cumplirá sus propuestas, no van a participar.  

“Si ese proceso permite una participación activa, beligerante real, sí estamos ahí, pero si va a ser un simulacro, no. Tienen que haber garantías”, señaló el líder del Movimiento Político de Masas. 

Ese factor lo alimentan los incumplimientos históricos de inversión del Gobierno y la manera en la que está viviendo las Farc en las zonas veredales de normalización. 

Desde febrero están denunciando falta de servicios básicos, comida e incluso papel higiénico, y una guerrillera desertó en Arauca porque no tenía elementos básicos de aseo personal. 

Además, en Arauca, hace quince días los vecinos de la zona veredal de Filipinas bloquearon la vía que conduce de Tame a Arauca a modo de protesta porque no les han cumplido con el mantenimiento de las vías terciarias.

Por otro lado, el parco ambiente de las negociaciones de paz en Arauca está ligada a un fenómeno nacional y es la falta de popularidad de los procesos de paz en el país.

“Aquí nadie siente que a lo que se está negociando le vayan a poner atención”, le dijo a La Silla un líder local que se mueve entre las bases del ELN.

Todos esos factores sumados, tienen al principal fortín del ELN desconectado del proceso de paz de Quito. 

El principal riesgo está para los desmovilizados de las Farc, que como lo contamos en La Silla, siguen siendo vistos como traidores de la revolución por el sector más radical del ELN en Arauca. 

Si la falta de ambiente continúa, Arauca no solo tendrá al ala militar enviando mensajes contradictorios sobre la paz, sino a sus bases, que le han permitido poner concejales, diputados y hasta alcaldes en ese departamento, en una línea diferente a la de Quito.

Soy Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana de Bucaramanga. En La Silla hago parte de la Unidad Investigativa y cubro el caso Uribe. Contacto: jprieto@lasillavacia.com Twitter: @jinethprieto