Si bien el exsenador condenado por parapolítica Luis Alberto Gil mantiene alianzas poderosas en otras regiones, en Santander su fuerza política se ha desmoronado.
Aunque desde que inició la debacle de su partido -el viejo PIN-, el exsenador condenado por parapolítica Luis Alberto ‘El Tuerto’ Gil se las ha arreglado para mantenerse vigente cuajando alianzas locales con políticos de todas las vertientes, para 2018 tiene las cuentas empantanadas.
Además de que su partido sufrió una desbandada, y para 2018 las principales casas políticas que le habían aportado votos en Santander están armando rancho aparte, en el visor por ahora no tiene la posibilidad de concretar alianzas fuertes para apalancarse.
Y es que a excepción de su esposa, la senadora Doris Vega, la fuerza electoral del viejo PIN -ahora Opción Ciudadana-, se ha apalancado en la fortaleza de los Aguilar, quien desde la época de la parapolítica, lanzó a varias fichas suyas por ese partido; de los Tavera, quienes aterrizaron allí luego de que el liberalismo se negara a apoyar en 2007 a Didier Tavera a la Gobernación; de los Villamizar, casa política del exsenador conservador condenado por el carrusel de las notarías Alirio Villamizar; y recientemente de Fredy Anaya, un curtido político del área metropolitana de Bucaramanga, que en 2014 le puso 36 mil votos a la lista.
Solo entre esos cuatro le pusieron 142 mil votos de los 160 mil a la lista de Santander en 2014, y como todos ya se desmarcaron de esa colectividad para 2018 (los Aguilar están buscando partido, Anaya llegará al Partido Liberal, Villamizar quiere en el Partido Conservador y los Tavera entraron desde el 2015 a las toldas rojas), las opciones del ‘Tuerto’ se han reducido a quienes han sido fieles militantes del partido pero que no tienen ni la plata ni los votos para sacar una Cámara a flote.
Por un lado, está un grupo liderado por el exconcejal de Bucaramanga Celestino Mojica, el parapolítico Alfonso Riaño y el excandidato a la Asamblea de esa colectividad Libardo Cáceres.
Sin embargo, tanto Mojica como Cáceres, quienes podrían ser candidatos, en las últimas ocasiones que se han probado electoralmente (Mojica se lanzó a la Cámara en 2014 y Cáceres a la Asamblea en 2015) no han tenido muy buenos resultados. Ninguno superó los 6 mil votos.
El otro nombre que ha sonado ha sido el del exdiputado Julio Villate, pero a él también le ha ido mal electoralmente. En 2015 se quemó tratando de llegar a la Asamblea y solo logró 8.185 votos.
Dentro de ese sonajero también se ha movido el nombre de Jorge Gómez Celis, el excongresista que como contó La Silla, quiere volver a la Cámara,
Una carta que podría ser fuerte es Óscar Hernández, el exconcejal de Floridablanca y papá de la controvertida diputada de La U que se hizo famosa entre el sector más conservador del país por dar discursos homofóbicos y hablar de la supuesta ideología de género, Ángela Hernández.
Aunque Hernández papá le dijo a La Silla que quiere buscar el Senado en el viejo PIN, partido del que ha sido aliado desde 2007, aún no es muy clara la fortaleza de su aspiración.
Ángela Hernández le dijo a La Silla que dentro de sus planes no estaba apoyar la candidatura de nadie de su familia; y sin su impulso, es difícil saber la fuerza electoral de su papá, quien aunque durante 27 años se ha movido dentro de la iglesia cristiana Movimiento Misionero Mundial, no se ha medido políticamente desde 2007.
Si bien, el problema solo es en Santander, porque como lo contó La Silla, Gil sigue siendo el rey de Opción Ciudadana y ha hecho alianzas con poderosos políticos como Yahir Acuña en Sucre y Ramiro Suárez en Cúcuta, la puja regional en 2018 será más de orgullo para él, porque por primera vez en casi dos décadas, llegaría tan debilitado que solo le alcanzaría para impulsar la candidatura de su esposa Doris Vega, cuando en 2003 se consolidó -como más adelante se probaría, con el apoyo de los paramilitares- como el más fuerte de la región.