Ayer venció el plazo para que el comité presentara las firmas en la Registraduría y finalmente no las entregaron.
Como ayer se venció el plazo del comité que quería revocar a Rodolfo Hernández para presentar las firmas y no las entregaron, la campaña ‘Yo firmo por Bucaramanga’ naufragó.
El cambio de discurso
Cuando arrancó su campaña en mayo, el promotor Óscar Díaz -un político de Girón que trabajó en la campaña de Rodolfo a la Alcaldía recogiendo firmas- dijo que ya tenía las 23 mil firmas requeridas para convocar la votación. Pero hace dos semanas, Díaz le solicitó a la Registraduría ampliar la recolección de firmas por tres meses.
Ayer, le preguntamos a Díaz si iba a presentar las firmas antes de que venciera el plazo oficial y nos respondió que “no” junto con su solicitud de ampliación, con lo que dejó ver que esperará a que le respondan. Sin embargo, una fuente de la Registraduría nos dijo extraoficialmente que ese capítulo está prácticamente cerrado: “hablamos en Bogotá (con superiores de la entidad) y quedó claro que independientemente de lo que decida el CNE, hasta el 17 de julio recibimos planillas”.
Varios factores incidieron para que Díaz fracasara.
Sin maquinaria y peleándole a la popularidad
Las medidas impopulares que Rodolfo ha tomado este año le alcanzaron a pegar a su popularidad en febrero y en su momento se leyeron como insumos para la revocatoria (como las protestas que los comerciantes del centro hicieron en contra de la medida del pico y placa zonal o los cambios viales en la ciudad), pero finalmente nadie capitalizó ese malestar.
A pesar de que la clase política de la ciudad controvierte a Rodolfo en redes sociales cada que puede y la bancada mayoritaria del Concejo (diez liberales, uno del viejo PIN y uno del Mais) son una férrea oposición a su administración, ninguno se metió de frente. Díaz empezó y terminó como el único líder visible.
En La Silla contamos que seis de los ocho integrantes del comité pro revocatoria habían hecho campaña con los liberales en 2015 -los principales opositores del Alcalde-, por lo que se preveía que a través de ellos, los liberales iban a mover su maquinaria para respaldar la revocatoria, pero eso tampoco se vio.
Sin embargo, esa conexión entre la revocatoria y los liberales siempre se mantuvo en el ambiente y le restó legitimidad.
Otro punto que le jugó a favor a Rodolfo fue que su discurso anticorrupción sigue teniendo un efecto muy positivo ante la opinión pública. No solo ha logrado minimizar el impacto de sus errores administrativos sino que también ha opacado a la clase política tradicional y en general, a todos lo que le hacen oposición.
Tal y como le dijo a La Silla Julio Acelas, analista y miembro de La Red Santandereana: “Rodolfo logró poner a todos los ciudadanos de Bucaramanga a hablar únicamente de anticorrupción, no les interesa nada más”.
La revocatoria no trasnochó a Rodolfo
Además de que no hubo una estructura que respaldara la iniciativa de Díaz y de que la gente cree en Rodolfo, al Alcalde le sirvió haberse mantenido al margen.
A diferencia de los casos de Bogotá o de Barrancabermeja en donde las administraciones municipales han emprendido estrategias para contrarrestar las campañas de revocatoria, en Bucaramanga Rodolfo solo dio un par de declaraciones al respecto.
La más sonada, cuando contó que Díaz había trabajado para él y que supuestamente promovía la revocatoria porque él no le había querido dar contratos; y la más reciente, la semana pasada, cuando dijo que estaba más tranquilo “que un senador por La Guajira” porque sabía que no prosperaría.
Si bien esa indiferencia no fue una estrategia concertada en la Alcaldía, sí respondió a la directriz de Rodolfo de no tratar de influir la decisión de la gente, lo que además le sumó puntos a su imagen de apolítico.
Así, Rodolfo sorteó la revocatoria sin proponérselo y el fracaso de sus promotores termina reforzando la legitimidad de su administración.