Hay tres cosas a las que las Farc le temen hoy en día y que constituyen obstáculos para avanzar en la negociación de paz: los bombardeos, la extradición y los paramilitares. Las decisiones tomadas ayer por el Presidente buscan darles confianza en esos tres frentes para agilizar el camino hacia la firma del Acuerdo Final.

Hay tres cosas a las que las Farc le temen hoy en día y que constituyen obstáculos para avanzar en la negociación de paz: los bombardeos, la extradición y los paramilitares. Las decisiones tomadas ayer por el Presidente buscan darles confianza en esos tres frentes para agilizar el camino hacia la firma del Acuerdo Final.

En una alocución televisada, Juan Manuel Santos anunció a los colombianos que había “decidido dar la orden al Ministro de Defensa y a los comandantes de las fuerzas de cesar los bombardeos sobre los campamentos de las FARC durante un mes. Al cabo de ese tiempo haremos una nueva revisión del cumplimiento del cese unilateral por parte de las FARC y –de acuerdo con sus resultados– decidiremos si continuamos con esa medida.”

También dijo que “se decidió desarrollar y poner en marcha una estrategia integral focalizada, es decir, adaptada a cada región, contra las bandas criminales –que pondremos en marcha junto con la Fiscalía. El crimen organizado se convierte en objetivo de alto valor.”

Aunque en su discurso no lo mencionó, el Gobierno tomó otra decisión que quizás es aún más importante que la de los bombardeos para darles confianza a los guerrilleros: en un acto sin precedentes, negó la solicitud de extradición de Rodrigo Pérez, alias ‘Julián Bolívar’, ex comandante del Bloque Bolívar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), quien fue requerido por la Justicia de Estados Unidos por delitos vinculados con el narcotráfico.

“En aras de enarbolar los objetivos de paz que guían el accionar del Gobierno Nacional, se estima inconveniente conceder la extradición del ciudadano Rodrigo Pérez Alzate y, en uso de la discrecionalidad que le otorga la ley, negará su extradición”, dice la resolución ejecutiva 031 de 2015, firmada por el presidente Juan Manuel Santos.  “Teniendo en cuenta (…) que está contribuyendo efectivamente con el esclarecimiento de la verdad y el derecho a la reparación, el Gobierno Nacional considera que se están satisfaciendo los derechos de las víctimas y, con ello, el objetivo principal del proceso de transición y reconciliación nacional para que la paz perdure en el tiempo”, se indica en la resolución oficial, firmada el 6 de marzo.

El que haya negado la extradición alegando razones de conveniencia relacionados con los objetivos de la paz y que lo haya vinculado con la satisfacción de los derechos de las víctimas envía un mensaje clave para las Farc de que si firman un Acuerdo que satisfaga los derechos de verdad, justicia y reparación no serían extraditados, que es uno de su temores.

Estas tres decisiones –aunque en el fondo oficializan medidas que ya estaban cocinandose hace meses- en términos simbólicos son claves en este momento para el proceso de paz.

Los bombardeos

Los bombardeos –según expertos militares- se convirtieron en el arma más efectiva para golpear a las Farc y fueron decisivos para obligarlas de nuevo a actuar en grupos pequeños y abandonar la guerra de posiciones que habían alcanzado antes de que llegara Uribe al poder y cuando alcanzaron a retener a más de 500 soldados.

Los bombardeos no solo representaron el arma más efectiva para matar guerrilleros sin que murieran soldados, sino que se convirtió en la estrategia más eficaz para sacarlos de zonas productivas económicamente y correrlos hacia la periferia y zonas más selváticas y permitir consolidar el control estatal en las áreas más cercanas a las ciudades y a las carreteras principales.

Pero desde que las Farc anunciaron un cese unilateral de fuego en diciembre los bombardeos habían disminuído de facto.

“Existía un gran temor entre los cabecillas por las operaciones conjuntas pues la sumatoria de inteligencia y poder aéreo, terminaba en blancos abatidos”, explicó a La Silla una fuente militar. “Sin embargo, estas actividades fueron disminuyendo desde la declaratoria de cese unilateral propuesta por las Farc, aún si en lo público no existían anuncios de ninguna clase. El anuncio de hoy es una especie de formalización de ese cese bilateral de facto que viene desde el mes de diciembre”.

Esta percepción de que desde hace meses se ha venido dando un desescalamiento de la actividad militar, incluyendo los bombardeos, lo confirma el informe de la Fundación de Paz y Reconciliación de León Valencia, que muestra que las Farc han reducido en un 40 por ciento la intensidad de la confrontación en comparación con 2013 y el Ejército en un 30 por ciento.

“Desde noviembre el desescalamiento del conflicto es recíproco”, dice el analista Ariel Ávila, uno de los autores de ese informe.

El otro tema por el cual este anuncio de no bombardear tiene sobre todo un valor simbólico dirigido a construir confianza con las Farc es que en este momento se había vuelto relativamente inocuo porque una parte importante de la guerrilla ya no duerme en campamentos, que es lo que se bombardea ya que hace rato dejaron de movilizarse en grandes grupos.

“La cultura campamentaria se acabó”, dice Avila.

Según el informe reciente de su fundación, los nuevos reclutas de las Farc “vivían la mitad del año en sus veredas, con sus familias y la otra mitad del año recibían entrenamiento militar, tampoco dormían en campamentos, sino en casas, muchos incluso cumplían labores agrícolas. Es decir, si bien las Farc mantienen una fuerza élite permanente armada, lo cierto es que desde finales del año 2013 han “desmontado” varias estructuras para enviarlas a un proceso de reinserción política”.

La Silla consultó con dos fuentes del sector militar si esto era cierto y dijeron que lo es en varias zonas del país, aunque en otras mantienen sus campamentos. 

 “Desde el anuncio del cese las Farc han estado en sus áreas campamentarias y de retaguardia estratégica, desarrollando actividades ilegales a través de comisiones, valga decir trabajos de organización política y de masas, además de continuar sus actividades relacionadas con la extorsión, minería criminal y narcotráfico”, explicó la fuente militar.

Por lo cual, mientras las Farc mantengan su cese de fuego, se vuelven mucho más eficaces para debilitar las estrategias de inteligencia para capturar a los que están en los pueblos de civil extorsionando gente o dedicados a la minería ilegal y para impulsar las desmovilizaciones, dos hechos que son ahora más infrecuentes que en años anteriores.

De hecho, según lo dijo en enero el asesor israelí del proceso de paz Shlomo Ben Ami en una entrevista, la decisión de que “las Fuerzas Militares dejarían de realizar bombardeos aéreos a la guerrilla de las Farc” se tomó desde comienzos de año.

Sus declaraciones en ese momento causaron todo un revuelo y la Consejera de Comunicaciones de Santos, Pilar Calderón, que había cuadrado previamente la gira de entrevistas de Ben Ami con los medios, salió inmediatamente a rectificarlo.

Quedó, entonces, la sensación de que habían intentado tirar el ‘globo’ para medir la reacción de la gente y había sido tan negativa que lo habían pinchado.

Sin embargo, hay un ambiente más favorable para el anuncio de la suspensión de bombardeos después de que las Farc han cumplido con el cese unilateral de fuego (aunque no así con el de hostilidades porque siguen extorsionando); después de que los generales activos se sentaron cara a cara con los jefes guerrilleros para comenzar a explorar opciones para un cese bilateral definitivo; y después de que las Farc acordaron suspender el reclutamiento de menores de 17 años y, hace unos días, contribuir con información para comenzar a ubicar las minas antipersonales que han sembrado y suspender la siembra de nuevas minas en esos territorios.

Los otros gestos

El otro anuncio de Santos sobre el combate frontal a las Bacrim también tiene un carácter simbólico aunque de pronto esta vez también lo tenga en la práctica.

Tiene un carácter simbólico porque auque Santos ya ha dicho lo mismo en varias ocasiones es algo que los guerrilleros de las Farc necesitan oir ahora (y ver que esta vez sí sea cierto).

Para los guerrilleros que están negociando en La Habana, ver que el Establecimiento de verdad tiene la voluntad de combatir el paramilitarismo es fundamental pues temen –con mucha razón, dado el antecedente del genocidio de la Unión Patriótica- que una vez dejen las armas los maten. Y para ellos, las bandas criminales no son sino un nuevo nombre para los mismos paramilitares de siempre.

Santos anunció que había decidido “poner en marcha” una estrategia integral focalizada contra las bacrim junto con la Fiscalía y que el crimen organizado se convierte en un “objetivo de alto valor”.

Lo cierto es que la Fiscalía ya lleva más de un año con una estrategia de este tipo y desde la reestructuración que hizo el Fiscal Eduardo Montealegre a mediados del año pasado se hizo un plan para combatir la criminalidad organizada y se definió como un asunto transversal la priorización en la persecución a este tipo de organizaciones.

La estrategia ha sido muy exitosa y el año pasado, la Fiscalía capturó a cientos de miembros de bacrim y desmanteló más de 200 grupos.

Aún así persisten dos grandes bandas con estructura militar –los Urabeños (o clan Úsuga) y los Rastrojos- y decenas de bandas descentralizadas y sin jefes reconocidos con especializaciones criminales en cada región.

Además, Santos ha declarado en múltiples ocasiones a las bacrim como “un objetivo de alto valor”.

“Estas organizaciones son las más alta prioridad del Estado”, dijo en 2011 el general Óscar Naranjo, director de la Policía en ese entonces y quien ahora presidirá –según lo anunció Santos- el Consejo Interinstitucional del Posconflicto.

De hecho, seis meses antes de la declaración de Naranjo, en su primer Consejo Nacional de Seguridad, el Presidente anunció una “gran ofensiva” contra las Bacrim.

Pero más allá de los anuncios, las bandas criminales siguen operando, en muchas zonas en abierta complicidad con las autoridades locales y la Policía.

Es posible que esta vez, el Presidente realmente ejecute esa gran estrategia contra las Bacrim, que pasará necesariamente por depurar la Policía.

Si finalmente lo hace, se convertiría en un desincentivo importante para los guerrilleros de las Farc que quieran pasarse a una de estas bandas después de la firma del acuerdo de Paz.

Pero sobre todo contribuiría a desactivar uno de los mayores riesgos para la sostenibilidad de un eventual acuerdo final pues si comienzan a matar a los guerrilleros que entren a jugar limpiamente en la política en un par de años volveríamos a la guerra.

Casi que por las mismas razones, el anuncio de que se incrementarían la confrontación con el ELN es igualmente importante.

Si es cierto, como lo sugieren los rumores, que el gobierno ya desistió de una negociación con esta guerrilla después de que –como dijo Semana- su cúpula no estuviera dispuesta a dejar las armas tras una negociación exitosa, combatirlas militarmente es una prioridad si se quiere que un Acuerdo con las Farc realmente le ponga punto final al conflicto armado.

Con todos estos anuncios, Santos dio hoy un paso fundamental en la carrera contra-reloj para alcanzar un acuerdo final antes de las elecciones de octubre.

Soy la directora, fundadora y dueña mayoritaria de La Silla Vacía. Estudié derecho en la Universidad de los Andes y realicé una maestría en periodismo en la Universidad de Columbia en Nueva York. Trabajé como periodista en The Wall Street Journal Americas, El Tiempo y Semana y lideré la creación...