El ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, preparó una bienvenida para el presidente, Gustavo Petro, en el consejo de ministros de esta semana. Fue la primera reunión de gabinete, desde que empezó el gobierno, a la que no asistió Laura Sarabia, la ex jefa de despacho y mano derecha de Petro, investigada por un caso de chuzadas estatales. Velasco coordinó con el gabinete para que, en cuanto entrara Petro, todos los ministros se levantaran de sus sillas y comenzaran a aplaudir. Querían mostrarle su respaldo y lealtad, las dos palabras más importantes en medio de las acusaciones contra el gobierno que involucran financiación ilegal de la campaña.

Velasco estaba de vigía en la entrada de la sala. El resto de ministros estaban sentados. Cuando Petro apareció por el pasillo, alguien al fondo de la sala chocó las manos con timidez. Entonces Velasco giró la cabeza y empezaron a multiplicarse los golpes de palmas. Solo una persona en la sala no aplaudió: la vicepresidenta, Francia Márquez, con la que Petro ha tenido varios roces en estos 10 meses.

El recibimiento para Petro tenía una razón: el presidente cumple la primera semana de la mayor crisis de su gobierno. La jefa de gabinete, Laura Sarabia, la joven de 29 años que organizaba su agenda y con la que el presidente se movía todos los días, salió del cargo luego de que la Fiscalía reveló indicios de un posible caso de chuzadas desde el gobierno a dos exempleadas de Sarabia.

Sin Sarabia, Petro quedó desconectado de su gabinete. El presidente no suele hablar directamente con los ministros y los altos cargos, siempre se comunicaba a través de ella. La salida de Sarabia lo ha puesto a contestarles personalmente a funcionarios con los que apenas había compartido un par de chats. Y a atrincherarse en sus personas más leales en reuniones de crisis.

La persona que ha sido la sombra de Petro en estos días ha sido Augusto Rodríguez, director de la Unidad Nacional de Protección (UNP). Desde hacía un mes, Rodríguez había asumido varias de las funciones de Sarabia, quien estaba sobrecargada de responsabilidades: debía manejar la agenda, coordinar los ministros, asistir a todos los gabinetes estratégicos del gobierno y coordinar las alianzas en el Congreso. Por eso Rodríguez estaba acompañando al presidente en varios de sus viajes en lugar de ella, un rol que posiblemente se oficializará.

La idea de Petro es dividir las funciones de Sarabia en dos cargos: uno que solo lleve su agenda día a día y otro que se encargue del manejo político. El más opcionado para asumir el primer cargo es justamente Augusto Rodríguez, según le dijeron a La Silla dos fuentes del círculo del presidente y una del gobierno. El segundo cargo, el del manejo del gabinete, sigue en disputa.

Más allá de los nombramientos, la ausencia de una figura que ordene el gobierno desató un caos en la Casa de Nariño esta semana e intensificó la obsesión del presidente con la lealtad de sus subalternos.

El vacío de poder y la pelea de poder

“Hay un vacío de poder, y por eso hay una pelea de poder. Todos quieren buscar su espacio al lado de Petro. Vladimir Fernández, el secretario Jurídico; Carlos Ramón González, el secretario general; y los excompañeros de Petro en el M-19 como Augusto Rodríguez. Cada uno quiere ocupar el espacio de Laura, no necesariamente el cargo”, le dijo a La Silla una fuente del gobierno que pidió no ser citada.

Esos tres nombres han sido los protagonistas esta semana en la Casa de Nariño. Los tres estuvieron en la reunión más importante de la semana, el lunes, antes del consejo de ministros. Petro hizo una reunión de crisis con las personas que considera más cercanas y estratégicas, para evaluar qué pasos dar.

Además de los tres mencionados, estuvieron el presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, los congresistas María José Pizarro y David Racero (presidente de la Cámara), el periodista Hollman Morris, recién nombrado en la subdirección de la cadena pública RTVC, y un par más que La Silla no pudo confirmar.

El tema de la reunión, según una persona que estuvo al tanto, fue la seguridad. “Pero como algo integral. La seguridad personal del presidente, claro, pero también política, personal, la seguridad de las comunicaciones y la seguridad del gobierno ante las amenazas de golpe. Esas reuniones van a ser permanentes”, dijo la fuente.

Los asistentes a la reunión indican el tono de lo que viene en el gobierno: todos han sido escuderos de Petro desde hace varios años; a diferencia de Sarabia, quien conoció al presidente en campaña y se ganó su confianza por su eficiencia y su compromiso 24 horas con la agenda de Petro.

La ausencia de ese apoyo operativo que prestaba Laura se ha notado. Durante tres días no hubo agenda en el chat de prensa de Presidencia: el 3, 4 y 5 de junio solo se dijo que el presidente tendría agenda privada.

Las fuentes adentro cuentan que Petro estaba en una maratón de reuniones con ministros, miembros de la campaña y aliados cercanos para saber cómo responder. Incluso, que declinó varias apariciones en medios para primero tratar de recomponer la casa y luego enviar el mensaje.

Igual hubo salidas en falso. Sarabia era la única persona en el gobierno con acceso a la cuenta de Twitter del presidente, quien ha manejado él mismo sus comunicaciones y sus confrontaciones en esa red social. Sin ella, el Twitter de Petro ha dependido solo de él, incluido el lunes, cuando publicó una foto de una reunión de seguridad en la que, sin querer, reveló la fecha de inicio del cese al fuego con el ELN este 8 de junio.

La probable llegada de Rodríguez a la secretaría privada le imprimiría al gobierno un estilo similar al de la alcaldía de Bogotá, en la que Rodríguez (asesor de Petro durante más de 20 años en el Congreso y en la alcaldía) fungió como un detector de lealtad de los funcionarios hacia Petro. Y, en no pocas ocasiones, alimentó teorías conspirativas en las que creyó el presidente.

La salida de Rodríguez dejaría sin director a la Unidad Nacional de Protección (UNP), entidad en la que este ha denunciado que hay personas “dedicadas al sicariato”. Las fuentes coinciden en que su nombramiento en la secretaría privada es muy probable. En cambio, la jefatura de gabinete podría tomar más tiempo.

Mientras se recompone el gobierno, y las reformas avanzan lento en el Congreso, el presidente pasa los días más difíciles de su presidencia entre teorías de complot que le llevan sus aliados, como un ‘golpe blando’ en su contra, y reuniones con aplausos acordados de bienvenida. 

Estudié periodismo en la Universidad de Antioquia y allí hice un diplomado en periodismo literario. Antes cubría el poder en Antioquia para La Silla. Trabajé en El Colombiano y fui subeditor del impreso de El Tiempo. En 2022 participé en el libro 'Los presidenciables' de La Silla Vacía y en 2020...