La crisis generada por el paro, la transformación de una tercera parte del gabinete ministerial y la recta final del mandato de Iván Duque reacomodaron nuevamente las prioridades del Gobierno para los últimos 12 meses y las cargas de poder en la Casa de Nariño.
Para mapear el poder en Palacio –entendido como la capacidad de influir o hacer que pasen o no cosas que afecten las decisiones públicas importantes– consultamos a 13 fuentes dateadas: tres funcionarios de la Casa de Nariño, tres exaltos funcionarios de gabinete, tres congresistas con entrada a Palacio, dos empresarios y un amigo del presidente. El resultado es este ranking, más allá del poder obvio de Duque.
Comparado con los superpoderosos de Palacio del 2020 –cuando la pandemia era prioridad– el cambio principal es que la mayoría de las fuentes nos mencionaron a la canciller y vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez. La funcionaria nunca ha sido del llavero del Presidente, pero esta vez, su doble cargo la tiene en un sitio clave de toma de decisiones.
Para el final de su Gobierno, todo apunta a que Duque seguirá privilegiando a las voces de su círculo cercano; la lealtad por encima de la crítica; y el nexo con los empresarios. El perfil de las personas más influyentes muestra que el presidente le dará especial relevancia a los resultados en el Congreso, la economía –vía la reactivación y la tributaria– y la seguridad.
Contexto

Víctor Muñoz
El director administrativo de Presidencia conforma la dupla de poder de la Casa de Nariño con su amiga, la jefe de gabinete, María Paula Correa. Este administrador quien se estrenó como funcionario público en este Gobierno es, para todos los consultados, clave para el legado de Duque dentro y fuera de sus funciones en Palacio.
Hacia adentro, porque con la venia de Duque, Muñoz es quien vigila el avance de toda la ejecución de los ministerios y de las metas a dejar en 2022. Son en total 13 líneas de acción, cuyos avances son reportados por todo el gabinete semanalmente. Según dos encargados de este tema en Palacio y un Ministerio, Muñoz es quien define a quién apretar para lograr una meta “o dejarle de parar bolas a tal indicador porque simplemente no lo vamos a lograr”, nos dijo uno de los consultados.
Así mismo, desde que fue consejero en tecnologías de Palacio y un geek de los datos en el Gobierno, Muñoz tenía un ojo puesto sobre el Ministerio TIC, hoy en el ojo del huracán por el contrato de Centros Poblados y la posible pérdida de 70 mil millones de pesos.
Una vez llegó Karen Abudinen, Muñoz se concentró en temas de transformación digital –que es en realidad su experticia– que tiene su propio Viceministerio en esa cartera.
Desde hace un año, además, se volvió una especie de gerente de la vacunación, uno de los derroteros del legado del presidente. Fue el delegado de Duque en la mesa de negociación con las farmacéuticas y hoy es el vocero y articulador del tema con las empresas extranjeras y el sector privado. El mismo a quien hoy el Gobierno le pidió un préstamo de vacunas Sinovac ante la escasez en varias ciudades del país y la demora en la llegada por parte del mecanismo Covax.
Todos los consultados indicaron que su poder radica en su amistad con el presidente y que le ha demostrado “lealtad absoluta”, como resumió un empresario. Duque lo recontrató luego de que se revelara la presencia de Muñoz en un chat de influenciadores uribistas conocido como “la bodeguita uribista” para crear tendencias en redes contra los medios.

María Paula Correa
Es la funcionaria más poderosa del Gobierno. Cumple con el doble requisito de ser uribista y amiga del presidente, como Victor Muñoz.
Su rol principal es el de “poner en cintura” a los ministros. “Velo por que se cumpla lo que el presidente dice”, dijo a El Tiempo recientemente.
Pero además, Correa es quien maneja las relaciones políticas de la Casa de Nariño con gobernadores, alcaldes y el Congreso, por encima del ministro del Interior, Daniel Palacios. Y también se mete de frente en temas de relaciones exteriores, por encima de la canciller, Marta Lucía Ramírez o la exministra, Claudia Blum.
En la política menuda, según nos reiteraron tres senadores para esta historia, es al despacho de Correa donde llegan los nombres de los posibles nuevos funcionarios del Gobierno que tienen respaldo de los partidos de la coalición. “Es la de los temas políticos de fondo, es la que decide qué se le da a quien”, nos dijo uno de los consultados.
Trabajo que será clave en las siguientes semanas, con dos retos clave para Duque: evitar una moción de censura a su ministra TIC, Karen Abudinen, y la aprobación de la reforma tributaria.
Ese rol ya se vio en el reacomodo de 2020 con los ministerios de Agricultura, Trabajo y Salud; y más recientemente con las cuotas a La U en MinCiencias y a Cambio Radical en Deporte “Le habla (a Duque) de decisiones, de por qué no nombrar a tal o cual en un ministerio”, reseñó otro consultado.
Prueba de ese manejo político es que en su despacho Correa puede recibir a casi la misma cantidad de congresistas que el mismo Duque. “A veces habla solo con sus amigos”, se quejó un congresista de la coalición.
En el tema de relaciones exteriores, Correa y la exvicecanciller Adriana Mejía eran quienes manejaban la Cancillería ante la ausencia en el cargo de la entonces ministra, Claudia Blum, durante el paro, como revelamos.
De hecho, cuatro fuentes enteradas de la situación nos dijeron, por aparte, que Correa aspiraba a suceder a Blum por encima de la vicepresidenta, Marta Lucía Ramírez. Eso porque fue cónsul en Nueva York, trabajó en el centro de pensamiento Concordia (donde se codeaba con mandatarios) y durante la pandemia tendió puentes con gobiernos aliados, como el de Chile.
Duque le ha dado palomitas a su funcionaria: fue su delegada presidencial para la posesión de Guillermo Lasso como presidente de Ecuador en mayo; en julio fue quien asistió con el minAmbiente por Colombia a la reunión mundial de gobiernos contra el Cambio Climático (llamada Cop 26) a Londres y actualmente coordina, con la Cancillería, la llegada de los refugiados afganos que huyen del régimen talibán.

Luigi Echeverri
El actual presidente de la junta directiva de Ecopetrol y mentor del presidente Duque es un suprapoder que planea sobre las decisiones de la Casa de Nariño. Es una de las personas con las que Duque habla constantemente y quien le tira línea al mandatario en temas duros y en crisis.
Aunque había estado “desaparecido de la escena”, como nos dijo un alto funcionario del Gobierno –por la distancia impuesta por la pandemia y porque la mayoría de esas decisiones eran de corte técnico–, la mano de Luigi se sintió recientemente en la crisis del paro nacional.
Fue uno de los promotores y divulgadores de la autoentrevista realizada por Duque en la que, hablando en inglés, culpaba de la crisis del paro nacional al senador y principal opositor, Gustavo Petro.
Y además, según dos fuentes que lo supieron de primera mano, la opinión de Echeverri pesó en la decisión del presidente Duque de nombrar como canciller a la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, que terminó siendo funcional al mandatario en bajarle a la crisis internacional ocasionada por la mala imagen creada por los abusos policiales.
A lo que se suma que, por su presencia en las juntas directivas de Ecopetrol y la Cámara de Comercio de Bogotá, Echeverri es una de las líneas de Duque con el sector privado, aunque no todo el mundo le copia, como contamos.

Bruce Mac Master y los empresarios
Un empresario, un amigo del presidente y un exfuncionario de Casa de Nariño nos dijeron, por aparte, que la opinión del sector empresarial, en especial la del presidente de la Andi, Bruce Mac Master, tiene un papel preponderante en la toma de decisiones del Gobierno.
Duque le ha dado al empresariado un protagonismo especial. Desde el inicio del Gobierno, quedó en evidencia al armar su primer gabinete con aliados de gremios. En crisis de la pandemia fue más claro al ser el sector privado uno de los que más se reunió el presidente.
Los empresarios y el presidente de la Andi jugaron un papel clave para ayudar al Gobierno en la crisis del paro y la presentación de la nueva tributaria. “Él (Mac Master) tiene el poder de la opinión de los empresarios, es un poder que se ganó con el paro”.
La narrativa impulsada por empresarios como Mac Master y Esteban Piedrahíta posicionaron la idea de que si bien el paro podía tener razones legítimas, los bloqueos producían muerte, hambre y destrucción de empleos. Un discurso que caló en los medios y ayudó a moldear la opinión durante las protestas.
Mac Master también fue uno de los empresarios más vocales en pedirle al Gobierno una reforma tributaria mucho menos agresiva a la que fue retirada en mayo, que fue la que terminó acordando el Ministerio.
Y actualmente es quien tiene el poder de negociación con la Presidencia para que 200 mil vacunas compradas por privados sean cedidas al Gobierno nacional ante la escasez de Sinovac en el país.
En ese rol con el empresariado también juega un papel relevante el consejero para el sector privado de Duque, Juan Emilio Posada. Expresidente de Viva Air se considera a sí mismo como un “solucionador de problemas”, como nos dijo un exasesor de él. Actualmente funge de enlace en diálogos con empresas privadas y ministerios como el de Comercio para la reactivación económica.

Álvaro Uribe
Duque y su padrino político han tenido una relación ambivalente en el último año, que alcanzó su última crisis durante la fallida tributaria del semestre pasado. Con la crisis institucional superada oficialmente, Duque y Uribe volvieron a hablar “regularmente, al menos una vez por semana”, según nos confirmó un congresista con entrada permanente a Palacio.
De todos modos, la influencia de Uribe sobre la Casa de Nariño y el presidente se ha sentido, últimamente, en dos vías.
Una, más pública y controvertida, en el paro. El gobierno le copió a Uribe el discurso de mano dura para enfrentar la violencia en el paro, a través de la negativa a negociar con el Comité del Paro en medio de bloqueos, y fue promotor del el polémico decreto de asistencia militar para 21 zonas del país.
Además, Uribe le pidió explicaciones a subalternos de Duque por decisiones de gobierno, como los acuerdos para levantar los bloqueos en Buenaventura. Llamó al ministro del Interior, Daniel Palacios; y al alto comisionado de Paz, Juan Camilo Restrepo Gómez, quien hizo ese acuerdo. Uribe se quejó porque consideraba que el acuerdo era una concesión a los que manifestaban.
Ante el regaño, Palacios y el mismo Duque públicamente rechazaron el acuerdo logrado por el subalterno.
La segunda, más privada, es que de acuerdo con la bancada uribista, el expresidente envió el mensaje al Gobierno de que enfilará baterias para pasar la reforma tributaria este semestre en el Congreso “y cumplir las promesas hechas en 2018”, según nos dijo otro senador uribista.
“Ahora se viene el tema electoral y la supervivencia de los partidos. Así que (a Uribe) le conviene influir lo máximo posible para que al Gobierno le vaya bien y dé resultados”, nos resumió un empresario que lo conoce

José Manuel Restrepo
El segundo ministro de Hacienda de Iván Duque llegó tras la caída de Alberto Carrasquilla, un funcionario súperpoderoso que, sin importar el círculo cerrado de Palacio, le hablaba al oído al presidente y “se mandaba solo”.
Restrepo no tiene el mismo perfil. Su labor, encomendada por Duque, fue hacer y sacar una tributaria concertada, que fue la que vendieron con bombos y platillos a mitad de año. “Y como él (Restrepo) sí dialoga, o al menos hace que escucha ya sea más por forma que por fondo y se hace el loco, pues ha servido”, nos dijo un empresario con el que hablamos y que ha estado en las reuniones de la creación de la nueva tributaria.
Hasta ahora, en las poderosas comisiones terceras del Congreso le han visto talante para lograr consensos que Carrasquilla no pudo conseguir. “Es fundamental”, nos resume un veterano senador de esa Comisión. “En medio de la crisis le dio sosiego y serenidad al Gobierno y a los de Palacio”.
El minHacienda será clave justamente para sacar adelante esta reforma que le dé una victoria a Duque tras la crisis y tranquilidad a los inversionistas tras la pérdida del grado de inversión. Además desde MinHacienda Restrepo fue importante para terminar el negocio más grande de este Gobierno, la venta de la mayoría estatal en ISA a Ecopetrol.
“Representa la nueva política económica de Duque, más ligada a resolver los problemas de corto plazo”, nos dijo un exfuncionario de Palacio cercano al presidente.

Marta Lucía Ramírez
Por primera vez durante el Gobierno Duque Ramírez es vista como una política influyente en el círculo cercano del presidente. La razón no es su cercanía con el mandatario –que no pasa de lo laboral– sino por su capacidad de ejecución, ahora como ministra de Relaciones Exteriores.
“Ha cogido vuelo porque es ejecutora natural y al Gobierno le faltaba mucho eso”, nos dijo un político con entrada a Palacio. “Duque no la escuchaba pero su fuerza de trabajo hace que Duque la escuche o al menos la deje hacer todo lo que hace”.
Esa ejecución se vio de inmediato. Lideró una gira exprés para bajar la tensión de Washington y los demócratas durante el paro y en Palacio sintieron tranquilidad por la gira, pese a sus desacuerdos con la Cidh. Hizo otra más, casi 15 días después, para tranquilizar a inversionistas luego de la pérdida de grado de inversión.
Y es que Ramírez llegó a la Cancillería en el peor momento de crisis, tras el paro. Dejó de lado su sueño de lograr la presidencia -canciller para tener un rol más protagónico. Eso luego de una relación lejana y ambivalente con Duque, debido a quejas internas de su despacho de que era una jugadora secundaria, pese a su experiencia pública.
“Por su rol como ministra está ahora mucho más presente (en Palacio) que antes”, nos dijo una persona de su despacho.
Sin que hayan terminado los roces con Palacio, puntualmente con la jefa de gabinete Correa, tres funcionarios de adentro nos dijeron que su rol ahora resulta clave para calmar las aguas diplomáticas. Eso se ve, según los consultados, con su interés en la crisis de los exmilitares que mataron al presidente de Haití y la relación con los embajadores.
“Marta Lucía está ahí porque se mueve y se muestra y le sirve a las prioridades de legado de Duque”, sentenció uno de los consultados.

Diego Molano
El tercer ministro de Defensa del presidente Duque llegó luego de la pérdida personal que supuso para el mandatario la muerte por covid de Carlos Holmes Trujillo. Molano ya hacía parte del círculo del presidente como director administrativo de Presidencia, y hace parte del Centro Democrático, casi desde sus inicios.
“El presidente siente que con Molano tiene una voz clara con los militares, que no se perdió la comunicación que había con Trujillo y que le tiene una confianza similar, que no era lo que había con (Guillermo) Botero”, nos dijo un político con entrada a Palacio.
La ejecución de Molano es clave para el legado del presidente en su talón de Aquiles: la seguridad.
Las tres apuestas del minDefensa en el tema –lucha contra disidencias, aspersión aérea y microtráfico– resaltan que el Gobierno sigue entendiendo los problemas de seguridad casi exclusivamente como problemas de lucha contra el narcotráfico.
Además, durante el paro fue clave en mover la idea de la derecha de que había infiltración de disidencias en las primeras líneas. Algo que no aplica para la mayoría de situaciones de violencia en las manifestaciones, ni responde a todo el fenómeno de protesta en las calles.

Fernando Ruiz
Aunque el manejo de la pandemia sigue siendo una prioridad para el Gobierno, la mayoría de decisiones, como las cuarentenas y restricciones a la movilidad, dejaron de pasar por el alto Gobierno. Aún así, la labor del ministro de Salud, Fernando Ruiz, sigue siendo clave para el mandatario.
Es quien lidera la voz científica dentro del Gobierno y es a quien Duque escucha en el tema, sobre todo en su bandera del plan de vacunación, que maneja principalmente el despacho de Ruiz. Y que ya le dio una victoria a Duque: esta semana el país llegará a 35 millones de dosis aplicadas, la meta que impuso hace ocho meses, al anunciar la compra de las primeras vacunas.
Así mismo, Ruiz ha mostrado lealtad hacia el presidente. Se desligó políticamente de Germán Vargas Lleras, el jefe de Cambio Radical, que dio su nombre para el cargo en 2020, tras las críticas del exvicepresidente al manejo del sector salud por parte del Ministro.

Daniel Palacios
Si la jefe de gabinete, María Paula Correa, es quien atiende la relación política del Gobierno con el Congreso, es el ministro del Interior, Daniel Palacios, quien ejecuta las órdenes dadas desde la Casa de Nariño. Es visto por cinco de las fuentes consultadas –dos funcionarios y tres congresistas– como un “operador legislativo”.
Esto es, negociar los votos con los partidos para los proyectos y tareas claves del Gobierno. En el horizonte cercano, la tributaria y la moción de censura. “Su poder es funcional para que las cosas salgan a través de prometer o entregar cosas”, nos dijo un copartidario de Palacios del Centro Democrático.
Eso se ve, por ejemplo, en la cuadrada de votos para las elecciones de altos cargos en 2020, y el manejo a la agenda legislativa del semestre pasado, en el que, por orden del Gobierno, fueron hundidos los proyectos de Escazú y Especialidad Agraria. Así mismo, Palacios se movió para que en la Comisión Primera del Senado quedara un aliado del Gobierno, el vargasllerista Germán Varón.
Desde que fue nombrado por Duque como viceministro del Interior en 2019, Palacios venía haciendo las veces de Ministro de la política, aunque su sueño es ser MinDefensa. Cumple con el requisito de ser de la entraña de Álvaro Uribe y relativamente cercano al presidente Duque en Bogotá, donde hizo su –hasta ahora– corta carrera política.