En la última semana varios procesos de ‘parapolítica’ se han enfrentado a testigos que cambian sus versiones en favor de los acusados. Estos cambios indican que los esfuerzos por tumbar la parapolítica siguen vigentes.


En los casos por parapolítica contra  Luis Humberto Gómez Gallo (arriba), Juan Carlos Martínez (medio) y Luis Alberto Gil (abajo), testigos claves se retractaron en los últimos días. Los dos últimos tienen en común el partido PIN: Martínez fue senador por ese partido y Gil fue clave en su creación, aunque no ha hecho parte de él porque ha estado en la cárcel.

En la última semana varios procesos de ‘parapolítica’ se han enfrentado a testigos que cambian sus versiones en favor de los acusados. Estos cambios indican que los esfuerzos por tumbar la parapolítica siguen vigentes.

Lo que ha pasado

Ayer, la defensa del ex senador del PIN Juan Carlos Martínez afirmó que el jefe paramilitar alias “H.H.” ha querido incriminarlo y ha presionado a otros desmovilizados para que declaren en su contra. La principal prueba de su argumento es que uno de los testigos en su contra, Roiser Enrique Morales, ha cambiado su versión: primero dijo que sabía que Martínez había recibido dinero de paramilitares, y ahora que no tiene certeza de eso.

En el caso del ex senador santandereano por el extinto partido Convergencia Ciudadana, Luis Alberto ‘El Tuerto’ Gil, Yidis Medina se retractó de su testimonio. En 2007 le había dicho a Vanguardia Liberal que Gil se reunía con ‘Ernesto Báez’, pero ya en el juicio se retractó. Y dijo que en realidad no le constaba. Tanto el ‘Tuerto’ como Juan Carlos Martínez participaron en la fundación del PIN.

En un tercer proceso, en el que sindica al ex senador conservador Luis Humberto Gómez Gallo por parapolítica, el segundo comandante del Bloque Tolima, Humberto Mendoza alias ‘Arturo’, se retractó de su testimonio que vinculaba a Gómez Gallo con ese Bloque. En ese proceso, ya se había retractado otro jefe paramilitar, Pedro Pablo Hernández .

Además de estas retractaciones de testigos clave, al parecer regresó la estrategia utilizada en el caso Tasmania. En el proceso contra Gil y su copartidario Oscar Josué Reyes, un testigo afirmó que había declarado en su contra por presiones del magistrado auxiliar Ivan Velásquez. Leonel Uribe, el testigo, afirmó que Velásquez le ofreció protección en el exterior a cambio de incriminar a Gil y a Reyes.

El argumento de que existe un cartel de testigos, esgrimido muchas veces por personajes como el ex ministro Fabio Valencia, el senador Hernán Andrade, y desmovilizados como alias ‘Tyson’, ha minado la credibilidad de los testigos en la parapolítica.

Es decir, se están cayendo los testigos de los procesos e, incluso, se están volteando para acusar los investigadores de la parapolítica. Esto no es nuevo, pues ya había ocurrido en casos como el de Salvador Arana e incluso El Espectador escribió que “Las contradicciones de los declarantes estelares en el escándalo siembran muchas dudas”. Lo que sí es nuevo son sus implicaciones, por la mayor importancia que tienen los testimonios en esas investigaciones.

Las investigaciones

Las primeras investigaciones por parapolítica fueron en la Costa Caribe. En ellas, a partir de testigos claves como Rafael García y Jairo Castillo Peralta, alias ‘Pitirri’, se reconstruyeron las alianzas entre los paramilitares y políticos como Mauricio Pimiento o Dieb Maloof . Con resultados electorales en mano, los investigadores lograron demostrar no sólo de la existencia de los pactos, como el famoso pacto de Ralito, sino que también se puso en evidencia la existencia de votaciones atípicamente altas y concentradas en unos pocos políticos, que se habían beneficiado de los crímenes de los paramilitares.

Después de estos casos surgieron los que algunos entendidos llaman los procesos de “segunda generación”. En estos se ha investigado las relaciones entre políticos y paramilitares en otras regiones del país. Pero una gran diferencia frente a las investigaciones anteriores, está en que estos procesos se basan, en su mayoría, en testimonios. En muchos de ellos no existe el equivalente a los archivos del computador de Jorge 40 o a los registros electorales.

“Fue un gran error de estrategia investigativa”, dijo a La Silla Vacía un ex fiscal que participó en varias de las investigaciones de parapolítica. Según su experiencia, lo que debe tratar de hacer el investigador es escuchar el testimonio y buscar otros elementos que lo corroboren. Primero, porque el testigo puede estar mintiendo y, segundo, porque el testimonio es una prueba volátil. “Un testigo puede confundirse, puede enfermarse, puede decidir callar por muchas razones”, le explicó a La Silla Vacía un abogado penalista que ha llevado varios casos por parapolítica.

En otros procesos, en los que sí existen este tipo de pruebas, es más fácil producir condenas. Hoy, por ejemplo, la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia condenó por parapolítica al ex gobernador conservador de Guaviare Oscar de Jesús López . Y es que aunque su defensa alegó que el paramilitar muerto Pedro Oliverio Guerrero, alias ‘Cuchillo’, había negado conocer a López, con documentos se demostró que habían sido socios en una empresa minera.

Nadie quiere ser testigo

La gran dependencia en los testigos es lo que hace que muchos de los procesos actuales por parapolítica estén en la cuerda floja. A medida que se retractan más testigos, eso se convierte en una bola de nieve que puede acabar con la parapolítica.

Cuando un desmovilizado decide declarar contra un político es porque algo va a ganar con eso. Lo que está pasando ahora es que los testigos ya no tienen claro qué van a ganar. Como dice el exfiscal, lo que gana un testigo no es dinero. En algunos casos lo que logra es quitarse de encima parte de la carga emocional que tiene encima. Y aunque para muchos puedan ser lágrimas de cocodrilo, varias personas que han trabajado con desmovillizados le dijeron a la Silla Vacía que contar la verdad puede ser un gran alivio para ellos.

Uno de los principales miedos de los desmovilizados no es la muerte sino dejar de “ser alguien”. Así que, más que callarse por amenazas, se han ido retractando porque los mismos jueces nos les creen y eso mina su autoridad, su peso frente a sus compañeros. “Cuando a un jefe desmovilizado un juez no le cree ¿con qué autoridad va a ir a decirle a sus patrulleros que vayan a declarar en el proceso?”.

Por todo eso, ser testigo por parapolítica dejó de ser una fuente de prestigio para los desmovilizados. Los testigos dejaron de ser jefes que seguían mostrando su poder al señalar a sus socios en la política, para ser unos mentirosos, unos faltones que quebraron la ley del silencio. Aunque en algunos casos efectivamente puedan existir testimonios malintencionados, que buscan vengarse de políticos que se enfrentaron con los paras, cuando los jueces declaran que esos testimonios son falsos o inconsistentes, dentro de los desmovilizados ser testigo pierde su brillo. Como dice el ex fiscal “ser testigo de la parapolítica está out”.

Por eso, noticias como que el juez del proceso contra Ciro Ramírez por narcotráfico haya determinado que el testimonio en su contra de David Hernández es falso, repercute en otros procesos. Y seguramente también lo hacen crímenes como el asesinato de la madre de un desmovilizado que era testigo del proceso de Gómez Gallo.

Si, además, los testigos no sólo ya no ganan nada sino que pierden cosas, la situación es aún más evidente. Y es que, según la última columna de Daniel Coronell en Semana, uno de los testigos más conocidos de la parapolítica, alias ‘Tasmania’, ha terminado maltratado por las autoridades penitenciarias desde que reveló el montaje contra Ivan Velásquez. Y si un desmovilizado que ha perdido su poder, que está quedando como un mentiroso y un traidor, que siente que “ya no es nadie”, además termina trasladado a una cárcel lejos de su familia, y de sus amigos, su vida cambia inmediatamente y para mal.

Fui usuario y luego periodista de La Silla Vacía. Tras más de una década haciendo de todo en esta escuela de periodismo, de la que fui director editorial, me fui a ser lector y SuperAmigo. Ahora me desempeño como redactor jefe de El País América Colombia.