Al medio día, en el barrio La Alameda del Parque en la localidad de Bosa en Bogotá, un bus empapelado con la imagen de Oscar Iván Zuluaga esquiva los huecos de las calles que le dan la bienvenida al barrio, seguida por una larga hilera de carros particulares, todos con la imagen del candidato presidencial. Es domingo 27 de abril y la “Caravana de la Victoria” de la campaña uribista se prepara para hacer su primera parada.

Al medio día, en el barrio La Alameda del Parque en la localidad de Bosa en Bogotá, un bus empapelado con la imagen de Oscar Iván Zuluaga esquiva los huecos de las calles que le dan la bienvenida al barrio, seguida por una larga hilera de carros particulares, todos con la imagen del candidato presidencial. Es domingo 27 de abril y la “Caravana de la Victoria” de la campaña uribista se prepara para hacer su primera parada.

Una vecina espera sin despegarse de la reja que separa la calle del parqueadero, donde ya está preparada una pequeña tarima para el ilustre invitado. Desde allí, mira cómo se bajan los integrantes del bus. Primero los voluntarios con camisetas y banderas de la campaña “Zuluaga Presidente”. Después, el equipo de prensa. Más tarde, el cuerpo de seguridad, con chaleco antibalas en la mano -por si acaso-, y  la familia del candidato: su hijo Esteban y su esposa, Marta Ligia Martínez.  

Finalmente, aparece Oscar Iván. Los voluntarios arman una calle de honor para recibirlo entre banderas, afiches y cánticos de la campaña. “Se vive, se siente, Zuluaga presidente”, gritan emocionados. El candidato, aún dentro del bus, sale con los brazos en alto y una sonrisa. Es el último.

“Yo estaba esperando a Uribe, lo quería invitar a mi casa. Nos dijeron que iba a venir pero sólo llegó este señor. ¿Él quién es? ¿El candidato de Uribe?”, pregunta la vecina. Aunque Zuluaga se acerca hasta ella y le da la mano, su cara refleja decepción.

“Un estrechón de manos es un voto”, había dicho hace pocos minutos el jefe de prensa de la campaña. A pesar de que la reunión ya tiene más de hora y media de retraso (la caravana no subió de los 30km/hora), Zuluaga se toma todo el tiempo del mundo para saludar uno por uno a los residentes y curiosos del barrio que se le acercan.

La “Caravana de la Victoria” es una estrategia que busca acercar al candidato uribista a la gente. La idea es venderlo como un hombre de a pie, que monta en bus y que organiza con sus posibles votantes una suerte de consejos comunitarios como los que hacía Uribe cuando era presidente. La diferencia es que Zuluaga sólo puede prometer. El diálogo popular, lo llaman los uribistas.

La idea surgió de Germán Medina, el estratega de campaña que ha acompañado a Óscar Iván desde el principio, desde antes de octubre cuando era precandidato. Entonces, la campaña ya tenía dos buses recorriendo el país pero a diferencia del bus de la victoria, esos estaban decorados sólo con una pregunta: “¿usted sabe quién es Oscar Iván Zuluaga?” y debajo un link para una página web donde aparecía su hoja de vida.

“Queríamos saber si lo conocían y si una valla flotante motivaba a la gente, generaba optimismo y vinculación con el candidato”, dice Medina, que ya había hecho algo parecido con la candidatura del candidato opositor de Venezuela, Henrique Capriles. El resultado del experimento fue agridulce. Descubrieron que el bus llamaba la atención, pero quedó claro que nadie conocía a Oscar Ivan.

Ahora, después de casi siete meses de campaña y a un mes de las elecciones, las encuestas demuestran que la tendencia se ha revertido. De la primera medición de Gallup, en noviembre, hasta hoy, la imagen favorable del candidato despegó: pasó de 25,6 por ciento a un 41,2 por ciento.  “Está disparado”, le dijeron a La Silla tres de sus jefes de prensa.

El coordinador de voluntarios, Hugo Salcedo dice que los voluntarios que acompañan a Zuluaga y al bus todos los días son unos “fanáticos” a los que la campaña les reconoce su tiempo sólo con el almuerzo. 

Los coordinadores de la campaña le reconocen parte del éxito al “bus de la victoria”, que en efecto, se roba todas las miradas. Si la comitiva que lo sigue hasta Bosa no es suficiente para llamar la atención, las cornetas y pitos que estallan en los oídos sí hacen voltear hasta al más distraído de los transeúntes.

 

“Las reuniones de la campaña son apoteósicas”, dice Miguel Fierro, coordinador del Bus en Bogotá y ex candidato a la Cámara de la ciudad por la lista del Centro Democrático. Él es el encargado de mover el bus diariamente, aún cuando Zuluaga no está. El bus tiene un itinerario diario en el que se recorre la ciudad, llevando a un grupo de voluntarios que reparten publicidad.

Sin embargo, en el parqueadero del Parque de la Alameda no se siente la emoción que dicen despertar en la campaña. El conjunto residencial que bordea la frontera entre Bogotá y Cundinamarca tiene 12 franjas de edificios y un total de 2.616 viviendas. A cada una llegó una circular que fue enviada por la administradora invitando a los vecinos a la reunión. Sin embargo, menos de una centena de personas se agrupan alrededor de la tarima donde Oscar Iván Zuluaga, con micrófono en mano, habla de sus propuestas.

A Zuluaga le gusta ir a lugares marginales y periféricos. No por nada, la agenda del bus para hoy incluye además de Bosa, una reunión en la parte más alta de Soacha – Compartir y una en un colegio distrital de Ciudad Bolívar.  En cada lugar, la propuesta que presenta es distinta y se adecua a su público.

Aquí en Bosa, una localidad azotada por el microtráfico y la delincuencia común, el tema es la seguridad.  “Vamos a poner una cámara de vigilancia en cada semáforo de la ciudad”, dice Zuluaga al público. Se oyen gritos y aplausos, aunque la mayoría provienen de los voluntarios de su campaña que se agolpan a su alrededor.

Los residentes de la Alameda del Parque, en cambio, rodean el parqueadero en silencio y de cuando en cuando aplauden sin mucho entusiasmo. La mayoría son padres de familia que llevaron sus hijos a la reunión. Mientras Zuluaga les da la  palabra a voceros del barrio, los niños se agrupan alrededor de una vendedora de algodón de azúcar que niega con la cabeza cuando Zuluaga pregunta si están de acuerdo con la legalización de las drogas y le entrega un algodón a un niño.

“Es que no tuvimos recursos ni para un vaso de gaseosa”, explica la organizadora de la reunión, María Isabel Rojas. “Yo tenía gente como para llenar seis buses”.

En cambio, los líderes de las dos siguientes paradas sí lograron armar reuniones más grandes con el apoyo de la campaña. El encuentro de Zuluaga en una cancha de tejo en Soacha les ofreció a los asistentes un plato de lechona. Y en Ciudad Bolívar, la líder que se encargó de organizar el evento, Constanza Parra, dice que recibió dinero de la campaña para transportar a los invitados, en su mayoría personas de la tercera edad, en 15 buses hasta el lugar de la reunión a la que, además. le sumó unos mariachis que consiguió con el apoyo de un padrino político que apoya su labor en la localidad.

Ambos líderes le dijeron a La Silla que tenían intenciones de hacer parte de la lista para ediles de Bogotá en las próximas elecciones y que mientras tanto, seguirán apoyando a Zuluaga en su campaña.

El encuentro en Bosa terminó hacia las dos de la tarde, bajo de un sol ardiente. Lentamente, el bus de la victoria se fue llenando con la misma velocidad que se desocupó. Una vez más, Zuluaga fue el último en subirse.

“Si es el candidato de Uribe, será mejor votar por él. Yo no lo conocía pero es el único candidato que ha venido por aquí”, dice la vecina de Alameda del Parque cuando se despide y regresa a su casa, como si nada, a hacer el almuerzo para su familia.

Fui periodista de La Silla Vacía a cargo de cubrir Bogotá, el Congreso y las movidas de poder en el Pacífico. Soy politóloga con maestría en periodismo. Me gusta el periodismo de datos, el reportaje y hago fact checking.