La Ley de Víctimas ha tenido un proceso azarozo, pero lo que sucedió ayer entrará a la lista de lo más exótico. Después de que la Cámara de Representantes aprobó el proyecto que discrimina entre las víctimas del Estado y las de la guerrilla y los paramilitares, el representante Guillermo Rivera logró radicar a las 5 p.m. un proyecto de conciliación que contaba con mayoría de firmas de Cámara y Senado acogiendo el texto aprobado originalmente en el Senado que ofrecía la reparación administrativa para todas las víctimas. Cuando el gobierno se dio cuenta, hizo algo sin precedentes en la historia del Congreso: radicó una conciliación minoritaria en sentido contrario para que el Congreso vote ambas proposiciones. Presentar dos conciliaciones opuestas es precisamente no conciliar.