El uribismo busca resaltar el vinculo de Uribe con el Centro Democratico, pero además enfoca su publicidad hacia la paz y neutraliza la estrategia de Santos de varias maneras. La principal apuesta con esta campaña es lograr que la gente identifique el nombre del movimiento Centro Democrático con el expresidente, pero con ella llegó una que resulta más sorprendente. Y que arranca con un “Sí a la paz…”
Esta semana el Centro Democrático arrancó su publicidad. En Bogotá aparecieron las primeras vallas del expresidente Uribe, candidato al Senado. Una foto de él, una frase clara: “Uribe es Centro Democrático”, y un slogan que reza “Sí a la paz con castigo a los criminales”, componen la gráfica.
En radio también se activó la campaña. Una tercera voz aclara dos veces que Uribe es Centro Democrático en Senado y Cámara. Y el propio Uribe repite cuatro veces “sí a la paz” con intervalos tales como “sin secuestradores al congreso”.
La principal apuesta con esta campaña es lograr que la gente identifique el nombre del movimiento Centro Democrático con el expresidente, después de que el Consejo Nacional Electoral prohibió que su nombre apareciera en el tarjetón. Es todo un desafío porque encuestas internas contratadas por políticos muestran que para muchos colombianos la U sigue siendo el partido de Uribe. Siendo una lista cerrada, ellos necesitan que la gente que quiere votar por el expresidente lo ubique el día de la votación.
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Valla en Bogotá del Centro Democratico – Avenida NQS con calle 62. Foto: Juan Pablo Pino. |
La segunda apuesta por centrar el mensaje en el apoyo a la paz sí es más sorprendente. El discurso es básicamente el mismo que ha mantenido Uribe desde hace una década, de que quiere la paz pero sin ninguna concesión. Sin embargo, que el uribismo ponga el énfasis de su estrategia de comunicaciones en su respaldo a la paz, lo más importante que tendrá Santos para mostrar, tiene varias connotaciones.
“No podemos dejar que en el país se cree ese falso dilema entre la paz y la guerra”, le dijo a La Silla el director del Centro Democrático, Alejandro Arbeláez.
Algo similar aseguró el candidato uribista al Senado Alfredo Rangel: “Un propósito es contrarrestar los señalamientos del gobierno en el sentido de que los uribistas son la guerra y Santos y sus amigos la paz”.

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Por otro lado, para Germán Medina, estratega político y experto en campañas, la estrategia publicitaria de Uribe también refleja que el Centro Democrático ha sabido leer que “los colombianos quieren la paz pero con condiciones, no gratuita para las FARC”.
En todas las encuestas, aparece que los colombianos quieren la paz, pero una paz que no implique mayores concesiones. El 62 por ciento en la última Gallup de diciembre dice que apoya los diálogos con las Farc mientras que sólo un 35 por ciento dice que no. Pero apenas el 20 por ciento estaría de acuerdo con que los jefes guerrilleros hicieran política sin pagar cárcel mientras que el 78 por ciento se oponen.
Uribe refleja esta posición. “Les ofrece el BMW a diez millones de pesos”, dijo a La Silla un político rival de Uribe.
La popularidad de Uribe, que aunque sigue doblando con creces la de Santos, ha pasado desde que arrancó este gobierno del 80 por ciento al 58 por ciento en diciembre, según Gallup, y su imagen negativa ha pasado en ese mismo período del 16 por ciento al 40.
Uno de los factores para esto, según dos analistas consultados, es que la gente lo ve alineado solo con la guerra y sin darle un chance a la paz. Con esta campaña, ese efecto se neutralizaría. Y aspira a neutralizar también el discurso de Santos, quien dejaría ser el único dueño de la aspiración por la paz.
Con este nuevo enfoque publicitario de los uribistas, para Germán Medina, en Presidencia “tienen que preocuparse por buscar nuevos elementos de comunicación, distintos a la paz en la que habían enfocado todos sus esfuerzos”.
Además, obliga al Presidente a hablar de lo incómodo que tiene la paz, de concesiones como la elegibilidad con la que los colombianos no están de acuerdo.
Precisamente, según Alejandro Arbelaez, el Centro Democrático quiere comunicar que ellos “buscan y quieren la paz pero sin impunidad y elegibilidad para quienes han cometido violaciones a los derechos humanos”.
Pero otra forma de verlo es que esta campaña de Uribe, que hasta ahora venía siendo el archienemigo de los diálogos en la Habana, confirmaría que “triunfó la idea de terminar el conflicto y alcanzar la paz por la vía negociada”, como lo afirma Héctor Riveros.
Tras ocho años de la Seguridad Democrática, los colombianos se convencieron de la mano de Uribe de que la vía militar era el único camino para acabar con la guerrilla. Esta estrategia publicitaría significa, a primera vista, que hay un viraje en esa aproximación.
Sin embargo, dadas las condiciones estrictas que todavía le ponen a la negociación con una guerrilla que no lograron aniquilar y que no está negociando su rendición, en la práctica, la apuesta de Uribe no es realmente a favor de los diálogos con las Farc. Aunque sus vallas tratan de coger lo mejor de los dos mundos y de quitarle a Santos la paloma.