Cada vez más funcionarios denigran de periodistas, con o sin razón, lo que hace más difícil el debate público.
La difamación de Álvaro Uribe al columnista Daniel Samper Ospina, a quien llamó sin ninguna prueba “violador de niños”, es el caso más visible y de mayor impacto de un fenómeno más difundido. Cada vez más funcionarios públicos denigran públicamente de periodistas, quizás aprovechando que los colombianos han ido perdiendo la fe en el valor democrático de la prensa.
Desde el primero de enero de 2016 hasta la fecha, la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) ha registrado 25 casos de estigmatizaciones a periodistas por parte de funcionarios públicos, y seguramente hay más.
Son estigmatizaciones que varían en grado. Algunas son abiertamente calumnias, otras son insultos o mero desprecio. Pero todas denotan una omisión en “su obligación de promover un ambiente favorable a la discusión pública”, como ha explicado Pedro Vaca, director de la Flip.
Están desde los trinos del ex alcalde Gustavo Petro contra RCN Noticias por su cubrimiento de la marcha del primero de abril en el que afirmó: “Está fracasando el Canal RCN y su propietario en su tarea por “traquetizar la sociedad”” hasta el alcalde de Yopal que acusó a los periodistas de Manantial Stéreo de “ratas” y “ladrones”.
Las estigmatizaciones van desde el nivel nacional como cuando un funcionario de Planeación Nacional dijo cuando la periodista de RCN Karla Arcila se identificó “con razón huele a azufre”, hasta el alcalde de San Vicente del Caguán diciéndole al reportero Camilo Muñoz de RECP SUR “La prueba reina es que Usted es comunista y perseguidor” como respuesta a una publicación de Muñoz titulado “La ‘prueba reina’ contra el alcalde de San Vicente del Caguán”.
Es posible que en algunos de estos casos, los periodistas hayan cometido un error, o inclusive que estuvieran cometiendo un acto indebido. Una encuesta publicada hace un año y medio mostró el nivel de corrupción en este gremio.
Pero, como explica Vaca, “El lenguaje agresivo es una manifestación de violencia. Y usado por un líder político en cualquiera de las redes sociales puede llegar a ser identificado por alguno de sus seguidores como una invitación, o por lo menos como una autorización velada al uso de la violencia física contra el destinatario del trino o del discurso descalificador”.
Por eso, y sin perjuicio de lo mucho que los periodistas podemos mejorar nuestro trabajo, en un país en el que en los últimos 40 años han sido asesinados 152 periodistas en razón de su trabajo, esta actitud de los servidores públicos frente a la prensa representa malas noticias para el nivel del debate público y de la democracia.