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En esta entrada estudiamos el efecto del covid-19 sobre el mercado laboral usando información de las bolsas de empleo virtual. Además, analizamos el impacto sobre la destrucción y creación de empleo según el nivel salarial de los trabajadores.

Esta columna fue escrita en co-autoría con Sara María Gómez y Juan Carlos Muñoz-Mora

Estimaciones recientes sugieren que el covid-19 va a generar un retroceso en los indicadores de pobreza y desigualdad en Colombia de entre una y dos décadas1. Las ganancias que se lograron de forma sostenida desde comienzos de siglo se pueden derrumbar en cuestión de meses. Si la destrucción de empleo es el principal canal a través del cual el covid-19 está afectando el bolsillo de los colombianos, el tiempo que tardemos en recuperarnos va a estar estrechamente ligado con el comportamiento del mercado laboral durante la reactivación de la economía.

En esta entrada analizamos el efecto de la pandemia sobre la destrucción y creación de empleo dependiendo del nivel salarial de los trabajadores. El objetivo es caracterizar la población más afectada por la crisis, y tratar de anticipar las dificultades que estos grupos van a tener para reintegrarse al mercado laboral. Para este análisis combinamos la información de las principales bolsas de empleo virtual en el país2 y de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (Geih) del Dane. Estas fuentes de información no solo nos permiten entender las dinámicas del empleo y las vacantes laborales en el agregado, sino también las características de la población que enfrentan estas nuevas condiciones del mercado laboral.

El grueso de la destrucción de empleo desde el inicio de la pandemia se ha concentrado en la población de menor ingreso. La Figura 1 muestra la diferencia del logaritmo del número total de empleados relativo al mes de febrero según rangos salariales, calculada a partir de la Geih. Esta medida nos da un indicador indirecto, imperfecto pero informativo, del número de personas que han dejado de trabajar como resultado de la pandemia según sus ingresos salariales previos a la crisis. Para mantener comparabilidad con los datos de las bolsas de empleo virtual, y por la dificultad para separar ingresos laborales y no laborales de los empleadores y trabajadores cuenta propia, nos concentramos únicamente en las personas que declaran ser empleadas, independientemente de si son formales o informales3. Este grupo representa aproximadamente 50 por ciento de la fuerza laboral.

Entre febrero y mayo, el número de personas empleadas con salarios menores a un millón de pesos cayó en 26.5 por ciento, que corresponde a cerca de 1.8 millones de personas. Para dar un poco de contexto, la fuerza laboral en Colombia pasó de 22.1 a 17.3 millones de trabajadores entre febrero y mayo (-21.7 por ciento), así que 38 por ciento de esta caída está concentrada en este grupo solamente. En el rango salarial entre 1-2 millones la caída fue ligeramente más alta en términos proporcionales (-28.4 por ciento o 790 mil personas), mientras que en el rango entre 2-3 millones la contracción es significativamente menor (-19.4 por ciento o 133 mil personas). Parte de estos cambios pueden reflejar movimientos de trabajadores entre los diferentes rangos debido a ajustes salariales, o hacia trabajos por cuenta propia, pero dado la magnitud de la caída en el tamaño de la fuerza laboral, y la rapidez con que se dio el choque, estos canales parecerían ser de segundo orden en el muy corto plazo, siendo la destrucción de empleo el efecto que domina.

En la parte superior de la distribución salarial se observa una caída fuerte del empleo entre febrero y abril (-42.85 por ciento), pero también una recuperación rápida en mayo, resultando en una variación acumulada de -21.8 por ciento para el periodo completo (191 mil personas). Estos números sugieren que la mejora en los indicadores laborales que se observó en mayo estuvo concentrada en personas con mayor calificación. Por ejemplo, de los 308 mil nuevos empleados en mayo relativo a abril, el 60 por ciento corresponde a personas con ingresos salariales superiores a 3 millones de pesos. El mercado laboral muestra signos de mejora, pero los primeros datos sugieren que hay diferencias en la velocidad de la recuperación según el perfil de los trabajadores.

Figura 1. Diferencia del logaritmo del total de empleados relativo a febrero según rango salarial*

Pero no sólo se ha destruido más empleo entre el segmento de la población que percibe menores salarios, sino que el número de vacantes laborales nuevas asociadas a estos rangos salariales también han caído de forma desproporcionada4. La Figura 2 muestra la diferencia del logaritmo del total de ofertas laborales semanales respecto a la primera semana de marzo en las bolsas de empleo virtual, esta vez agrupando según el salario ofrecido en la descripción del trabajo. En todos los rangos se observa una caída fuerte en las vacantes inmediatamente después del anuncio de la cuarentena en marzo 21, pero hay diferencias importantes en la magnitud del choque. Las ofertas laborales de menos de 1 millón de pesos cayeron en 80.1 por ciento, seguido de las ofertas en el rango entre 1 a 2 millones (-78.6 por ciento), 2 a 3 millones (-62.1 por ciento), y aquellas mayores a 3 millones (-58.8 por ciento)5.

Una historia similar se puede contar si miramos las ofertas laborales según el nivel de educación mínimo requerido en la descripción del trabajo (ver Figura 3). Las ofertas laborales dirigidas a trabajadores con educación media o técnica tienen una caída más fuerte que aquellas dirigidas a personas con títulos universitarios. Parte de la explicación está en que la demanda laboral por trabajadores con menor calificación tiende a concentrarse en sectores como servicios, comercio y construcción, que han sido particularmente afectados por la cuarentena. Es sugestivo que las ofertas laborales de menos de 2 millones de pesos tuvieran un pico que coincide con la semana de la reapertura del sector de construcción y manufactura a finales de abril, pero el efecto fue temporal. Es difícil saber en este momento si al terminar la cuarentena la demanda laboral en los sectores que usan mano de obra no calificada con mayor intensidad se va a restablecer rápidamente, pero en la medida que las restricciones de movilidad se mantengan, es previsible que muchas empresas en estos sectores tengan que cerrar definitivamente, reduciendo las opciones laborales para este grupo.

Figura 2. Diferencia del logaritmo de las ofertas laborales semanales relativo a la primera semana de marzo según rango salarial**


Figura 3. Diferencia del logaritmo de las ofertas laborales semanales relativo a la primera semana de marzo según nivel educativo requerido***

La combinación de una mayor destrucción de empleo y menores oportunidades laborales para la población de menores ingresos es preocupante hacia futuro. Por un lado, la probabilidad de retornar rápidamente al mercado laboral se reduce, y este es un segmento de la población que depende principalmente de los ingresos laborales al no contar con activos y tener bajo nivel de ahorro. Las ayudas del gobierno a través de programas como Ingreso Solidario son fundamentales para mitigar la crisis, pero si no se logra reactivar el mercado laboral, particularmente en sectores intensivos en mano de obra de baja calificación, los subsidios se van a tener que mantener por periodos prolongados. La extensión de Ingreso Solidario hasta junio de 2021 es un primer aviso.

Por otro lado, tener más personas compitiendo por menos trabajos de baja remuneración va a generar presiones salariales a la baja, lo que puede exacerbar aún más la desigualdad. La dificultad para hacer ajustes salariales nominales, un bajo nivel de inflación en el mediano plazo6, y las rigideces asociadas al salario mínimo y los costos no salariales van a complicar la creación de empleo formal y pueden incluso inducir a que las empresas sigan haciendo sus ajustes reduciendo la nómina. En este escenario pesimista, la recuperación va a ser más lenta y las personas que se reintegren al mercado laboral lo harán en condiciones más precarias.

A pesar de que la expansión del teletrabajo ha servido como un mecanismo de ajuste, buena parte de la población no tienen acceso a estas alternativas de empleo. En nuestra entrada anterior mostramos que las ofertas semanales de teletrabajo se triplicaron desde el inicio de la cuarentena, siendo el único segmento que crece. Sin embargo, el acceso a estas oportunidades laborales está estrechamente relacionado con el nivel socioeconómico de las personas. Por ejemplo, en la Figura 4 mostramos el porcentaje de los ocupados que cuenta con internet en su casa, según su rango salarial. La mitad de los empleados con salarios de menos de un millón de pesos no tienen acceso a Internet en la casa. Este número cae rápidamente a medida que nos movemos a rangos salariales más altos.

Figura 4. Frecuencia relativa de ocupados según acceso de internet en el hogar entre febrero de 2019 y frebrero de 2020 (como porcentaje de los ocupados por rango salarial)****

Una discusión aparte merecería los efectos desiguales del choque entre hombres y mujeres. La diferencia en la tasa de desempleo entre hombre y mujeres, que ya era alta antes del inicio de la pandemia (-5.1 puntos porcentuales), aumentó en 21 por ciento en mayo. Esto se puede explicar en parte porque las mujeres también tienden a trabajar en sectores y ocupaciones que han sido más afectados por la cuarentena, como el sector de servicios, comercio, salud y educación. Adicionalmente, la proporción de mujeres en trabajos informales es superior, lo que las hace más vulnerables en este tipo de choques por tener menos protecciones laborales. Finalmente, las mujeres asumen una carga desproporcionada del trabajo en el hogar, que se ha incrementado sustancialmente durante la cuarentena. La dificultad para balancear el trabajo en casa y en ocupaciones remuneradas puede inducir la salida de mujeres de la fuerza laboral, haciendo que el país pierda las ganancias que ha tenido en las últimas décadas en este sentido.

Se ha vuelto un lugar común argumentar sobre la necesidad de hacer reformas estructurales que permitan un mejor funcionamiento del mercado laboral, pero en este caso la coyuntura lo está demandando con urgencia. La estructura regulatoria del mercado laboral en la actualidad no es conducente a una recuperación rápida del empleo, y esto es particularmente cierto para los trabajadores de menor calificación. El costo de contratar formalmente se tiene que reducir, a riesgo de que se dispare la informalidad. Alternativas como el ingreso básico garantizado, que viene ganando fuerza en el debate nacional,  podrían reducir los costos de formalización y  creación de empleo al tiempo que se protege a los hogares más vulnerables. Hay que discutir seriamente la viabilidad fiscal de este tipo de políticas.

Es importante también acelerar las mejoras en conectividad en todo el territorio nacional, de tal manera que el movimiento hacia el teletrabajo no limite las oportunidades de una población que ya en sí está rezagada. Finalmente, las nuevas condiciones hacen que se deba garantizar mayor flexibilidad en los horarios de trabajo, para poder asumir las demandas de trabajo en el hogar sin que eso implique salir de la fuerza laboral. Esto al tiempo que se debe replantear la absurda desigualdad existente en la carga de trabajo doméstico entre hombres y mujeres.


1Ver la Nota Macro No. 20 de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes y las estimaciones de Jairo Núñez de Fedesarrollo.

2En esta entrada usamos exclusivamente datos de Elempleo.com. Esta información está disponible para un periodo más extenso que los datos de Computabrajo.com, lo que nos permite analizar el cambio relativo a años anteriores y comprar el comportamiento de las vacantes con la evolución del desempleo.

3No podemos separar entre empleo formal e informal debido a limitaciones en los micro-datos reportados por el DANE en los últimos meses.

4Las vacantes laborales en las bolsas de empleo virtual no son una muestra representativa de las vacantes laborales totales. Sin embargo, en nuestra entrada anterior mostramos que la evolución de estas vacantes tienen una relación estrecha con el comportamiento del mercado laboral colombiano.

5Este comportamiento es consistente con las observaciones de  Cajner et al. (2020),   quienes encuentran que los empleados con salarios más bajos son quienes experimentan más profundamente las consecuencias de la recesión, específicamente en mayor número de despidos.

6Ver el Informe de Política Monetaria de julio del Banco de la República.

*Nota: La muestra está restringida a personas que reportan ser empleados en su ocupación principal, independientemente de si son formales o informales. Elaboración propia a partir de datos de la GEIH, 2020.

**Fuente: Elaboración propia a partir de datos de bolsas de empleo colombianas, 2020. Las áreas sombreadas corresponden a etapas de la pandemia: primer reporte de Covid-19 en Colombia (6 de marzo); cuarentena nacional (24 de marzo); primera ampliación de la cuarentena en la que se reabren construcción y manufacturas (27 de abril); segunda ampliación de la cuarentena en la que se abren más de sectores económicos y 960 municipios en los que no se han reportado casos de Covid-19 (11 de mayo); y cuarentena preventiva con 43 excepciones (1 de junio).

***Fuente: Elaboración propia a partir de datos de bolsas de empleo colombianas, 2020.

****Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Geih, 2020. 

Profesor en la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes e investigador asociado del Instituto de Economía Laboral (IZA). Tiene un doctorado en economía de la Universidad de Oxford. Ha trabajado como investigador en el Instituto de Investigación Social y Económica (ISER) de la Universidad...