Intervención de César Sánchez en representación de la Comisión Gestora del Plan Nacional Decenal de Educación en reunión con el Ministro de Educación, celebrada el de agosto en la Conferencia Episcopal, organizada por el Foro Permanente de Ciencia, Educación y Desarrollo

En su primer mes de gestión, el ministro Alejandro Gaviria ha dejado ver su disposición al diálogo y a la escucha; su actitud académica y atenta para absorber la mayor cantidad de información para comprender el estado actual de un sector caracterizado por su complejidad ha dejado entrever sus preocupaciones al frente de la cartera en la cual tiene el desafío de atender las urgencias, que incluyen los compromisos y las tareas vitales para el funcionamiento del sistema, así como también la dimensión de lo que podría categorizarse como lo importante que implica afrontar los grandes desafíos y liderar las transformaciones educativas que reclama el país. 

Lo urgente

  • Las tareas del ministro

El ministro Gaviria ha planteado que entre algunas de sus responsabilidades y tareas inaplazables, que requieren “vestir la camiseta de administrador público”, están:

1. Atender la prestación del servicio de alimentación escolar y afrontar la corrupción y falta de eficiencia del Programa de Alimentación Escolar (PAE).

2. Abordar los proyectos de infraestructura escolar, priorizando el sector rural donde están los principales retos. Esto va de la mano del perentorio mensaje del presidente Gustavo Petro a los mandatarios territoriales sobre la identificación de predios para la expansión de la oferta.

3. Dar cumplimiento a los acuerdos establecidos por los gobiernos precedentes con el magisterio.

4. La formulación del Plan Nacional de Desarrollo y del Plan Sectorial de Educación.

Lo importante

  • La articulación del sistema educativo

Desde hace más de dos décadas se ha diagnosticado en diferentes documentos de política pública y de estudios del sector la desarticulación del sistema educativo. Las dificultades de las transiciones entre los diferentes niveles y el consiguiente abandono de los estudiantes entre un tramo y otro de la trayectoria educativa, sobre todo en el paso de la educación básica a la media y de la media a la superior. En cada una, la mitad de los estudiantes no pasan al siguiente nivel. Esto también implica la armonización de las diferentes ofertas de la educación postsecundaria y la revisión de los sistemas de aseguramiento de la calidad que acusan agotamiento e impertinencia, sobre lo cual ya se pronunció Alejandro Gaviria

  • El cambio de paradigma o modelo educativo

A juzgar por sus muy deficientes resultados, no es una exageración sentenciar que el actual modelo de educación por competencias ha fracasado en Colombia. La mayoría de niños y niñas del sistema culminan la educación básica y media sin dominar adecuadamente las competencias básicas, es decir, la lectura, la escritura, la lógica matemática y las competencias ciudadanas. Esto se ve reflejado en que solo un 13% de ellos alcanza un nivel alto de desempeño. Esto es gravísimo, pues son las bases y herramientas necesarias para el desarrollo de capacidades y para aprender a aprender.

Por otro lado, la primaria y el bachillerato están saturados de contenidos que no se logran posicionar entre los estudiantes como relevantes o significativos para sus vidas, causando así problemas de abandono y, en cambio, carecen de lineamientos para el desarrollo de la inteligencia emocional y social valorada por la ciencia como la más importante para el éxito en la vida. Esto amerita cambiar el currículo nacional para que atienda a las expectativas de estudiantes y de la sociedad de manera flexible y pertinente atendiendo la gran diversidad territorial y cultural de nuestro país.

  • Cerrar brechas

Desde la expedición de la Ley General de Educación (115 de 1994) se han logrado avances importantes en la cobertura de la educación básica, la profesionalización del docente, la etnoeducación, la infraestructura y los medios educativos. Sin embargo, se mantiene constante la inaceptable brecha entre la llamada educación de élite y la mayoría de estudiantes de la educación pública y de colegios privados de bajo nivel económico, situación que se agrava en la educación rural. Nuestro sistema educativo está al servicio de reproducir la desigualdad y la inequidad frente a la indiferencia de los gobiernos y de la sociedad.

  • La política de desarrollo docente

El factor más importante de la calidad educativa no es la infraestructura, sino el docente capacitado y motivado para inspirar a sus estudiantes, por lo cual se debe contar con una política integral que provea mejores condiciones para atraer los talentos a la profesión; una formación permanente vinculada a la investigación en el aula con apoyo de las facultades de educación, los centros de investigación e innovación de docentes y el sistema de ciencia y tecnología. Además, es importante rescatar el programa Todos a Aprender y, en general, rescatar la pedagogía secuestrada por la burocracia administrativa. No se puede seguir insistiendo en fórmulas ineficaces como la oferta de posgrados sin compromiso con la mejora de la enseñanza y sobre todo del aprendizaje.

  • La incorporación pertinente de la tecnología

Ni siquiera la pandemia del covid logró avances hacia una política pública para la adopción pedagógica y pertinente de la tecnología. Se llevó la clase presencial a las casas de los estudiantes con plataformas de teleconferencia sin pasar por la reflexión sobre las narrativas, las didácticas, los contenidos y, sobre todo, las competencias de docentes para una educación de calidad mediada por las TIC. 

  • Construir la Sociedad del Conocimiento

Un nuevo modelo productivo basado en las energías limpias, la investigación y la innovación, el desarrollo industrial sostenible, el biocomercio y la venta de servicios ambientales requieren la integración del sistema educativo con el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. La investigación y la creación deben ser incorporadas a todos los niveles educativos para contar con las capacidades nacionales de producir y gestionar el conocimiento necesario para sustentar una potencia mundial de la vida.

  • Rescate de una política educativa de largo plazo

De igual manera, como lo dijo Gaviria, los cambios sociales implicados para las profundas transformaciones implican la construcción de políticas públicas que son asuntos de largo plazo y requieren constancia y permanencia. Por eso, le insistimos a él que rescate la institucionalidad empleando los instrumentos de la Ley General de Educación, como son los foros regionales y los planes decenales de educación (Pnde). A este gobierno le corresponde cerrar el actual tercer Pnde y formular el cuarto. Esto significa que tiene la enorme posibilidad de construir de manera participativa una visión a 2036 con una ventana de tiempo de 14 años con políticas de estado que no dependan del cambio de gobierno. Esto requiere de un amplio consenso.

  • Responder al cambio de mirada

Por último, la construcción de una potencia para la vida demanda el correlato de una educación diferente de la empleada hasta ahora y, por lo tanto, de estrategias audaces para emprender la transformación del sistema educativo. Eso no lo puede perder de vista el ministro y su equipo. El mandato ciudadano es claro: transformar la educación y la sociedad. Eso exige, además de vestir la camiseta de administradores públicos, ejercer el liderazgo para emprender las profundas transformaciones que exige una ambiciosa visión de una sociedad con desarrollo humano sostenible.

Es consultor y asesor de instituciones educativas. Es comunicador social institucional y tiene una maestría (MBA) en dirección universitaria. Sus áreas de intéres son políticas públicas educativas, educación virtual, modelos y paradigmas educativos, y desarrollo humano.