Carlos Cadena Gaitán
Carlos Cadena Gaitán

En esta era de crisis climática, ya el debate no es si debemos promover ciudades más sostenibles. Realmente los debates ahora giran alrededor de la variable tiempo: ¿qué tan rápido debemos avanzar en las soluciones que nos permitan continuar habitando nuestras ciudades?

En nuestro último libro desde la Universidad Eafit, “Índice de movilidad con base en la capacidad de soporte”, ofrecemos una nueva metodología para entender y mejorar la movilidad urbana desde una perspectiva de sostenibilidad, y con mayor coherencia ante los retos de la crisis climática. Estudiamos decenas de ciudades latinoamericanas y logramos ofrecer una lectura de interés para urbanistas, políticos, ambientalistas y cualquier persona interesada en la intersección entre urbanismo, tecnología y sostenibilidad.

En esta publicación entendemos la planificación del territorio y la planificación de la movilidad como las dos caras de la misma moneda. El modelo de movilidad que construimos tiene la capacidad de definir el modelo de ciudad que habitamos. De ahí parte la importancia de que nuestras estrategias de planificación, tanto urbana como de movilidad, reconozcan la capacidad de soporte de nuestras ciudades, es decir, que planeemos reconociendo los límites espaciales y socioecológicos de nuestros territorios.  

La movilidad más sostenible, por lo tanto, no debe ser vista no solo como una red de transporte, ni como el ingreso de más vehículos eléctricos, sino como un sistema estructurante del territorio. Tenemos el reto de romper paradigmas de planificación y gestión del transporte urbano que durante décadas se centraron en cómo mover a los ciudadanos de un punto a otro rápidamente, de maneras poco eficientes. Pero ahora, más que nunca, en una época donde la planificación urbana debe dirigirse a gestar la resiliencia climática, el modelo de movilidad urbana debe centrarse en las personas y en promover su conveniencia para desplazarse, con bajas y ultra bajas emisiones, pero también con la capacidad de adaptarse ante los eventos extremos del clima.

En Medellín, por ejemplo, hemos desarrollado diversos instrumentos que buscan promover una movilidad más sostenible. Algunos de ellos son el Plan Rector de Expansión del Metro, el Plan Maestro Metropolitano de la Bicicleta del Valle de Aburrá al 2030, y otras iniciativas como las Zonas Urbanas de Aire Protegido, que buscan que avancemos apuestas coherentes con una movilidad urbana más sostenible.

Figura 1. Demanda modificada del espacio vial en Medellín.
Demanda modificada del espacio vial en Medellín. Tomado de Ospina-Sierra, E., Cadena-Gaitan, C., Castellanos-Ramelli, P., & Florez-Muñoz, M. C. (2023)

Si nos diéramos a la tarea de implementar en su totalidad los dos planes previamente mencionados, las transformaciones serían tremendas. Por ejemplo, desde la perspectiva que proponemos en nuestro índice de movilidad con base en la capacidad de soporte, veríamos que la demanda del espacio vial en la ciudad de Medellín decrecería significativamente, liberando la presión por la construcción de más infraestructura anacrónica, costosa e insostenible (Figura 1).

Figura 2. Proyección de las emisiones asociadas al cambio de reparto modal en Medellín.
Proyección de las emisiones asociadas al cambio de reparto modal en Medellín. Tomado de Ospina-Sierra, E., Cadena-Gaitan, C., Castellanos-Ramelli, P., & Florez-Muñoz, M. C. (2023)

En relación con las emisiones, la reducción también sería remarcable (Figura 2), mejorando la calidad de nuestro aire, y atacando una de las principales problemáticas actuales de nuestras ciudades, lo que yo he descrito como “La nueva pandemia” en esta publicación de La Silla Vacía.

Sin embargo, sufrimos de una brecha de implementación, en donde los instrumentos que hemos diseñado con miras a la transformación de nuestra ciudad no se desarrollan a la medida de nuestras ambiciones. Es decir, durante años hemos sabido qué hacer, pero no lo hemos hecho, a pesar de la voluntad política de algunas y algunos servidores. Por eso, en lo público, en política y la ciudad se necesitan muchas personas, ubicadas en distintos lugares, con capacidad de tomar decisiones valientes, y de ejecutar la ciudad que queremos, pero que a veces, en el corto plazo, no somos capaces de ver que necesitamos.

Más allá de las aplicaciones prácticas del índice, el libro es un llamado a la acción. Nos recuerda que la movilidad no es solo un asunto de cómo trasladarnos de un punto a otro; es una cuestión de cómo aseguramos que nuestras ciudades sigan siendo habitables y vibrantes en el futuro. La movilidad sostenible no es un lujo, sino una necesidad urgente en un mundo donde la equidad, la salud pública y la preservación del ambiente deben ir de la mano.