Andrés Pardo Amézquita, columnista invitado.

Por: Andrés Pardo Amézquita. Director Ejecutivo de Estrategia Macroeconómica para Latinoamérica, XP Investments

El viernes por la mañana el presidente Petro escribió en sus redes sociales que no dudaría en hacer una “cesación de pagos” de la deuda o “decretar la emergencia económica” si el Congreso no aprueba un proyecto de ley para aumentar el cupo de endeudamiento.

Como era de esperarse, los comentarios del presidente no fueron bien recibidos por la oposición, que los consideró como una amenaza y un desacertado intento de presionar al Congreso.

Los mercados financieros locales tampoco vieron con buenos ojos estas “amenazas” y se asustaron.

Los títulos de deuda del gobierno y el peso colombiano registraron desvalorizaciones significativas durante la sesión de negociaciones de ese día, aunque gran parte de esos movimientos se revirtió al final del día en la medida que los inversionistas fueron entendiendo las verdaderas implicaciones de los comentarios del presidente. 

Aunque este episodio añade más ruido a un panorama político que ya es bastante volátil, es poco probable que tenga grandes consecuencias. Es normal que el Congreso muestre cierta resistencia al discutir un aumento del cupo de endeudamiento y que lo utilice como herramienta de negociación para obtener concesiones del gobierno en otras propuestas.

En últimas, eso hace parte del debate democrático entre el legislativo y el ejecutivo. No obstante, es altamente probable que el proyecto de ley sea aprobado, como siempre ha ocurrido cuando se ha propuesto un aumento del cupo de endeudamiento.

Esta no es la primera vez que un gobierno solicita aumentar el cupo de endeudamiento.

Este es un trámite que debe realizarse cada cierto número de años. Por ejemplo, en los últimos 25 años se solicitaron y aprobaron aumentos en 2020, 2015, 2013, 2009, 2002 y 1999. El último trámite en 2020 logró un aumento de US$56 mil millones a US$70 mil millones. La solicitud actual lo elevaría a US$87.6 mil millones. 

Por otro lado, es importante aclarar que el cupo solo se refiere al endeudamiento externo y no al total. En el remoto caso de que no se aprobara un aumento del cupo, el gobierno tendría que encontrar fuentes adicionales en dólares o en pesos para convertirlas a moneda extranjera.

Por supuesto, escenarios extremos como este requerirían, por ejemplo, declarar un estado de emergencia para que el nivel de deuda pueda sobrepasar el cupo a través de decretos legislativos.

El riesgo de una “cesación de pagos” (que mencionó Petro en sus redes sociales) es similar al riesgo hipotético que los mercados financieros globales han discutido en el pasado cada vez que el gobierno de EEUU ha solicitado al Congreso un aumento del límite de la deuda en ese país. 

Sin embargo, insisto que una diferencia importante entre el caso colombiano y el de EEUU es que el cupo de endeudamiento en Colombia solo aplica a la deuda externa y no a la total como en EEUU.

Además, dada la sensibilidad del tema (como se evidenció con el brusco movimiento de los mercados financieros locales ese día), es reprochable que el presidente Petro amenace con una eventual “cesación de pagos” en lugar de explicar la necesidad y conveniencia de aumentar el cupo de endeudamiento, como siempre se ha hecho en el pasado.

También cabe aclarar que un aumento del cupo de endeudamiento solo puede solicitarse en el mismo año en el que se vaya a alcanzar el cupo. Esto ocurrirá este año, razón por la cual no se podía presentar y tramitar un proyecto de ley para ampliar el cupo con anticipación.

Finalmente, es clave entender dos problemas importantes que tiene la figura del cupo de endeudamiento.

El primero es que el cupo se define en términos nominales y no como porcentaje del PIB. Por lo tanto, en la medida que la economía crece, el cupo se convierte en una restricción excesiva si el objetivo es mantener estable la deuda como porcentaje del PIB. 

El segundo problema, que es muy relevante para la solicitud actual, tiene que ver con algunas de las amortizaciones (pagos de deudas contraídas en el pasado) que caen entre 2024 y 2026, y la forma como afectan o no el cupo de endeudamiento.

Bajo condiciones normales, las amortizaciones liberan espacio en el cupo de endeudamiento, mientras que las deudas que se emiten reducen dicho espacio.

Sin embargo, algunos préstamos que se contrataron durante la emergencia económica en los años de la pandemia (unos US$6.6 mil millones) tenían un tratamiento diferente pues no afectaron el espacio en el cupo de endeudamiento.

Los pagos por amortizaciones ligadas a esos préstamos (que equivalen a US$4.8 mil millones entre 2024 y agosto de 2026) no liberarán espacio en el cupo de endeudamiento, mientras que las deudas que se emitan para pagar esas amortizaciones sí lo reducirán. 

Por ejemplo, los pagos de amortizaciones del préstamo por $5.4 mil millones que el gobierno obtuvo en 2020 del FMI durante la pandemia, comenzaron este año. Por lo tanto, la deuda que se emita para pagar esas amortizaciones en 2024 van a reducir el espacio del cupo, pero los pagos no lo liberarán.

Esta es una de las principales razones por las cuales urge aumentar el cupo de endeudamiento lo más pronto posible. 

No obstante, con respecto al trino del presidente Petro, no es cierta su afirmación de que “nosotros no nos estamos endeudando desde que comenzamos a gobernar”.

El saldo de la deuda del Gobierno Nacional Central ha aumentado de 805 billones de pesos en agosto de 2022 a 887 billones en marzo de 2024 (según cifras del Ministerio de Hacienda), lo cual evidencia que el endeudamiento neto (deuda emitida menos pagos de amortizaciones) efectivamente ha subido. Como bien dice el presidente, “hay que decirle la verdad a la población”.