Ariel Viáfara
Ariel Viáfara

El 21 de mayo es una fecha que ha marcado la historia de Colombia, sobre todo de las comunidades afrodescendientes, porque en 1851, bajo el mandato del presidente José Hilario López, se promulgó la abolición de la esclavitud. En Colombia se conmemora el día de la afrocolombianidad.

Esta conmemoración tiene su origen en la Ley 725 de 2001, con la que se hacía homenaje a los 150 años de la eliminación de la esclavitud, consagrada en la Ley 2 de mayo 21 de 1851.

Esta fecha no es solo para reflexionar sobre los más de 400 años que duró esta práctica lamentable de la trata de esclavos, sino para pensar en el reconocimiento de la diversidad cultural, el aporte de los pueblos afrodescendientes en la construcción de la nación y la riqueza que proporciona ser un país multiétnico. Ya la constitución de 1991 había estructurado un articulado para la garantía de los derechos políticos, económicos y culturales de las comunidades negras y en la Ley 70 de 1993 se establecen mecanismos para proteger la identidad cultural y derechos como grupo étnico.

Cabe resaltar que este mismo día la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (o Unesco por sus siglas en inglés) celebra el día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, donde no solo destaca las culturas del mundo, sino el valor del diálogo intercultural para la consecución de la paz y el desarrollo sostenible. Es una oportunidad maravillosa la que nos brinda esta conmemoración para reconocernos, reconciliarnos y ver en la diversidad la riqueza de la creación Divina.

Hay que ser conscientes que, a pesar de que se ha legislado para ponderar la historia e identidad étnica, todavía hay una brecha que no se ha podido cerrar, hay caminos por unir, heridas por sanar y deudas por saldar para con esta población que aún siente, en diferentes escenarios, el peso de la discriminación.

En nuestro país hace falta aprender a caminar juntos a pesar de que somos diferentes. Esta variedad en vez de utilizarse como rivalidad debe ser fuerza y unión para avanzar en la construcción de una nación en paz y reconciliada. No hay paz sin reconciliación, sin reconocernos a otros y sin libertad. Por eso, todos estamos llamados a trabajar y caminar hacia objetivos comunes que garanticen el bien colectivo.

Falta mucho para que Colombia sea un territorio donde la ciudadanía acepte y aprenda a asumir la diversidad como una potencialidad y no como una superioridad o inferioridad. Aún persiste el racismo y se han proliferado formas modernas de esclavización que siguen segregando a personas por su color de piel, su identidad cultural, religión y condición social.

Ser negro no es fácil para muchas personas, por lo que en muchos escenarios son maltratados, rechazados y discriminados. Persisten actitudes despectivas y hay un sin número de construcciones sociales frente a los afrocolombianos al relacionarlos con acciones indecorosas y despreciables en la sociedad. Es cierto que también ha faltado que el gobierno nacional implemente políticas para garantizar los derechos fundamentales de la población negra, la cual muchas veces se ve en desventaja frente a las condiciones de vida que debería tener.  

Hay mucha tela por cortar frente al articulado que propone la Constitución política y la Ley 70, dado que muy poco se ha cumplido de lo que se concertó para la protección de los derechos de las comunidades negras. Hoy, generalmente, son estas poblaciones las que no tienen acceso a los bienes y servicios fundamentales. La intervención del Estado ha sido deficiente y las comunidades siguen esperando que las oportunidades integrales lleguen para que en sus territorios las condiciones de vida sean mejores.

Es lamentable que, por ejemplo, en los municipios de la costa caucana no se cuente con universidades, hospitales de segundo y tercer nivel, agua potable y carretera. Los pueblos siguen viviendo en formas de esclavitudes modernas que impiden que la libertad sea una realidad.

Que esta conmemoración sirva para construir un país sin racismo, reconciliado, libre y en paz, porque este don solo es posible mediante la convivencia armónica con el que es diferente. Que el gobierno nacional desarrolle políticas para garantizar los derechos de los pueblos negros, porque no hacerlo, seria condenarlo nuevamente a las cadenas.

Oriundo del municipio de Timbiquí Cauca, sacerdote en la costa pacífica caucana y nariñense, estudiante de psicología, comunicador popular y gestor cultural. Ha sido director de la emisora Micay Stereo en López de Micay, ha liderado proyectos comunicativos, culturales y productivos en Timbiquí...