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La Reforma Política como va en el Congreso no incluye paridad ni alternancia en sus listas. Las mujeres una vez más estamos siendo dejadas a un lado en los espacios de poder. 

En diciembre se aprobó la desastrosa Reforma Política en el Congreso de la República y está a cuatro debates de convertirse en ley de la república.  A pesar de múltiples intentos de mujeres congresistas en la Cámara de Representantes por incluir un artículo que permitiera que la composición de las listas de elección popular fueran 50-50 y de manera alternada hombre y mujer, la paridad y alternancia no fue posible en esta ocasión.

Y en este día tan importante de reivindicación de nuestros derechos, quiero mostrarles un poco de lo que pasó ese día y cómo muchos hombres y mujeres no ven la falta de representación en el congreso como un problema.  Los hombres congresistas consideran que la limitación de las mujeres en política es porque a ellas no les interesa y solo el 10% de los hombres y el 16% de las mujeres cree prioritario que exista paridad, alternancia y universalidad en las listas de corporaciones públicas (MOE, 2018).

Y les pongo un ejemplo de la plenaria del 13 de diciembre de 2018 que convierte esas cifras en realidad:

  • Comencemos con John Jairo Roldan, Liberal de Antioquia, quien afirmó que “acá hay líderes políticas que no necesitaron ser bien acomodadas para tener los votos”. Refiriéndose a las mujeres que ya estaban electas.

  • Alonso José del Río, integrante del Partido de la U de Bolívar, afirmó que la paridad iba a llevar a más corrupción y en sus palabras “no que digan que una mujer tiene que ir en una lista cuando nunca ha hecho un trabajo político”. Asumiendo que las mujeres no harían trabajo político. 

  • Y ahora lloremos con la abucheada y grosería por la que la Cámara de Representantes hizó pasar a de Juanita Goebertus, cuando presentó una propuesta alternativa para salvar la #ParidadYA. La Cámara básicamente con sus acciones le dijo cállese y deje de hablar bobadas.

En Colombia las mujeres representamos el 52% de la población, pero no alcanzamos siquiera el 20% de las sillas en el congreso. La decisión de los congresistas fue seguir aplazando que la paridad real fuera al menos tenida en cuenta en un escenario político.

¿Pero, por qué?

Retrocedamos un poco. En la Reforma Política se estaba discutiendo un cambio en el sistema electoral, que no es menor cosa: pasar de voto preferente (sistema actual) a listas cerradas en las elecciones populares de Colombia.

El sistema que funciona hoy en día permite que los ciudadanos voten por un candidato de manera individual o por el logo del partido. Esto ha generado en nuestro país que más que votar por partidos políticos que nos representan, votemos por lo que nos brindan los candidatos de manera individual.  En general los partidos en Colombia no cuentan con una cohesión ideológica y la identidad de los partidos es algo muy desdibujado. Las personas que quieren ser candidatas para un cargo público solo se presentan a un partido y buscan un aval, y en la mayoría de los casos lo obtienen. Sin embargo, el sistema actual también genera algunas ventajas pues permite que sea posible la llegada de nuevas caras a las listas en el congreso con mayor facilidad que un sistema de listas cerradas.  

Las listas cerradas para las elecciones populares implican que el partido político decide el orden de las listas por el mecanismo que le parezca más conveniente al partido (es decir que el partido elige la forma en que se componen las listas). Lo cuestionable un poco y la preocupación de muchas de las personas que votaron en contra es que esto puede generar un retroceso en la elección de nuevas caras y que implica que el poder de los partidos (al ser débiles) está solo en unos cuantos miembros.  Pero hay tres puntos muy importantes y rescatables de las listas cerradas: primero, mata el exceso de financiación de las campañas; segundo, elimina el clientelismo en el largo plazo y tercero permite la paridad real en política.

Nuestro sistema actual de listas abiertas tiene hoy un requerimiento de al menos un 30% de mujeres para que estas puedan ser presentadas en elecciones. Sin embargo, si miramos la tendencia, esto no ha generado un mayor cambio en la composición de las listas.  El efecto de las listas solo se vio en las elecciones nacionales donde las mujeres pasaron de representar en el 2010 el 13,1% del congreso al 21% en el 2014. Sin embargo, para las elecciones nacionales de 2018 se quedó estancado y disminuyó con un 19,7%. Si la representatividad de las listas se viera reflejada en la representatividad en el congreso, hoy el 30% de las curules serían ocupadas por mujeres. Pero no es así.

En listas abiertas podríamos proponer entonces que se subiera el requisito al 50%, pero esto no garantiza que vayamos a elegir el 50% del congreso femenino. Hoy en día los partidos políticos para completar el 30% de las listas de elección popular, al ser partidos débiles, están teniendo serios problemas. Meten a algunas mujeres por obligación y a última hora (las mal llamadas “mujeres de relleno”) y no se preocupan por encontrar ni preparar a mujeres idóneas para cargos públicos. Y ésta falta de preocupación no es porqué sí, es porque saben que sus recursos y esfuerzos los pueden seguir  enfocando en los “siempre les han traído votos” y no necesariamente en nuevas generaciones de mujeres.

Una lista cerrada paritaria y alternada da la posibilidad de que efectivamente el 50% de las mujeres lleguen a ocupar cargos públicos. Pero no solo ocuparlos, sino que pone una presión adicional a los partidos políticos para que ejerzan acciones concretas en la preparación de sus mujeres en política y el tipo de apoyo que les van a brindar para que efectivamente ganen elecciones.  

Entonces por esto necesitamos de listas cerradas, paritarias y alternadas. Y ojo antes de que se me lancen encima, soy consciente de que pueden haber unas acciones paulatinas y que con voluntad de los políticos esto ya se hubiera logrado hace muchos años. Pero la historia nos ha mostrado que voluntad no hay y que sin ley difícilmente llegaremos a una paridad pronto. Según la OIT se necesitan 107 años para que lleguemos a una representación paritaria completa de manera “natural”. Pero como mujer no estoy dispuesta a esperar un siglo más para ver condición de igualdad en uno de los cargos de poder más importantes en Colombia, como lo es el Congreso. ¿Ustedes le pedirían a los hombres que esperarán 107 años para estar representados?

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Imagen tomada de: http://nextagencia.blogspot.com/2011/05/desigualdad-de-la-mujer-en-el-mercado.html

Una de las SietePolas. Feminista y activista. Economista y Maestra en Políticas Públicas de la Universidad de los Andes. Ha sido asesora política y académica en temas de género, educación y desarrollo de políticas públicas.