Para el común denominador de la sociedad, o por lo menos de Colombia, que es considerado un país con unos niveles precarios de cultura política, la clase dirigente es la responsable de la creciente crisis social que hoy vive nuestro territorio, reflejado en los altos niveles de pobreza y desempleo agudizados por la pandemia del covid. 

Pese a que los medios de comunicación en el país actualmente registran algunas leves mejoras en cuanto a los indicadores sociales mencionados, la sensación de insatisfacción y desesperanza no cesa en la percepción de quienes, en últimas, les toca Convivir con la pobreza, como titulé una columna anterior. Al respecto, un insumo reciente lo representó la encuesta Pulso País publicada por la firma Datexco para la cadena W Radio Colombia, en la que aparece que, en el mes de septiembre, el 76 por ciento de los encuestados manifestaba sentir que el país no iba por buen camino.

Al margen de establecer con exactitud infalible quién o quiénes deben responder por el panorama complejo que atraviesa Colombia, quiero mover el foco sobre otros sectores que han sido evaluados y que, sin lugar a dudas, no salen bien librados del ojo crítico ciudadano. Por ejemplo, sobre aquellos que son encargados de generar información para la sociedad.

Un estudio denominado Edelman Trust Barometer, que consiste en la aplicación de una encuesta virtual en 28 países del mundo (incluido Colombia), con más de 33 mil encuestados y que mide de 0 a 100 los sectores o temáticas, denominó su informe del año 2021 como Declarando la bancarrota de la información. Una de sus principales conclusiones es la disminución de confianza general por parte de la sociedad. Para el caso de Colombia, el país en 2021 fue calificado con un índice de 48 sobre 100, en el grupo de países donde la desconfianza es mucho más exacerbada.

En cuanto a la confianza en sectores como los medios de comunicación, el país registró un índice de 39 puntos, 12 puntos por debajo del promedio global. En esa misma línea, la confianza en las empresas para 2021 se redujo en 3 puntos; el país se ubicó con un índice de 63. Por su parte, las ONG redujeron su índice 11 puntos con relación al año anterior, calificadas con 56 puntos.

A propósito del escenario electoral que vivirá Colombia en el año 2022, este estudio señala que la confianza en los líderes disminuye cada vez más. Entre funcionarios públicos (24) y periodistas (35), el índice señala que aparentemente los líderes no son confiables para hacer lo que está bien.

Otro dato llamativo es que el 72 % de los encuestados manifestaron sentir que los líderes gubernamentales están tratando de engañar a propósito, mientras que en ese ítem un 66 % piensa igual sobre los líderes empresariales.

Almond y Verba, los pensadores estadounidenses a los que se les reconoce como los pioneros en abordar el concepto de la cultura política con su obra The civic culture, se refirieron a la confianza institucional como un elemento que hace parte de los procesos de democratización que permiten en últimas el empoderamiento ciudadano, siendo este el canal a través del cual se decantan todas las posturas de la ciudadanía.

La evidencia empírica demuestra que el problema de confianza y credibilidad en Colombia va más allá del imaginario de rechazo que persiste hacia la clase política en el país. Parece ser que los problemas que aquejan a Colombia no son responsabilidad exclusiva de unos, sino de varios.

Sin confianza no hay progreso. Cierro entonces con este refrán popular que reza: “La confianza es difícil de ganar y fácil de perder (y no se puede recuperar)”.

El estudio completo se puede leer aquí.

Politólogo, Magíster en Ciencias Sociales y Master II en Ciencias Humanas y Sociales. En sus años de experiencia, se ha desempeñado como docente de las principales universidades de Manizales (2014 - 2019) (Universidad de Caldas, Universidad Autónoma de Manizales y Universidad de Manizales). Así...