Diógenes Rosero
Diógenes Rosero

Aún no comprendo cómo los ciudadanos caribes normalizamos la difícil cruz de las tarifas de energía en la costa ¡qué capacidad de aguante en medio del sofocante calor!

Se está jugando con fuego con la ciudadanía que terminó hasta el tope con la liquidada Electricaribe y acabamos sufriendo bloqueos diarios en barrios y carreteras de la región. ¿Vamos a rematar en lo mismo con un gran problema de orden público proporcional al desmedido aumento de las tarifas de energía?

Mientras el promedio nacional de incremento del costo de la energía –que ya es alto– se incrementó en un 22,4% en el último año, en la costa caribe el aumento es ¡exorbitante! Nacionalmente, en las ciudades donde más crecieron las tarifas fueron Sincelejo, con el 37,19%, y Valledupar con el 37%. Mientras que en Barranquilla y Cartagena aumentó un 32% y un 35,88% respectivamente. Casi el doble del promedio nacional ¡Brutal!

Las tarifas siguen subiendo y seguramente el fenómeno del niño le añadirá unos cuantos kilovatios más a una insufrible situación que vivimos todos los meses cada que llega el recibo.

Las respuestas han sido insuficientes y más que una estrategia articulada de la dirigencia política, lo que observamos es una recurrente “quejadera” de nuestros congresistas que se queda en el “aire”, mientras continúa una mala prestación del servicio con un costo cada vez más alto. Solo se queda en reclamos porque la sensación del gobierno nacional y parte de la sociedad, es que ellos mismos fueron los creadores de la insostenible situación en la que estamos.

El régimen especial tarifario fue un embeleco que se inventó el gobierno Duque para favorecer a unos privados y que pudieran hacer viable un negocio de operación de energía con un trato especial. En síntesis, que pudieran cargar las perdidas del sistema a la factura de los que pagan la energía. De esa forma, se disminuían los riesgos, aumentaban las utilidades, pero con el incentivo perverso de no perseguir a los evasores cubiertos por quienes pagamos las facturas. Por eso la luz sigue llegando ¡altísima!

Todo esto con la anuencia de nuestra bancada de congresistas del Caribe, que, primero, aprobó en el congreso ese lesivo régimen tarifario que quedó en el plan desarrollo de Duque. Después, no dijeron nada cuando le aprobaron el plan de desarrollo a Petro y, ahora, no ha sido capaz de buscar soluciones y una hoja de ruta clara.

Se les han ido las luces en un problema que es prioritario para la región porque lesiona su competitividad y golpea el bienestar de la gente. Hay unos desarticulados esfuerzos que no consolidan una hoja de ruta clave, como la reunión de hace unas semanas de los gobernadores de la región que aparecieron con unas pancartas con el lema: “comemos o pagamos la luz”.

¿Será que de esa forma se convence al gobierno para que solucione el rollo de las tarifas? No creo. Esa presión simbólica en vez de convencer a Petro puede causar el efecto contrario.

Lo que necesitamos es un verdadero liderazgo que trace una hoja ruta consistente y articulada. La primera es aumentar la gobernanza sobre el tema para alinear esfuerzos de la sociedad civil, gremios y políticos, y enfilar en una misma narrativa con gobernadores y alcaldes. Yo estoy seguro de que los congresistas regionales pueden jalonar este esfuerzo.

No podemos quedarnos con unas sesiones descentralizadas que no llegan a nada, no tener una ruta consistente cuando al presidente abre espacios regionales donde se toca el tema, o meter miedo con una insurrección popular caribe, ese no es el camino.

Lo segundo es que hay que escalar este problema al más alto nivel nacional, si Petro dialoga con los cacaos nacionales hay que meter el tema de las tarifas en esa conversación nacional.

Finalmente, buscar incluir una apuesta regional de mediano plazo con energías renovables. Esto no puede ser un esfuerzo de cada uno de los alcaldes o gobernadores, y las comunidades energéticas; debe articularse en una gran apuesta regional. ¿Puede la recién creada Región Administrativa y de Planeación (RAP) ayudar en esa dirección?

La búsqueda de alternativa de solución a las tarifas de energía debe ser la oportunidad para cambiar la tradicional forma de relacionamiento de nuestra clase política con el gobierno nacional basada en prebendas y favores clientelares. Hay que cambiarla por una apuesta consistente para la solución de un problema que nos agobia a la ciudadanía del Caribe que, a pesar de la copiosa votación caribe por Petro, no encuentra respuestas reales al corto y mediano plazo por parte del gobierno nacional.

Es profesor universitario y promotor del desaroollo en temas de fortalecimiento democrático y ciudadanía. Estudió economía en la Universidad del Atlántico y una especialización en cooperación internacional.