Diógenes Rosero
Diógenes Rosero

Preocupa el precario estado de la democracia en Barranquilla y el Atlántico. Es el crudo resultado de 16 años de hegemonía del Clan Char, principalmente porque hemos normalizado la falta de deliberación pública y la precaria discusión de los problemas de la ciudad.

Se ha creado una narrativa de que todo está bien y no es necesario cambiar nada. A punta de propaganda, amedrentamiento y cooptación se ha sacrificado la democracia. 

Las voces críticas han sido calladas o, en el mejor de los casos, estigmatizadas. Lo que paso con el libro de Laura Ardila fue diciente.

Al igual que la ausencia de debates en las campañas políticas, donde a los únicos dos debates de Alcaldía y Gobernación los candidatos punteros, pertenecientes a la hegemonía, no asistieron. Es un desdén democrático al que Alex nos tiene acostumbrados, pero que desilusiona en el caso del exconstituyente Eduardo Verano, pues “lo malo es lo que se aprende”.

El resultado fue una pobrísima campaña de ideas y programas para solucionar los problemas territoriales. No hubo una sola alusión en la campaña a la Universidad del Atlántico, los problemas de movilidad en el área metropolitana o la crisis del agua en municipios como Malambo.

Ni hablar de la alcaldía de Barranquilla, lo más cercano fue la frase de Alex Char sobre la extorsión y la delincuencia, cuando dijo: “estoy hasta aquí -señalándose la frente- de las bandas criminales”… Patético. 

A diferencia de otras ciudades como Bogotá y Medellín, fue poco lo que pudimos contrastar en graves problemáticas, entre ellas la difícil crisis de las finanzas distritales o la papa caliente de Transmetro, que “no resiste un mes más funcionando”.

La campaña terminó en una suerte de exceso de marketing político, una guerra sucia entre todas las campañas, los renders de siempre y las malas noticias para el Clan Char, la más reciente, una investigación que presuntamente los relaciona con el cartel de Sinaloa.

Se ha constreñido tanto a la enclenque democracia local que no surgen liderazgos, y los que están parecen muy desgastados. 

Nuevamente tenemos como competidores de la principal fuerza local a: un candidato por tercera vez procedente del movimiento ciudadano, igualmente, el candidato que reconoció haber recibido una coima, un sirio-libanés “el turco hassam” y otros muy minoritarios como Ronal Valdez y Harry Silva. Nada que anime al electorado.   

Los gremios, las ONG y los líderes de opinión locales, que podrían ayudar a construir un proceso de alternancia, lucen desarticulados, arrinconados y sin una estrategia clara sobre como construir apuestas. Tienen una responsabilidad muy grande a la que no pueden responder solo con concejos o palmaditas en la espalda, se requiere un mayor compromiso.

La campaña a la Gobernación, en la que se podría visualizar un respiro (en cabeza de Alfredo Varela) a la asfixiante concentración del poder, ha tenido una reacción que se concentra en cerrar aún más los espacios para posicionar, a como dé lugar, la dupla Char-Verano. No hay tregua.

Sea cual sea el resultado final de los comicios, el tema de la democracia en la ciudad y el departamento es un asunto fundamental. Sin una deliberación pública fuerte y la apertura de espacios para nuevos liderazgos, el modelo del desarrollo sin democracia nos llevará tarde o temprano a la insostenibilidad y al retroceso.

Necesitamos acciones que consoliden el apoyo de nuevas figuras en la escena local, así como tanques de pensamiento en temas claves. Sin olvidar que, se debe construir una nueva narrativa viable para la ciudad y el departamento, respaldar a los medios de comunicación alternativos y, finalmente, casarse realmente con nuevas apuestas electorales y políticas.

Es profesor universitario y promotor del desaroollo en temas de fortalecimiento democrático y ciudadanía. Estudió economía en la Universidad del Atlántico y una especialización en cooperación internacional.