Año tras año ocurren desastres atribuidos a eventos ambientales producto del cambio climático, estos pueden tener graves consecuencias en grupos humanos que se ven obligados a abandonar los territorios donde viven para salvar sus vidas y buscar mejores condiciones.

Las recientes lluvias torrenciales que sucedieron en septiembre en el este de Libia y destruyeron buena parte de la ciudad de Derna son un buen ejemplo, y hay otros casos conocidos, como el del ciclón Idai que, en marzo de 2019, se cobró la vida de más de mil personas en Zimbabue, Malawi y Mozambique, y tuvo consecuencias devastadoras para millones, que se quedaron sin alimentos o acceso a servicios básicos.

Otros ejemplos son los incendios que tuvieron lugar en Australia en 2020, los peores jamás registrados, que dejaron calcinadas 10 millones de hectáreas, destruyeron comunidades enteras y dejaron a miles de familias sin hogar, todo después de que el 2019 fuese el año más caluroso registrado. En América Central, la tradicional temporada seca de tres meses se ha prologado en los últimos años a seis meses y más, lo que ha dejado a 3,5 millones de personas necesitadas de ayuda humanitaria.

El cambio climático es, por lo tanto, una causa adicional a la ya larga lista de situaciones pueden disparar procesos migratorios en todo el mundo, junto a los conflictos bélicos y políticos, las crisis económicas, los enfrentamientos étnicos y religiosos y la pobreza extrema, por mencionar algunos.

Las autoridades nacionales, regionales y locales de todos los países del mundo, en conjunto con los organismos internacionales y la sociedad civil en sus múltiples manifestaciones, tienen la obligación de abocarse a tratar este asunto, no solo para brindar asistencia humanitaria a quienes puedan ser víctimas de las calamidades originadas por el cambio climático, sino para prevenir a través de la cooperación situaciones que con toda seguridad se seguirán produciendo.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), organismo que forma parte del sistema de las Naciones Unidas, define la migración por motivos ambientales y climáticos como el “movimiento de personas o grupos de personas que debido principalmente a cambios repentinos y graduales en el medio ambiente como consecuencia del cambio climático, que inciden negativamente en sus vidas o en sus condiciones de vida, se ven obligadas a abandonar su lugar de residencia habitual, o deciden hacerlo, con carácter temporal o permanente, y se desplazan a otras partes de su país de origen o de residencia habitual, o fuera del mismo”.

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (Ipcc), creado en 1988 para facilitar evaluaciones integrales del estado de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos sobre el cambio climático, sus causas, posibles repercusiones y estrategias de respuesta, la migración y el desplazamiento asociados a los riesgos climáticos son cada vez más frecuentes y se espera que continúen aumentando, según se advierte en su 6to. Informe de Evaluación.

El Ipcc, junto al exvicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, recibió el premio Nobel de la Paz en 2007 por su labor en materia de cambio climático.

Así mismo, la ONG internacional Oxfan ha advertido que los efectos del cambio climático están obligando a muchas personas a abandonar sus hogares, sumiéndolas aún más en la pobreza y el hambre. Esta organización también puntualiza que, con respecto a quienes viven en países ricos, los que viven en los países más pobres tienen al menos cuatro veces más probabilidades de verse obligados a desplazarse debido a fenómenos meteorológicos extremos.

Los cambios climatológicos que se están produciendo a nivel mundial y, de acuerdo con esta organización, elevan el riesgo de fenómenos meteorológicos extremos, pues el aumento de la temperatura del aire y del agua hace que crezca el nivel del mar, y que las lluvias que pueden causar inundaciones, las tormentas fuertes, los vientos, las sequías y los incendios sean más frecuentes, intensos y prolongados. Por ejemplo, entre 2006 y 2016, el aumento del nivel del mar a nivel global fue 2,5 veces más rápido que durante casi todo el siglo XX.

Según Oxfan, los desastres relacionados con el clima se han triplicado en los últimos 30 años, y anualmente más de 20 millones de personas se ven obligadas a abandonar sus hogares como consecuencia de los efectos del cambio climático.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) estima que, para el año 2030, los países en vías de desarrollo tendrán que gastar entre 140 mil y 300 mil millones de dólares al año para adaptarse al cambio climático y hacerle frente a los daños que podría generar.

Pablo Escribano, especialista regional sobre migraciones, medio ambiente y cambio climático de la Organización Internacional de Migraciones (OIM), señaló en el “Encuentro sobre Movilidad Humana y Cambio Climático”, hecho el pasado 28 de septiembre en Bogotá por esa organización internacional en alianza con la Universidad del Rosario, que los países de América Latina están altamente expuestos a los impactos del cambio climático y la degradación ambiental, lo que influye en la manera en la que las personas se mueven.

Colombia, según este especialista, no es ninguna excepción y, de hecho, la diversidad de su territorio hace que el país se vea profundamente afectado por múltiples amenazas.

Según Escribano, abordar la movilidad humana como consecuencia de factores ambientales y climáticos requiere la atención de múltiples áreas de gobierno, desde la perspectiva de ambiente hasta la de gestión del riesgo, las migraciones, las relaciones internacionales, el planeamiento y la estadística.

También es necesaria la participación de autoridades locales, de la cooperación internacional y de la academia. “La evidencia disponible nos muestra que las soluciones a la movilidad ambiental y climática son más eficaces cuando existen procesos de consulta con las poblaciones afectadas y con la sociedad civil, por lo que es necesario desarrollar esquemas de participación de todas las partes interesadas”, indicó el experto de la OIM.

Periodista de nacionalidad venezolana, residenciado en Bogotá, graduado en Comunicación Social en la Universidad Central de Venezuela. Fue Gerente de Comunicaciones Institucionales y Jefe de Información del Banco Central de Venezuela. También se desempeñó como redactor en los diarios El Nacional...