Diana León
Diana León

En el 2007, un derrame de petróleo en al caño Limón-Coveñas dejó sin agua a Cúcuta y a otros municipios aledaños. Era tan grave la situación que la alcaldía del momento canceló todas las clases escolares los siguientes días porque tal vez así podríamos reducir el consumo de agua en la ciudad hasta que la situación mejorara. Es que imagínese usted no poder bañarse con gusto en una ciudad donde la temperatura alcanza los 36ºC tranquilamente en las horas de la mañana. Si no aprendemos de las experiencias pasadas para las próximas, o incluso actuales crisis, nos veremos cada vez en problemas más serios.

Esta temporada de El Niño nos tiene en aprietos similares a varias zonas del país. Por ejemplo, hoy Bogotá atraviesa un racionamiento debido a la sequía. Mensajes como ‘cada gota cuenta’ o ‘báñese en pareja para ahorrar agua’ se han enviado a la población con el fin de que, de una manera u otra, cerremos la llave y la cosa no se ponga más grave.

El punto es que en Colombia el agua sí es sagrada. No solo lo digo por nuestras costumbres y conexión con ella, sino también por la alta dependencia que nuestra economía tiene a esta, aun si no lo notemos. Por ejemplo, más del 70% de la energía eléctrica del país se produce con hidroeléctrica pero, más allá de eso, el agua también es necesaria en el proceso de generación de energía por fuentes térmicas. Mejor dicho, cuando hablamos de cada gota cuenta, no solo es un mensaje de cerrar la llave, sino también de apagar luces, como dice nuestro amigo frailejón Ernesto Pérez.

Entre todo lo que ha pasado, una de las piedras más grandes que causa esta situación es que de nuevo ignoramos a Casandra. Ya estábamos en medio de El Niño, ya se había pronosticado una situación complicada para enero, pero nos agarró mal parados en abril. Habíamos atravesado una temporada de incendios catastrófica y terrorífica en la que suplicábamos por lluvias. Y sí, sí se le había hecho un llamado a las autoridades locales a estar preparados para este momento. Pero más allá de echar culpas, sería bueno aprender de lo que ha pasado en otros racionamientos, en otras temporadas de El Niño, qué repetir, qué evitar, y sobre todo, cómo vamos a enfrentarnos como país y cada ciudad, a las próximas crisis de agua que vayan a llegar.

La información debe llegar a todos, absolutamente todos

Casualmente, el derrame de petróleo sucedió días después de que el Boca Juniors perdió 3-1 ante el doblemente glorioso en el partido de ida de la semifinal de la Libertadores. En esa época, casi toda la ciudad estaba al tanto de lo que pasaba con el equipo, tanto en partidos nacionales como sudamericanos. Fue allí donde el alcalde dio la medida de cierre temporal de colegios los próximos días. Toda la ciudad se enteró porque si usted no estaba viendo el partido de ese domingo, muy probablemente algún vecino iba a contárselo. 

En estos casos, el flujo rápido de la información es fundamental, tanto de las medidas que toma la autoridad local como de formas de hacerle frente a la crisis. Radio local, televisión, incluso información en las escuelas. Aquí las autoridades no se pueden quedar cortas porque en muchos casos, por pocos que sean los que no ataquen las medidas, muchos son los que sufren las consecuencias. 

Unos nuevos hábitos para siempre

En el 2011, nuevamente otro derrame de petróleo nos dejó en las mismas en Cúcuta. ¿Nos vamos de nuevo a racionamiento? ¿Qué es lo que toca hacer? Si bien la emergencia sanitaria del 2007 fue algo tan chocante que se trae a colación cada vez algo parecido sucede, la ciudad sigue sin estar lista para cuando eso suceda. Algunas acciones como el cierre de las válvulas de captación fueron rápidas y adecuadas para evitar la contaminación del agua que quedaba para los cucuteños, pero ninguno de nosotros estaba listo para volver a quince días de racionamiento. 

Cuando las crisis de agua pueden ser pronosticadas, como en caso de sequías por El Niño, las autoridades locales deben empezar a actuar y hacer llamados a la población civil mucho antes de los puntos críticos. Nadie deja de bañarse de un día para otro. Nadie cambia de hábitos de consumo de un día para otro. Los cambios pequeños, cuando las alertas empiecen a sonar, pueden dejarnos mejor preparados en caso de cruzar umbrales que nos ponen en peligro el día a día. Cuando las crisis de agua no pueden ser pronosticadas, necesitamos tener hábitos y comportamientos que nos ayuden a mitigar los impactos lo más pronto posible. Lamentablemente, la crisis climática va a acentuar todos estos riesgos. Es momento de ir incentivando estos cambios comportamentales.

Pensemos en los otros

Durante la emergencia del 2007 yo seguía con mi rutina de lavarme el pelo a diario para soportar las altas temperaturas hasta que me regañaron con el ‘ESTAMOS EN UNA CRISIS DE AGUA’. Mi casa tenía un tanque subterráneo que nos permitió no vernos afectados. Pero muchos de mis amigos y familiares no tenían como bañarse. No estaba siendo consciente de mis impactos sobre los otros. Lo que sucedió con los tanques de reserva de agua en los edificios en medio de esta crisis es irresponsable, sobre todo porque los más perjudicados ante esta crisis son aquellos que necesitan salir día a día de sus casas para poder obtener ingresos para comer. Parece distópico pero uno de los privilegios de hoy día es tener agua.

Más allá de eso, pensar que todos los embalses del país aún pueden mantener a Bogotá es injusto. Si bien usted está sufriendo de temperaturas extremas a 20ºC, muchas zonas del país sobrepasan los 32ºC casi que a diario y, en esta sequía, los 40ºC son su medio día. El agua es muy importante para soportar y aliviar el calor. Muchas de estas zonas han sentido crisis del agua por mucho tiempo sin salir en las noticias pero eso no deja de lado lo relevante que deben ser ellos también y lo importante de cuidar y proteger su vida.

Escuchar a los que saben

Ahora hay que pararle bolas a mucha gente. Empecemos por los pronósticos de la ciencia, sigamos a los expertos que proponen como enfrentarnos a estas y nunca dejemos de lado lo que las comunidades que vienen sufriendo estos problemas han aprendido con la experiencia. Los tomadores de decisión deben estar atentos a lo que se puede hacer antes, durante y después. Esto debería ser una prioridad de los planes de desarrollo ante los riesgos. No soy quién para hablar de esto, pero durante los últimos días ha habido varios expertos que han comunicado desde diferentes disciplinas sus opiniones como actuar. Es fundamental oírlos.

Menos mal ya está lloviendo de nuevo, pero esto no debe implicar que volvamos a lo de antes. Por un lado, seguimos en crisis de agua hasta que los embalses no alcance niveles de llenado más altos. Además, las crisis del agua se han vuelto cada vez más frecuentes y han afectado a varias ciudades como Montevideo, Ciudad Cabo, Barcelona, entre otros, sin dejar del lado la escasez en La Guajira.

En los tiempos que están por venir hay que estar atentos y sobre todo ir alistándonos, así sea de a pasos pequeños, pero que se sostengan en el tiempo. A todos nos dolió ver los frailejones quemados. A todos nos debe doler que haya gente que no pueda ni tomar agua para aliviar la sed y que intentan seguir viviendo en temperaturas incluso dañinas para la calidad de vida humana.

Estudió economía y una maestría en economía en la Universidad de los Andes. Sus áreas de interés son la economía del cambio climático, crecimiento económico, desigualdad socioeconómica y calidad del aire.