Bastien Bosa, profesor de URosario.
Bastien Bosa, profesor de URosario.

“¿Y qué tal si…?”, preguntan a menudo los niños. Con su inocencia, se aventuran a plantear ideas y explorar posibilidades que los adultos a menudo descartamos de inmediato. Este hábito de rechazar lo inusual o lo inesperado se enraíza en nuestra tendencia a naturalizar el funcionamiento del mundo social y sus instituciones. Hemos aprendido que ciertas cosas, sencillamente, no se hacen y no vale la pena intentar cambiarlas.

Sin embargo, en medio de las circunstancias excepcionales y las crisis, a menudo se abren ventanas de oportunidad. Los “eventos” poseen una virtud casi mágica: tienen el poder de expandir nuestro horizonte de posibilidades. Su fuerza movilizadora despierta en algunas personas la audacia de imaginar futuros alternativos. Y en ocasiones, estos futuros imaginados logran materializarse en la realidad.

Por supuesto, esta concepción de los “eventos” como motores de cambio tiene sus limitaciones. En primer lugar, eminentes historiadores han mostrado que los eventos singulares no son tan importantes como parecen: constituyen la “espuma de la historia” y su relevancia es a menudo insignificante en comparación con las estructuras de larga duración y los procesos históricos a largo plazo.

En segundo lugar, los “acontecimientos” no siempre constituyen momentos de oportunidad positiva para el cambio. De hecho, los escenarios de crisis representan generalmente experiencias angustiosas, donde todos enfrentan riesgos significativos. Y, a menudo, los eventos no conducen a una redistribución de las oportunidades, sino más bien a un fortalecimiento de los poderes tradicionales.

Eventos esperanzadores: el caso de la Universidad del Rosario

Consciente de estas limitaciones, me gustaría, sin embargo, reflexionar sobre las dimensiones “esperanzadoras” de un evento particular: la crisis institucional que actualmente atraviesa la institución en la que he trabajado durante los últimos 17 años, la Universidad del Rosario. Quisiera argumentar que la reciente salida del rector ha abierto espacios de discusión entre estudiantes, profesores, egresados y personal administrativo que, antes de la crisis, eran literalmente impensables. Podemos afirmar, de este modo, que este evento ha desplazado los límites de lo que se consideraba posible, permitiendo a todos contemplar opciones que antes se percibían como irrealistas.

Algunas de estas posibilidades se vinculan con la gobernanza de la Universidad. Contrario a lo que muchas personas externas podrían imaginar, la Universidad del Rosario no tiene dueños. No está bajo el control de empresarios ni de una orden religiosa, sino que pertenece a su propia comunidad académica. De hecho, según la visión de su fundador, fray Cristóbal de Torres, nacido hace más de 450 años, el Colegio Mayor debía operar como una suerte de democracia radical, donde los propios estudiantes (los 15 “colegiales”, es decir, alumnos becados por el colegio) ocupaban el centro del poder: eran ellos, y solo ellos, quienes elegían al rector, el vicerector y los consiliarios. Por lo tanto, las decisiones principales sobre la gestión del Colegio debían reflejar su voluntad, y los dirigentes eran a menudo recién egresados, lo que implicaba períodos cortos de mandato y una alta rotación en los cargos.

Retos de la participación

Sin embargo, es crucial reconocer que este ideal democrático (o republicano) tenía sus limitaciones, y sería un error retratarlo, retrospectivamente, como un sistema perfecto. En primer lugar, debemos recordar que, como la mayoría de las instituciones que tienen un origen colonial, el Colegio fue fundado sobre una serie de exclusiones relacionadas con el género, la pertenencia étnico-racial y la clase social. Solo se permitía la admisión de hombres que pudieran demostrar su “limpieza de sangre” y pertenencia a las “clases altas”. Si bien algunas de estas exclusiones desaparecieron con el tiempo, es esencial reflexionar sobre la construcción de una visión más incluyente de los ideales de participación.

En segundo lugar, el sistema de elección por parte de los colegiales no siempre se ha aplicado y ha evolucionado con el tiempo, otorgando cada vez menos poder a los colegiales. Por ejemplo, los dos primeros rectores que tuvo el Colegio en el siglo XX ejercieron sus funciones durante casi cuatro décadas cada uno, lo que sugiere un aferramiento indebido al poder.

Además, varias reformas constitucionales fueron implementadas después de 1930, incluyendo un sistema de elecciones cruzadas entre rector, consiliarios y colegiales que ha contribuido en cierta medida a disminuir la centralidad de los estudiantes en el gobierno universitario. De hecho, varios comentaristas han señalado que las virtudes democráticas del sistema electoral rosarista han ido desapareciendo poco a poco, dando paso a un sistema de cooptación sin contrapesos reales. Contrario a las intenciones del fundador, el sistema original ha sido modificado permitiendo, en ocasiones, a ciertos grupos de personas de obtener un control autoritario sobre los destinos de la institución. En parte, esta ha sido la principal crítica dirigida al equipo del rector saliente.

Reimaginando el futuro de la universidad

Ahora bien, como lo he mencionado al inicio de este texto, la actual crisis constituye una gran oportunidad para imaginar la implementación de un nuevo sistema de gobernanza universitaria, que retome las intenciones del fundador – una universidad de los estudiantes y para los estudiantes – pero adaptándolas a las realidades del siglo XXI. Este es el gran reto que sugiere el lema de la institución: “Nova et vetera”, “siempre nueva, siempre antigua”. Es importante reconocer, en particular, que los mecanismos de la participación no pueden ser los mismos en una institución con 15 estudiantes que en una con 15,000.

Estudio su pregrado en el Institut d´Études Politiques de Lyon; tiene una maestría, un doctorado y un posdoctorado en Ciencias Sociales de la Ecole Des Hautes en Sciences Sociales en Francia y es profesor de la Universidad del Rosario en el programa de Antropología de la Escuela de Ciencias Humanas....