El presidente Petro ve la Amazonía como uno de los escenarios centrales en los que se juega el destino del cambio climático en el mundo, y por eso cree que es fundamental el cuidado de la selva. Desde hace milenios, las comunidades indígenas amazónicas han tenido una forma de producir alimentos dentro de ese ecosistema en el que tumbar árboles y cuidar la selva no son actividades contradictorias. Ese sistema gira alrededor de la figura de la chagra. 

Para discutir sobre la importancia de la chagra hablamos con tres expertos en el tema: Nohra Rodríguez es doctora en biología en la Universidad Nacional y profesora de la Universidad del Valle. Junto con Luz Amparo Triana y Jesús García es coautora del artículo Dinámica del sistema agroforestal de chagras como eje de la producción indígena en el Trapecio Amazónico (Colombia)”. Con Juliana Sánchez Castellanos, experta en sistemas alimentarios y enfoque de género en la Fundación Gaia Amazonas, y con Carlos Alberto Dávila, profesor de la Universidad de Manizales y doctor en Estudios Territoriales. 

LSA: ¿Qué son y cómo funcionan las chagras?

Nohra Rodríguez: La chagra es la unidad básica de un sistema de producción agrícola que tienen las comunidades indígenas en la Amazonía. Son otorgadas a las familias una vez se conforman. El cuidado, mantenimiento y el proceso de precosecha y cosecha está asociado a cada familias. 

La chagra es un sistema muy efectivo porque no permite grandes producciones, como se esperaría en los monocultivos, pero sí les suministra los nutrientes; el alimento para cada mensualidad. En él las especies están dispersas de manera que si una planta llega a enfermarse, porque llegan a veces patógenos, la siguiente planta a la que podría dispersarse está muy alejada y el daño no se esparce tan fácil.  

En un sistema que presupone el conocimiento de los ciclos de producción de cada una de las plantas, tanto pequeñas como árboles; y la contabilidad de acuerdo a los calendarios de qué chagras están produciendo en cada mes del año para asegurar que haya cosecha tanto para el consumo humano como para el animal.

La mayoría de las comunidades indígenas no tienen, por ejemplo, ganado, pero dadas las nuevas necesidades nutricionales eventualmente dentro de la chagras también se han incorporado animales, pero pocos.

Juliana Sánchez: La chagra no se limita a proveer alimento, las actividades alrededor de este sistema de alimentación son un entramado de prácticas, saberes y comportamientos en los que se repiten interacciones con las plantas, los animales y los minerales, así como con otras entidades, como los dueños espirituales. Es un conocimiento milenario que existe hace alrededor de 5 mil años. 

El primer producto que se cosecha es la yuca brava, que es común en las chagras, y el tamaño de sus tubérculos es indicio de que la tierra sirvió. Hay lugares donde se han identificado hasta 19 variedades de yuca brava. Comúnmente se encuentra Lulo, Bore, Yutún, y otras semillas amazónicas. 

Una familia puede tener varias chagras pero necesita mínimo tres para un año: una recién tumbada, una que esté dando frutos y un rastrojo, que es una segunda siembra sobre un mismo terreno. 

A simple vista las chagras parecen un caos, un cultivo sin orden, pero la diversidad de plantas cultivadas está dispuesta teniendo en cuenta la conexión entre cada una, las relaciones sociales indígenas y el modelo espacial de la selva. Es un sistema para la producción de alimentos que obedece a la división sexual del trabajo: los hombres se ocupan de la pesca y la cacería, y las mujeres producen el alimento cultivado en la chagra. Ambas actividades componen la dieta alimenticia de las comunidades indígenas en la Amazonía. 

Usualmente se había visto a la Amazonía como un lugar donde no hay cultivos agrícolas y que está basado, casi que exclusivamente, en la subsistencia. Esto obedece a una idea de la agricultura que sólo ocurre en mediana y gran escala, y que se produce para poblaciones inmensas. La chagra, por el contrario, es un sistema de producción basado en la rotación de cultivos de pequeña escala: cada parcela puede ser, por mucho, de una hectárea. Una en la que estás comiendo, otra en la que cosechas y otra que está descansando. 

LSA: ¿Por qué la chagra es importante para las culturas de los indígenas amazónicos?

Nohra Rodríguez: Porque no es solamente el lugar de producción de sus alimentos, sino también donde se reúne la familia alrededor de un trabajo. Es el lugar donde ellos tienen debates, porque, en general, junto a la chagra también están las malocas donde se reúnen no solamente la familia, sino una comunidad para trabajar; tratar las problemáticas que presenten. 

Entonces no es solamente producir para el consumo, sino que es un espacio de construcción de comunidad donde se discuten temas sociales. 

Juliana Sánchez: Nunca hay una chagra aislada, sino que hace parte de un sistema alimentario más amplio. Las chagras son esenciales porque representan los valores claves de estas comunidades de equilibrio y reciprocidad. Básicamente, que todo lo que yo tome de la selva lo debo retribuir de muchas maneras. Entonces, debo celebrar rituales para recibir en cada época lo que esté en abundancia, y agradecerlo y retribuirlo, por ejemplo, en forma de coca y tabaco, que es una actividad que hacen los hombres. 

Pero debo retribuir también en forma de dietas que cuiden el cuerpo, pues solamente debo comer lo que me está dado comer. Hay que respetar lo que el mundo selvático permite tomar y no tomar nada más de eso. 

Carlos Dávila: A través de la chagra como símbolo se constituye un espacio en el que se revitaliza la memoria de los pueblos originarios. Es un espacio de remembranza de su pasado. Las comunidades no se entienden solamente usando la chagra como medio de producción, sino como parte de su seguridad alimentaria, por lo que sin chagra no hay alimentación de estas comunidades y, por tanto, no hay autonomía y autodeterminación. Ese sistema enseña cómo producir comida sin acabar la selva. 

LSA: En las chagras se talan árboles y queman plantas. Algunos ven esto como una forma de deforestación. ¿Están de acuerdo?

Nohra Rodríguez: No. De hecho, pueden ser vistas como un modelo de conservación, porque lo que allí se cultiva no solamente son aquellas plantas de consumo rápido, sino justamente árboles que ayudan a mantener los ecosistemas, y sirven de nido para diferentes animales. Se cultiva escasamente, pues se consume sin desperdicios. Además, todo se recicla. Todo lo que se consume es de allí: las cáscaras vuelven a ser el abono, lo que no se consume vuelve nuevamente a convertirse en semilla. Se siembran especies nativas, lo que ayuda a la conservación. Allí no hay especies que sean foráneas. 

Carlos Dávila: Mientras que en la mentalidad occidental el territorio significa riqueza o explotación, para las comunidades indígenas de la Amazonía hay un mayor énfasis en el cuidado y la protección. Eso incluye, muchas veces, una tala controlada al interior de las chagras. Pero como estas no ocupan grandes extensiones de tierras, no producen deterioro ambiental. 

En el momento en el que se empuja a estas colectividades a cambiar su economía propia de autogestión de alimentos, se les hace depender de intercambios con la economía de mercado para garantizar la comida, y ahí su autonomía se va a ver condicionada. 

LSA: ¿Qué tensiones concretas existen entre modelos de negocio como los bonos de carbono u otros pagos por conservación de la selva y esta forma de producción de alimentos? 

Juliana Sánchez: Un aspecto de especial interés y preocupación en algunos proyectos que venden bonos de carbono en la Amazonía es que ponen como uno de los compromisos para las comunidades que reduzcan el 30 por ciento del área de las chagras, bajo la idea de que son una forma de deforestación. 

Esto es preocupante porque la chagra, como hemos visto, es una práctica fundamental, no solamente desde el punto de vista alimentario, sino ambiental. ¿Por qué? Porque es un sistema productivo con capacidad de fortalecer la recuperación de los ecosistemas degradados o con riesgo de degradación. Lejos de degradar el suelo, la chagra produce suelo más fértil a través de la quema controlada de los cultivos. 

Por ser despensa de alimentos, atrae especies de fauna que luego son las mismas que la gente se come. También sus ciclos se corresponden con los ciclos de desove y de las rutas migratorias de los peces. Entonces, en términos ecosistémicos, la chagra está absolutamente relacionada con la dimensión silvestre de la consecución del alimento para los indígenas en la Amazonía. 

Reducir las chagras implicaría transformar los sistemas de conocimiento tradicionales, lo que repercutiría en las formas propias de conservación que han construido las comunidades. Antes que ir en contravía de las formas de vida y sistemas de conocimiento indígena (como es el caso del mecanismo REDD+) las estrategias para hacer frente a la crisis climática y ecológica deben ratificar a los pueblos indígenas como protagonistas de una conversación en la que sus saberes y prácticas, incluida la chagra, se fortalezcan.

En otras palabras, la chagra hace parte de lo que es la selva, no es una transformación humana y no sostenible de un ecosistema. Por eso no es lo mismo que la deforestación.

Una chagra amazónica. Foto de Stefan Ruiz. Tomado del sitio web de Gaia Amazonas. 

LSA: ¿Qué implicaría dejar de entender la chagra como deforestación?

Juliana Sánchez: Detrás de la idea de que la chagra es deforestación está una imagen de la selva como un lugar vacío, sin gente. Sólo lleno de árboles. Esta es una idea que no entiende que la Amazonía es un sistema complejo que no se mide solamente desde el punto de vista de árboles en pie. 

Los árboles, por ejemplo, están relacionados con los pájaros que allí se posan, con las dantas que en el sotobosque va caminando, y que al defecar van botando las semillas de las plantas que se comen; o con el tucán, que es el gran sembrador, y que va escupiendo semillas y sembrando la selva. 

Es decir, hay que considerar que en la selva toda la gente, humanos y no humanos, tienen una responsabilidad de hacer algo. Cada ser tiene, como dicen los paisanos, unas herramientas, unos poderes, unos conocimientos. Y es solo en tanto humanos y no humanos se relacionan bajo unas reglas compartidas (basadas en el equilibrio y la reciprocidad) que la selva existe. 

La chagra se integra en esos ciclos de producción complejos de la selva en los que hay tumba y quema para nuevamente sembrar. Eso es una visión más realista y local de cómo funcionan las relaciones en el Amazonas entre comunidades y selva, y no esa imagen tergiversada de una selva intacta y sin gente que tiene que comer.   

LSA: Usted dice que esta visión tiene que ver con una concepción patriarcal de la selva. ¿A qué se refiere?

Juliana Sánchez: La chagra, por excelencia, es un espacio de enunciación política de las mujeres amazónicas, desde allí se posiciona y sitúan su participación política. No porque consideren sus labores como exclusivamente relacionadas con ese espacio, pero porque allí se reúnen y hablan de temas que le competen a la comunidad. 

Lo digo porque la crisis ambiental que estamos viviendo deriva, también, de una mentalidad patriarcal frente a la selva, que la ve como un espacio que se puede conquistar, que es virgen. Ahí las palabras son importantes. La visión de las mujeres amazónicas de la selva es una en la que, desde un horizonte de cuidado y de buen vivir territorial, busca restituir la agencia a la selva y a sus habitantes. Es una visión que piensa la naturaleza cíclica de la alimentación, y que se entiende esos ciclos como límites de la producción y del consumo. 

LSA: ¿Qué tanto está ligada la chagra a los ecosistemas amazónicos?

Juliana Sánchez: La chagra está muy ligada a los ecosistemas amazónicos, porque justo puede entenderse como una microrreproducción de la manera en que funciona la selva en la Amazonía. De hecho, creo que es la única manera en la que se podría cultivar en la Amazonía, porque los suelos de la selva amazónica, sobre todo en la alta Amazonía (la alta cuenca del Amazonas o a la región al norte del río Amazonas) son muy infértiles.

La capa fértil de los estratos del suelo amazónico es muy delgada y esto en razón de que es un ambiente muy competitivo entre las especies vegetales y también por eso hay mucha diversidad. Como hay escasez de recurso en términos de luz y de tierra, hay mucha diversidad porque hay muchas estrategias para producir vida en ese contexto. 

Ante esas condiciones de la tierra, la chagra sirve como una forma de fabricar tierra fértil.  Estudios antropológicos han descubierto que alrededor de asentamientos, por ejemplo, del Xingu brasilero o en ciertas zonas de la Amazonia colombiana, se ha encontrado patrones de ocupación humana asociados también a parches de suelo mucho más fértiles. A suelo negro que ha almacenado carbono, y esta es tierra que ha sido fabricada por la gente: lo que aflora la importancia que puede tener la chagra como estrategia de captura de carbono y de mitigación al cambio climático.

Las técnicas asociadas a la producción de alimento cultivado en estos sistemas alimentarios tienen tal grado de especificidad que no sólo producen comida, sino que fabrican tierra allí donde la tierra es un recurso escaso. 

También está muy ligada, por supuesto, a los sistemas espirituales amazónicos. 

LSA: ¿De qué manera?

Juliana Sánchez: Por ejemplo, en la región al norte del río Amazonas -específicamente en la Amazonia oriental y más específicamente aún en lo que se llama el complejo cultural del Vaupés-, hay una serie de rituales que comparten las familias lingüísticas Macu-Puinave, Tucano Oriental y Arawak. 

Esta gente tiene, además de cierta afinidad cultural asociada a las prácticas que ya hemos hablado de estos sistemas alimentarios, un complejo ritual y cosmológico que está compuesto por dos grandes celebraciones rituales: el Yuruparí y los bailes de abundancia que se llaman Dabucurí. 

El Yuruparí es un ritual de reactivación de la energía vital, en el que se conectan todos los seres que, en esa cosmología, están unidos por una especie de  soplo de vida y es lo que tenemos todos los seres humanos, los seres vivos no humanos, pero también los sitios sagrados, como las cachiveras o raudales. El ritual lo que hace es que es fertiliza el cosmos para actualizar la energía vital. 

Del otro lado están los rituales de abundancia, que suceden de día y de noche. En ellos se celebra la zafra de alguna especie cultivable o de rebusque que esté en abundancia Esa manera de celebrar es una manera de de reconocer y retribuir a cada uno de los dueños de cada cosa que se come: a los dueños de la yuca, los dueños del açai, de las pepas de monte. 

La chagra no se puede separar de esa cosmología que concibe relaciones complejas de interacción entre lo humano y lo no humano. Las yucas del cultivo son pensadas como personas. Para muchas comunidades todos los seres se ven a sí mismos como humanos y ven a los otros como no humanos. Entonces, nosotros nos vemos a nosotros como humanos y vemos al tigre como tigre. Pero el tigre también se ve a sí mismo como humano y a nosotros nos ve como danta, como presa. A su vez, la danta nos ve a nosotros como tigres. Entonces, el sistema productivo es también una negociación entre gentes, cada una de las cuales tiene su propia chagra. 

LSA: ¿Nos pueden dar el ejemplo de una chagra?

Nohra Rodríguez: Un ejemplo de cómo la chagra hace parte de un modelo más amplio de producción se da en la Ciudad Jitoma, una comunidad de la etnia muinane, perteneciente a la familia lingüística Huitoto. Fue fundada en 1983 y está localizada al norte de la ciudad de Leticia. Ocupa una superficie de 289 hectáreas dentro del resguardo Ticuna-Huitoto, que tiene una extensión total de 7.500 hectáreas. 

Este se fracciona en cinco campos principales, correspondientes al manejo y explotación de la chagra, la extracción vegetal y animal del bosque y el aprovechamiento de los componentes, como mostramos en este esquema.

Tomado de Triana-Moreno, L. A., Rodríguez, N. C., & García, J. (2006). Dinámica del sistema agroforestal de chagras como eje de la producción indígena en el Trapecio Amazónico (Colombia). Biblioteca digital Scielo.

Soy editor de la Silla Académica y cubro las movidas del poder alrededor del medioambiente en la Silla.

Soy la editora de la Red de Expertos, hago entrevistas y edito notas para La Silla Académica. Estudié Ciencia Política