En el clan Char se quedaron esperando el millón 200 mil votos que, según nos contó uno de los políticos de ese grupo, calculaban sacaría el exalcalde Álex Char en la consulta presidencial de la derecha.

Char no sólo quedó de segundo en esa elección con 700 mil votos largos, sino que en el Caribe, la plaza en la que electoralmente su casa ha sido reina, casi le empata el también exprecandidato costeño David Barguil (con 629 mil votos), que tiene mucho menos poderío político.

A Congreso los resultados no son mucho mejores. Arturo Char, el principal senador del clan, redujo en casi 30 mil votos su votación entre las legislativas de hace cuatro años y estas; el candidato a Senado del patriarca Fuad Char se ahogó; y perdieron una de las curules que tenían en la Cámara de Representantes.

Pero la mayor pérdida para el que, de todas maneras, sigue siendo el grupo político regional más poderoso de Colombia, acaso ni siquiera sea lo cuantificable.

Analistas, e incluso varios de sus propios aliados políticos, coinciden en que lo peor de este balance es que, tras la jornada electoral del pasado domingo, los Char quedaron más expuestos que nunca y prácticamente graduados como gran símbolo nacional de lo malo que representan las maquinarias y de la corrupción electoral.

Estrategia, resultado y explicación

Hace cuatro años por estos días, la noticia política era que los Char se habían graduado de mayor clan regional del país al alcanzar —con su partido Cambio Radical y congresistas aliados de otras colectividades— una bancada propia en el Congreso, apenas superada por la de Álvaro Uribe en el Centro Democrático.

Casi medio millón de votos sumaron en total aquellas cartas ganadoras a Senado y Cámara, con las cuales el charismo amplió su participación en la burocracia del Gobierno Nacional y sentó las bases del triunfo doble en las regionales del año siguiente que selló su hegemonía de más de una década en el Atlántico: a la alcaldía de Barranquilla y a la gobernación.

Esta vez, aspiraban a repetir la hazaña y arrastrar con ella los apoyos para la aspiración presidencial de Char, cuya campaña intentaba sobrevivir a la bomba que estalló tras la reaparición de la prófuga excongresista Aída Merlano, quien públicamente volvió a señalar al exalcalde y a su hermano Arturo de haber sido sus cómplices en la corrupción electoral por la que ella fue condenada.

Para la jornada del pasado domingo, justamente tras los señalamientos por compra de votos, los Char establecieron una estrategia que consistió en financiar estructuras políticas más pequeñas de otros dirigentes, de incluso otros partidos, a cambio de que éstas garantizaran votos amarrados para los candidatos charistas.

Ya lo habían hecho en el pasado, pero ahora profundizaron la técnica que, en la práctica, delega la consecución de los votos y dificulta rastrear las prácticas electorales cuestionables.

(Pese a eso último, un día antes de elecciones, La Silla Vacía reveló el operativo de un grupo local de conservadores para amarrarles miles de votos a Álex Char y a los congresistas godos Efraín ‘Fincho’ Cepeda y Armando Zabaraín).

Además de eso, le apostaron al tradicional uso de los entes sobre los cuales tienen influencia para conseguir apoyos.

Así pudimos verificar que sucedió puntualmente en la Secretaría de Obras de la Alcaldía de Barranquilla, que controlan los Char a través de su pupilo Jaime Pumarejo.

Un contratista que trabaja en esa dependencia nos había contado hace unos días que, el mes pasado, a él y a varios otros contratistas de allí los citaron a una reunión en horas laborales para entregarles unas planillas en las que debían relacionar 50 votos (con todos los datos del votante), para los candidatos Arturo Char a Senado y Gersel Pérez a la Cámara.

Según el relato de la fuente directa, la persona que los citó era otro empleado que, antes de empezar a hablar de la campaña allí mismo en la Secretaría de Obras, exigió a los presentes meter sus celulares en una bolsa, para evitar que alguien grabara. La Silla vio las planillas.

“Te puedo decir que tenían a todos los contratistas de la Gobernación y la Alcaldía presionados para votar por el senado de Arturo Char, lo increíble es que aún así no les haya ido tan bien”, agregó ayer el político del primer círculo charista que nos habló con la condición de no ser citado por su seguridad.

El lunes poselectoral, el casi medio millón de votos de los Char hace cuatro años al Congreso amaneció convertido en una fuerza electoral legislativa que apenas pasa los 350 mil votos, muy en la vía de la disminución del partido Cambio Radical, que pasó de 16 a 11 senadores y de 30 a 16 representantes.

Desde entonces, las horas dentro del clan se han ido en tratar de analizar el detalle de qué pasó con los votos amarrados. “Don Fuad está muy molesto porque se le ahogó su senador”, aseguró el político, en referencia a César Lorduy, el actual representante que pretendía subir a Senado, por quien el máximo jefe del charismo, a sus más de 80 años, salió personalmente a hacer campaña en los pueblos del Atlántico.

Un concejal charista, cuya estructura estaba en campaña por Lorduy, nos hizo su cálculo de la derrota, también con la condición de no ser citado:

“En Soledad, el man (Lorduy) tenía que haber sacado 8.500 votos, pero sólo sacó cinco mil… el problema no fue Barranquilla… en los pueblos debimos haber sacado 40 mil. En Malambo había una meta de cuatro mil, el man que estaba encargado era Víctor Escorcia, pero terminó sacando 800”.

Lo de Víctor Escorcia lo vimos en el twitterazo de la jornada electoral que hicimos en La Silla Vacía. Él es un exalcalde y dirigente charista del municipio atlanticense de Malambo y, efectivamente, el domingo tenía funcionando un comando político del que salían carromotos llevando y trayendo votantes de los puestos de votación. Un conductor de carromoto y un mochilero nos aseguraron que días antes allí habían pagado 80 mil pesos por el voto para César Lorduy y su fórmula Modesto Aguilera.

En #Malambo, Atlántico, desde este comando político despachan en carromotos marcados con números a votantes de fichas del clan Char: César Lorduy y Modesto Aguilera. Un mochilero y un conductor de motocarro coinciden en contarnos que el voto lo pagaron a $80 mil. #eleccioneslsv pic.twitter.com/rJQQdzPWGr

— La Silla Vacía (@lasillavacia) March 13, 2022

El concejal charista que nos habló también aseguró que los Char pactaron unos votos para Lorduy con la estructura de la representante de Bolívar Karen Cure (quien ha sido cercana al combo de alias La Gata), pero que ella tampoco cumplió: “Las cuentas eran 77 mil votos (para ese Senado) : 25 mil en Barranquilla, 40 mil en pueblos del Atlántico, diez mil en Bolívar con Karen Cure y dos mil de opinión”. Lorduy se ahogó con poco menos de 55 mil votos.

Lo de la alianza de los Char con Karen Cure nos lo confirmó un tercer político que conoció por dentro esa campaña y nos dijo: “Karen Cure tenía el compromiso con Lorduy y sólo le pudo poner dos mil”. Esa congresista también se ahogó el domingo.

La frase reiterada que hay en el charismo en estos momentos es: “Nos robaron”.

No es claro, sin embargo, si esas estructuras que ellos financiaron no concretaron sus votos amarrados porque no movieron la plata o porque simplemente los electores no quisieron darles el voto.

En las maquinarias hubo más de un político tradicional que quedó intranquilo de mover billete por sus votos por temor al actuar de la justicia, después del escándalo de Aída Merlano.

De hecho, en el twitterazo del día electoral también publicamos el testimonio que nos dio en audio una mochilera del grupo del senador conservador Laureano ‘el gato volador’ Acuña —otro salpicado en el caso Merlano—asegurando que el congresista incumplió con el pago de los votos que pactó con los líderes porque estaba nervioso.

Aquí otra muestra de la molestia de algunos mochileros de #Malambo con Laureano ‘el gato volador’ Acuña, quien según ellos les quedó mal con parte de la plata prometida para comprar los votos. En voz de otra líder (distorsionada por su seguridad). #eleccioneslsv pic.twitter.com/ved76vmx4p

— La Silla Vacía (@lasillavacia) March 13, 2022

Por otro lado, en el grupo Char tenían la sospecha de que, más allá de la plata, podía haber un rechazo espontáneo de los electores por todas las sombras y el descrédito que los rodea. Así lo leen algunos allí, al menos, en lo concerniente a la consulta presidencial.

“Yo siento que sobre todo ahora hay mucha confusión porque ellos (Fuad, Álex y Arturo), siguen creyendo que su visión de la política es la que funciona y no les gusta que nadie les diga nada distinto.”, dijo al respecto el político del primer círculo charista.

La otra fuente que conoció por dentro la campaña de Álex Char, e incluso lo acompañó en algunos recorridos fuera de Barranquilla, reveló que el exprecandidato le quitó el pie al acelerador la última semana:

“La última semana no hubo llamadas, no hubo reuniones estratégicas, no hubo nada. Yo entendí con eso que él (Álex) había tirado la toalla… Ellos son obsesivos con las mediciones (internas), sabían de antemano que les iba a ir mal, y el no rematar con fuerza les cobró lo del Congreso”.

Su afirmación coincide, por ejemplo, con el hecho de que Char no haya asistido a los cierres de campaña que le programaron algunos aliados en el municipio de Soledad, argumentando que tenía gripa.

O con el pequeño, pero significativo, detalle de que el día de las elecciones Char haya salido a votar a eso de las 3 de la tarde, cuando lo normal es que los candidatos salgan temprano para dar ejemplo e invitar a salir a sus electores.

“Las maquinarias se están oxidando y eso se demuestra en los resultados de la casa Char; junto a ese desgaste, se suma el avance de otras fuerzas políticas, empezando por las de Petro. A eso hay que sumarle el escándalo del Aída gate que, aunque pareciera haberse convertido en meme, golpeó no solamente en imagen sino en la movilización electoral de las estructuras en el día D: el miedo y el cuidado de muchos líderes y dirigentes, no permitió que la máquina se aceitara como en otras épocas y eso se reflejó en los resultados electorales”, resumió el analista y asesor de campañas Carlos Suárez. 

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Fue periodista de historias de Bogotá, editora de La Silla Caribe, editora general, editora de investigaciones y editora de crónicas. Es cartagenera y una apasionada del oficio, especialmente de la crónica y las historias sobre el poder regional. He pasado por medios como El Universal, El Tiempo,...