Laura Sarabia, directora del Departamento de Prosperidad Social (DPS), junto a Luz María Zapata, directora de Asocapitales, en Medellín. Foto: Twitter Asocapitales.

Laura Sarabia lidera sus reuniones sin intervenir demasiado. Da la palabra, escucha y anota. Comparte el número de su teléfono personal, contesta el chat, promete abrirles las puertas del alto gobierno a sus interlocutores y se marcha con el halo de una funcionaria eficaz con las palancas del poder a la mano. 

Desde el evento con los cacaos empresariales, Sarabia ha demostrado que sus roles en el gobierno van mucho más allá de sus funciones como directora del Departamento Prosperidad Social (DPS). La alta funcionaria conserva intacta la confianza del presidente Gustavo Petro, el activo que le permitió regresar al gobierno luego del escándalo político y judicial que protagonizó con el exembajador Armando Benedetti. Desde entonces, y sobre todo en la última semana, ha liderado múltiples reuniones políticas y empresariales bajo el amparo de un “diálogo nacional”.

Con esto, Sarabia busca una esfera de influencia más amplia dentro del alto gobierno. Su maratónica agenda de la última semana señala que los contornos de su poder siguen sin definirse, especialmente frente a Carlos Ramón González, el director del Dapre que asumió sus funciones de jefe de gabinete. Pero, sin duda, es un poder que está en expansión.

Sarabia lo ha hecho tendiendo puentes con los sectores críticos del gobierno, como los alcaldes opositores de las grandes ciudades y los gremios económicos, claves para mejorar la ejecución del presupuesto en 2024. También acompañando al presidente en sus giras internacionales, como lo hizo en Washington, China y ahora en Dubai, donde se bajó del avión presidencial antecediendo a Petro. Y todo esto, representando al DPS, la agencia que maneja buena parte de la política contra la pobreza en el país.

La irresistible tentación del protagonismo

Sarabia tiene a su favor la buena relación que mantiene con la primera dama, Verónica Alcócer, y cuenta con aliados para adentrarse en nuevos terrenos del gobierno, como el consejero empresarial, Juan Fernández, con quien organizó la reunión privada con los cacaos. Sin embargo, en las fronteras de las funciones que ha venido asumiendo tiene a González, director del Dapre, quien sigue manejando la agenda de Petro, tiene voz en la política de paz total y pertenece, como exmilitante del M-19, al corazón ideológico de la izquierda.

Sarabia no maneja la agenda del presidente, la función que acrecentó su poder cuando era jefa del despacho presidencial. Esta tarea, la de administrar el tiempo de Petro y su crónica impuntualidad, sigue en cabeza de González, según dos fuentes del alto gobierno que pidieron la reserva de sus nombres. 

Sin el poder de la agenda, Sarabia ha asumido un rol de liderazgo en el llamado “diálogo nacional”, la nueva estrategia del gobierno Petro para recomponer su gobernabilidad con una parte del establecimiento. “Estoy convencida de que debemos trabajar juntos en varios propósitos. El presidente me ha pedido buscar algunos consensos en temas que considera importantes”, respondió escuetamente Sarabia desde Lisboa, donde la comitiva presidencial hizo escala para viajar a la COP 28, en Dubai.

“Ella busca estar. No quiere perder espacio. Su deseo es participar en absolutamente todo, y sobresalir. Está intentando hacerse visible de nuevo. Y cuenta con el espacio que le permite un presidente que no da demasiadas instrucciones”, le dijo a La Silla una fuente del alto gobierno, quien pidió la reserva de su nombre. 

Su nuevo protagonismo lo recarga bajo la sombra del escándalo político y judicial que protagonizó por el posible abuso de poder en contra de su exniñera, Marelbys Meza, que ocasionó su salida como jefa del despacho presidencial y del que, por ahora, sale bien librada de las investigaciones de la Fiscalía. Y, recientemente, lo empezó a cultivar en público con la reunión privada con los cacaos, y continuó haciéndolo con los alcaldes electos de las grandes ciudades.

Feliz cumpleaños, “Fico”: Sarabia como facilitadora de los rivales

El martes, Sarabia le cantó el feliz cumpleaños al alcalde electo de Medellín, Federico Gutiérrez, el principal opositor de Petro en las regiones. Lo hizo durante un almuerzo en Medellín, organizado por la Escuela Superior de Administración Pública (Esap), en el que se reunió con los alcaldes electos de las ciudades capitales e intermedias. “Fico” estaba cumpliendo 49 años y sus colegas le partieron una torta en la mesa encabezada por Sarabia y Luz María Zapata, la directora de Asocapitales.

Sarabia dio el inicio a la reunión con una presentación institucional del DPS, una institución que para el 2024 tuvo un aumento de cerca de 3,5 billones de pesos en su presupuesto, un 47% por ciento más que el de este año. Explicó, por ejemplo, el nuevo modelo de transferencias condicionadas que empieza en el 2024 bajo el nombre de Renta Ciudadana y Renta Joven. Luego atendió, durante cerca de hora y media, las preguntas y las inquietudes de los alcaldes electos. “Es, a pesar de su juventud, una gran ejecutiva. Se presentó como una facilitadora para sacar adelante proyectos de inversión. Para nosotros es un alivio tener a una mujer como ella en el gobierno nacional”, dice Zapata, de Asocapitales. 

En el almuerzo con Sarabia estuvieron, además de “Fico”, otros mandatarios abiertamente críticos del gobierno. Entre ellos, el alcalde de Barranquilla, Alejandro Char, o los alcaldes electos de Cali y Bucaramanga, Alejandro Eder y el pastor Jaime Beltrán. La reunión estaba precedida por los coletazos que dejó la interpretación que hizo Petro sobre los resultados de las elecciones regionales, en la que dividió a los gobernadores electos entre aliados y opositores.

“Laura Sarabia fue concreta. Dijo que iba a trabajar con todos. Su idea es que el próximo año sea para ejecutar”, dijo uno de los alcaldes electos presentes en el almuerzo, quien pidió la reserva de su nombre. “Y se nota que ella es la que manda”, agregó.

La agenda semanal de Sarabia siguió con los gremios del sector energético, uno de los más críticos del gobierno, en un tema que se aleja de su rol en el DPS. El miércoles, la alta funcionaria organizó un almuerzo con varios de sus representantes en un hotel de la 93, en Bogotá. Sarabia estuvo acompañada por el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, y el ministro de Minas y Energía, Andrés Camacho. 

“Ella no se pone a pontificar. Ayuda a que los que tienen que hablar lo hagan. Luego saca conclusiones. Está ayudando a agilizar los procesos de la mesa de concertación. Le solicita a los ministros que hablen sobre sus procesos y se compromete a hacerle un seguimiento a los avances”, dice Camilo Sánchez, presidente de la Asociación de Servicios Públicos y Comunicaciones (Andesco), quien aspira a convertirse en el próximo presidente del Consejo Gremial, y ha recibido los guiños del gobierno.

Las relaciones entre el gobierno Petro y el sector energético han sido tensas. En septiembre del 2022, justamente en la clausura del congreso de Andesco, el presidente lanzó una de sus grandes pullas en contra del alto empresariado. En su discurso, Petro cuestionó la existencia de mercados privados en los servicios públicos, como el de la generación y la distribución de energía eléctrica, y anunció por primera vez su intención de intervenir la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg). Los gremios advirtieron, en diferentes cartas públicas, sobre los problemas financieros que podrían ocasionar las medidas del gobierno, e incluso mencionaron el riesgo de un apagón. 

En la reunión con Sarabia y los ministros tocaron algunos de los temas que más los dividen, como el pleno funcionamiento de la Creg y las regulaciones para enfrentar el fenómeno de El Niño. “Hablamos descarnadamente sobre los problemas que enfrentamos. Los altos costos de la energía en la Costa Caribe, o los incentivos para invertir en proyectos de energía eólica y solar. No tenemos muchos puntos de encuentro, pero desde la confianza los estamos construyendo”, dice Sánchez a propósito de la creciente tensión entre el gobierno y un sector de los gremios.

El rol que le atribuye Sánchez a Sarabia lo confirman al interior de palacio. “Su función es, principalmente, articular y operar. De resto, los líderes de cada cartera son los que deben brillar”, le dijo a La Silla una fuente de palacio, quien pidió la reserva de su nombre. 

Una aceleradora para los aliados

En la última semana Sarabia también enfocó su agenda en atender a los aliados del gobierno en las regiones más pobres del país. 

El miércoles, antes del almuerzo con los gremios del sector energético, citó en su despacho en el DPS a los congresistas de las Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz (Citrep). Los 16 representantes, claves para la frágil mayoría del gobierno en la Cámara de Representantes, fueron citados a las 8 de la mañana y estuvieron durante 2 horas hablando con la alta funcionaria. 

Sarabia siguió el esquema habitual de sus reuniones. Hizo una breve presentación sobre la oferta institucional de Prosperidad Social y luego les dio un espacio más extenso a los representantes para que hablaran de los problemas de sus territorios, marcados por la pobreza y el conflicto. 

“Tuve la oportunidad de conocerla en palacio. La conocimos como la mano derecha del presidente. Hasta ahora pudimos entablar una conversación directamente con ella. Está alineada con los temas de paz. Sabe perfectamente lo que representamos”, dice el representante Jhon Fredi Valencia, oriundo del Putumayo, quien estuvo en la reunión.

Cada representante llevó ante Sarabia las demandas particulares de sus territorios. El representante Valencia, por ejemplo, mencionó los problemas de las víctimas y las comunidades étnicas en el Putumayo para acceder a los subsidios de Renta Ciudadana. “Le dio el espacio a cada representante. Nunca nos interrumpió. Nos dio su teléfono personal para que le hagamos recomendaciones. Es una mujer profesional que está haciendo una planificación para el DPS”, dice Valencia sobre la reunión. 

En esa planificación, Sarabia está poniendo en el centro a La Guajira, un departamento que está en el corazón ideológico del gobierno por sus lastres sociales y sus ventajas competitivas para la generación de energías limpias. El desarrollo de esa región también fue uno de los temas de interés de Luis Carlos Sarmiento Angulo, como afirmó en la reunión de Cartagena, y donde está por verse cómo puede concretar Sarabia su rol de articuladora. 

El viernes pasado, la alta funcionaria viajó a La Guajira para visitar una comunidad Wayuu. Aprovechó para reunirse con Juan Ricardo Ortega, presidente del Grupo Energía de Bogotá (GEB). Lo hicieron con el objetivo de acelerar las compensaciones a las comunidades indígenas por los efectos sobre sus territorios de proyectos como Colectora, el complejo eólico del GEB que pasa sobre 10 municipios de La Guajira y que ha estado marcado por sus conflictos sociales y jurídicos con los Wayuu.

“Parece una persona genuinamente preocupada por los temas de La Guajira. Es bienintencionada y asequible. El objetivo es juntar esfuerzos para llevar cambios estructurales al departamento”, dice Ortega, quien anteriormente tuvo encuentros sobre el mismo tema con la exministra de Minas, Irene Vélez. “Es el inicio de una conversación. Ella tiene buena parte de las tareas de protección social. Cuenta con las herramientas jurídicas y presupuestales para movilizar recursos”, agrega. 

El rol de Sarabia como articuladora del “diálogo nacional” está sostenido por la confianza personal que, desde la campaña presidencial, ha obtenido de Petro, y con la que pudo salir indemne del enfrentamiento con el exembajador Armando Benedetti, su exjefe. Después del escándalo con Benedetti, Sarabia volvió al gobierno con la reputación intacta de ser la mujer fuerte del presidente, a pesar de no venir de su corazón ideológico. 

“Desde la campaña, el rol de Laura Sarabia fue el de enlazar las reuniones más importantes. Ella ha demostrado resultados y el presidente se siente muy cómodo con su acompañamiento”, dice Daniel Rojas, director de la SAE, uno de los altos funcionarios ideológicamente más alineados con el presidente. “Es una persona disciplinada y diligente. Siempre toma nota de los asuntos. Y avanza, sobre todo avanza”, agrega la senadora Isabel Zuleta, del Pacto Histórico, a propósito de la legitimidad política que Sarabia ha construido al interior del petrismo. 

En 2024, Sarabia seguirá delimitando los contornos de su poder en la presidencia. Y con su mezcla de lealtad, eficiencia y pragmatismo puede renovar su protagonismo y convertirse en una de las piezas centrales para remolcar a un gobierno afanado por ejecutar y mostrar resultados. Pero con un poder en expansión, es solo cuestión de tiempo para que los callos pisados se conviertan en heridas abiertas dentro del círculo del presidente Petro.

Cubro al gobierno del presidente Gustavo Petro en La Silla Vacía. Estudié Periodismo en la Universidad de Antioquia.