El semestre terminó movido en muchas universidades privadas en Colombia. Durante dos semanas, los estudiantes lideraron protestas en contra del incremento de los precios de las matrículas de pregrado y posgrado. El ministro de Educación, Alejandro Gaviria, salió al paso de las protestas, se reunió con representantes de las universidades privadas y llegaron al acuerdo de que los aumentos para el próximo año no estarán por encima del 12,2%, que corresponde al IPC de octubre.

Aunque no todas las universidades se habían sumado, esta semana la Javeriana y los Andes también aceptaron esa tarifa máxima de aumento, aunque la Asamblea General Estudiantil pide aún una mesa más amplia que los incluya y que el aumento sea máximo del 10%.

La Silla Académica entrevistó a Luz Karime Abadía, directora del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana, que en agosto publicó el informe “Evolución de la Matrícula de Educación Superior en Colombia”, y a Juan Nicolás Garzón, profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana, para discutir sobre este tema, y sobre el rol que jugó la participación de los estudiantes de las universidades privadas en este episodio, que contrasta con las usuales movilizaciones de estudiantes de universidades públicas. 

LSA:

es La Silla Académica

LKA:

es Luz Karime Abadía

JNG:

es Juan Nicolás Garzón

LSA:

¿Qué factores económicos han propiciado el alza en las matrículas de las universidades privadas? 

JNG:

Definitivamente creo que el factor determinante es la inflación, que por primera vez en mucho tiempo está por encima de dos dígitos. Eso supone un aumento generalizado de los precios que está claramente por encima de las metas del Banco de la República, y que hace parte de un fenómeno más global. La inflación se traduce en un aumento en los costos de los precios de una infinidad de bienes y de servicios, y esto también le pega a las universidades.

El segundo factor es la devaluación, porque hay una serie de costos que tienen las universidades que están indexados a la tasa de cambio, como las bases de datos o equipos y materiales importados que usan en sus laboratorios, y que ahora tienen que pagar más caros. 

LKA:

Siempre las universidades privadas aumentan, como mínimo, la inflación. De hecho se sabe que algunas aumentan dos o tres puntos por encima, lo cual es permitido con una justificación ante el Ministerio de Educación. Por ejemplo, cuando han hecho grandes inversiones en infraestructura, en laboratorios o acreditaciones.

Pero este año la coyuntura económica está muy complicada. No solamente es la inflación tan alta que ya tenemos a octubre —que es el último dato que hay y al que falta agregarle dos meses—, sino también está el posible incremento del salario mínimo, que en los últimos años ha estado por encima de la inflación, y que aumentará el gasto de personal, que es lo que ocupa la mayor proporción del gasto de las universidades.

Estamos hablando de un universo de 191 instituciones de educación privadas. Alrededor del 70% del total que hay en el país, que son 271.

LSA:

¿Cómo evalúa la reunión del Ministro de Educación con las universidades privadas para acordar límites a las alzas? ¿No es una intromisión del Estado en un asunto de los privados?

LKA:

Un acuerdo así es inédito. Es la primera vez desde que se hizo ASCUN (la Asociación de Universidades) y en particular desde el comienzo de la Ley 30 del año 1992, que el Ministro de Educación se sienta con los rectores a discutir el tema de las tarifas. Pero no lo veo como una imposición, pues fue más bien algo que se negoció con las universidades, que consultaron con sus consejos directivos y fue allí donde se aceptó aumentar el 12.2%. 

JNG:

La educación superior es un sector particularmente sensible y de especial interés público, así que no me parece inadecuado que el Gobierno se haya sentado con las universidades privadas y que el ministro Gaviria haya asumido el liderazgo de dialogar para concertar y entender por qué suben las matrículas.

Ahí él tuvo un cambio de posición. Gaviria empezó diciendo que los costos de la educación habían aumentado sólo un 5%, pero al final el acuerdo con las universidades refleja una comprensión por parte del ministro de que los costos operativos sí aumentaron más que eso.

LSA:

¿Y qué tan inédito es que los estudiantes de universidades de élite salgan a protestar por el aumento de las matrículas?

LKA:

Es bastante inédito en el país un movimiento de estudiantes desde las universidades privadas. Yo creo que este nuevo liderazgo es, en general, indicativo de que los jóvenes están viendo que no tienen oportunidades y que hay un deterioro de muchos indicadores sociales. Desde las universidades públicas, políticas como matrícula cero, al menos para los estratos uno, dos y tres, han ayudado a bajarle al descontento en ese sector.

JNG:

Ya durante la pandemia se había dado un debate sobre reducción de tarifas en las matrículas que reflejara el deterioro de la calidad por pasar gran parte de los procesos a modalidad virtual. Ese es un antecedente interesante, y las universidades en ese contexto fueron muy reacias a bajar los costos de las matrículas, porque eso, a su vez, impactaba en la reducción de las plantas de trabajadores.

LSA:

Un aumento del 12% en una privada supone entre millón y medio y dos millones de pesos en promedio. ¿Qué impacto puede tener el alza de los precios en la deserción estudiantil?

LKA:

Más allá del aumento del precio de las matrículas, que se viene sosteniendo año a año, lo que seguimos viendo en Colombia es que hay una tasa de cobertura baja en educación superior, especialmente si nos comparamos con otros países, incluso de América Latina. Desde 2014, la tasa de cobertura promedio en educación superior se ha ubicado en alrededor del 50%, es decir, que del total de la población entre 17 y 21 años, solo la mitad de los jóvenes están matriculados en una Institución de Educación Superior.

Una tasa que es inferior a países de América Latina como Chile o Argentina (con coberturas superiores al 80%) o al promedio de la OCDE (75%).

En el último informe que sacamos en el Laboratorio de economía de la educación, que está basado en las cifras de matrículas en educación superior del año 2021 (todavía no hay de 2022), lo que vemos es que las universidades públicas tuvieron más matriculados, gracias, sobre todo, a la Matrícula Cero en algunos estratos, pero las privadas están bajando sus matriculados. Entre 2019-1 y 2021-1 se dejaron de matricular 4.428 estudiantes en pregrado, aunque esta tendencia no se verifica en posgrado, donde se inscribieron 18 mil estudiantes más entre 2019 y 2021. 

JNG:

El debate de los costos de las matrículas le añade un ingrediente nuevo a un cóctel que ya es complejo en el caso de las universidades privadas. Precisamente porque el ritmo al cual venía creciendo el acceso a la educación superior en Colombia se ralentizó con la pandemia, y ahora con este aumento en el precio de las matrículas se desestimula aún más el ingreso a las universidades.

Ahora, hay que reconocer que hay varias estrategias que las universidades han venido promoviendo como respuesta a este contexto. Ese apoyo adicional que las universidades pueden y, de hecho, ya ofrecen a los estudiantes, puede verse desde el sistema de becas actual, que en muchas instituciones apunta a cambiar becas del 100% por becas del 20%, para que más estudiantes se beneficien.

LSA:

Otra crítica a las universidades es sobre en qué se está invirtiendo la plata de las matrículas, y si un aumento del 12% se reflejará en mejor calidad educativa o si irá, especialmente, a alimentar la operación de las universidades. ¿Qué piensan de esta crítica?

JNG:

 La discusión sobre el corporativismo de las universidades no es un asunto nuevo ni en Colombia ni en el mundo. En defensa de las universidades, hay que decir que existen un montón de costos y de actividades que los estudiantes no necesariamente perciben. Por ejemplo, la cantidad de actividades que, al menos desde la pandemia, hacen en términos de bienestar.

Esto le ha implicado a las universidades una inversión en personal y equipos para atender temas de salud mental y de formación más allá de las áreas de conocimiento que no todos los estudiantes perciben.

Otra dimensión que los estudiantes no suelen ver es el tema de la investigación, que acarrea unos costos altos de financiación de docentes más dedicados a esas actividades. Para un estudiante es muy difícil entender que un profesor sólo tenga una clase en el semestre, pero a menudo ocurre que esa persona está dedicada a otras cosas: generar y divulgar conocimientos, hacer patentes, etc. 

LSA:

¿Pero si es cierto que las universidades están gastando más hoy en investigadores y no tanto en docentes?

JNG:

Yo le digo con todo el conocimiento de causa, porque viví siendo profesor de cátedra mucho tiempo, y en esa modalidad le toca a uno estar de aquí para allá dictando clases, y es muy difícil lograr un ingreso relativamente digno. Pero creo que la tendencia que he visto estando en varias universidades es que en las universidades hoy las plantas profesorales han crecido y la cantidad de cursos que dictan los profesores de planta es mayor, lo que ha reducido a los profesores hora cátedra.  

LKA:

En contraste, los datos que nosotros hemos podido recoger es que ha caído el número total de profesores que contratan las instituciones de educación superior privadas. En el primer semestre de 2018 se contrataron 90.019 docentes, mientras que en el segundo semestre del 2021 fueron 79.890, lo que implica una caída de cerca de 10 mil profesores. Esa es una forma de ajustarse en costos que las universidades podrían hacer ahora que sus ingresos se van a ver reducidos.

Aunque la caída no es solamente en los docentes, sino en el personal auxiliar y de técnicos. Mientras que en las privadas en 2019-2 se registraban 14.357 cargos auxiliares y 23.287 profesionales, en 2021-2 los auxiliares eran 13.456 y los profesionales 22.326. 

LSA:

El argumento de los que protestan es que la universidad se recuesta en las familias de los estudiantes, ¿pero cuál es el peso de las matrículas en el ingreso total de las universidades acá y en el mundo?

LKA:

En los sistemas mixtos, es decir, donde la educación puede ser ofrecida tanto por privados como el Estado, como en Estados Unidos, es muy similar a lo que pasa en Colombia. Es decir, que los ingresos dependen en gran medida de las matrículas, y luego de las actividades de consultoría y financiación que les llega por patentes, especialmente entre las que tienen más impacto. Y en algunos casos, las universidades privadas en Estados Unidos reciben fondos del Estado.

En los otros sistemas, que son 100% públicos, toda la educación es financiada por el Estado. Esto es más común verlo en Europa, por ejemplo. Pero el problema de la reducción de los matriculados en la universidad se presenta en todo el mundo. Incluso en Harvard, por ejemplo, se estuvo discutiendo esto, pues en los últimos años las inscripciones han caído un 13 por ciento, precisamente en modelos de operación que no pueden tan fácilmente absorber caídas en este rubro. 

LSA:

¿Y en Colombia?

LKA:

En Colombia, tanto en las instituciones de educación privadas como oficiales, alrededor del 80% y 90% de sus ingresos dependen principalmente de las matrículas, así que hay una altísima dependencia de las finanzas universitarias de las matrículas, salvo en unos pocos casos donde hay intentos de diversificación. Eso se refleja en que un aumento de los costos de operación para las universidades inmediatamente se corresponda con un aumento de la matrícula.  

JNG:

Otras fuentes de financiación que podrían obtener las universidades, como una beca de investigación, son difíciles de lograr acá porque esos recursos internacionales son muy peleados y muchas universidades colombianas no tienen la capacidad para ser competitivas en la disputa por esos recursos.

LSA:

Finalmente, ¿qué otras decisiones ayudarían a mitigar el impacto de estas alzas en las matrículas?

JNG:

Yo creo que hay dos frentes en los que hay que trabajar. El primero es todo el proceso de fortalecimiento de la educación pública. Si bien creo que el Gobierno ha reducido sus ambiciones de campaña en términos de cupos de acceso a la educación pública, igual queda el proceso de fortalecimiento de la universidad pública para garantizar más acceso y reducir el tema de las inequidades.

Desde el punto de vista de las privadas, creo que hay unas primeras señales que son buenas. En el Icetex se han venido anunciando acciones para lograr materializar un cambio en la entidad para que pase de tener una vocación principalmente financiera a prestar verdaderamente un servicio en ayuda a los estudiantes que quieran llegar a la educación privada.

Desde el nombramiento de Mauricio Toro y el anuncio de condonación de ciertas deudas, me parece que efectivamente está tomando lugar una transformación en las funciones del Icetex, buscando que los usuarios tengan condonaciones, pero eso le pone una carga financiera a las universidades.

También resaltaría las iniciativas dentro de las mismas universidades de otorgar créditos y opciones de pago flexibles a los estudiantes, con costos que en muchos casos asumen las propias universidades.

Soy editor de la Silla Académica y cubro las movidas del poder alrededor del medioambiente en la Silla.