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En el “Almuerzo con Líderes”, el periodista habló sobre su libro “La Historia de Colombia y sus Oligarquías”.

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Álvaro Forero: En una entrevista que le hizo Juan Carlos Irragori, publicada en un libro llamado Patadas de ahorcado, al final Antonio Caballero contesta: “La historia es de los vencedores, y me temo que, aunque me haya ido bien en la vida, yo soy de los vencidos. Pero pataleo como hacen los ahorcados”. Hoy está escribiendo la historia de Colombia desde el punto de vista de los vencidos.

¿Cuál es la historia detrás de la iniciativa, cómo surgió?

Antonio Caballero: Llevo muchos años, desde el bachillerato, entendiendo que la historia nos la cuentan mal. En primaria y bachillerato llegábamos solo hasta la Patria Boba. Ya ni siquiera se enseña eso en los colegios. Los niños tienen una historia completamente deformada, así como gran parte de los adultos de Colombia.

Me he dado cuenta que eso era completamente absurdo. ¿Por qué no nos querían contar la historia de Colombia? Llevo 50 años teniendo la idea de hacer un libro de la historia de Colombia, contando lo que no nos cuentan. Gracias a la directora de la Biblioteca Nacional –Consuelo Gaitán-, se le ocurrió que podíamos hacerlo, usando la pagina web de la Biblioteca Nacional.

Esperaba hacer eso en alguna revista de historia mensual, para sentirme obligado a irlo escribiendo y encontré en Consuelo Gaitán esa idea y me pareció estupenda.

AF: Ya hay dos capítulos publicados, el primero se llama Los Hombres y los Dioses y el segundo En Busca de El Dorado, que se encuentran en la página web de la Biblioteca Nacional. La idea es ir escribiendo cada capítulo. Son 12 capítulos.

AC: Quiero hacer un libro que sea accesible para todos, no para especialistas. Contando lo que especialistas ya han dicho.

AF: Para muchas personas no es evidente que la historia de cualquier país está marcada fundamentalmente por sus oligarquías, ¿por qué la historia tradicional no lo muestra?

AC: Sí lo muestra. Pero como si las oligarquías fueran perfectas.

AF: ¿Va a mostrar la otra cara de las oligarquías?

AC: Sí. Las oligarquías lo han hecho en todas las historias del mundo, país por país. Pero en Colombia no solo han condicionado la historia quienes mandan, sino que han condicionado además la narración de esa historia. Voy a mostrar cómo las oligarquías han condicionado la historia de Colombia.

Me parece inevitable que sean las oligarquías, es decir, pequeños grupos dirigentes, dominantes, quienes mandan en los sitios. Pero que sean ellos mismos quienes cuentan su historia, me parece dañino. La estoy contando desde un punto de vista distinto.

AF: ¿Hay características fundamentales que diferencian a la oligarquía colombiana?

AC: Sí, las oligarquías colombianas que han sido sucesivas y que de unas han brotado las otras, tienen dos características propias: que han sido las oligarquías mas irresponsables del mundo, y de la historia del mundo. Malcolm Deas ha dicho siempre -le hacemos caso a los historiadores extranjeros más que a los colombianos-  que en Colombia no han existido clases dirigentes sino únicamente clases dominantes. Eso es absolutamente cierto.

Aquí nadie ha dirigido nunca nada. Las oligarquías colombianas han tenido una visión estrechísima y de cortísimo plazo, inclusive de sus propios intereses. Por eso todo ha tenido que resolverse siempre mediante la violencia.

Quiero mostrar eso en estos capítulos, esa ceguera en las oligarquías.

Otra característica propia es que en Colombia nunca ha habido ruptura de las oligarquías. En los países recientes, como los de América, que tienen sólo 500 años de existencia, en todos ha habido revoluciones que han cambiado las clases dirigentes y dominantes. En Colombia no. Desde Jiménez de Quesada hasta hoy, han sido las mismas sangres las que han manejado este país. Y los resultados están a la vista, lo han manejado muy mal.

AF: La violencia está relacionada con una tara de las oligarquías colombianas, ¿han sido proclives al uso de la violencia para mantener el poder?

AC: Nunca han contemplado una posibilidad distinta a la violencia salvo ahora, tal vez. Por eso mismo no ha habido revoluciones, porque ha habido siempre contrarrevoluciones preventivas.

AF: Parecería haber una división en esa oligarquía frente a la posibilidad de hacer la paz hoy. ¿Esa división es nueva?

AC: No, no es el primer caso. Inclusive a lo largo del siglo XIX, la división partidista entre conservadores y liberales era una división oligarca.

Los conservadores se negaban a cualquier tipo de cambio por considerar que los cambios eran costosos y los liberales, por el contrario, consideraban que lo costoso era que no hubiera cambios.

Eso está sucediendo también ahora. Es más costoso continuar la situación actual dentro de la guerra, que intentar los costos de la paz, que en mi opinión, serían mucho menores.

AF: Dentro de esa historia que ve muy uniforme, un continuum, no reconoce ciertos momentos o tendencias dentro de las oligarquías más positivas. Por ejemplo, está esa tradición liberal reformista que empezó con Olaya y López Pumarejo, que podría decirse que de alguna manera continuó con los Lleras, etc.

AC: Esa tradición existe desde la conquista, viene desde el presidente de la Audiencia Venero de Leyva, el primer presidente en ejercicio que se enfrentó justamente al conquistador Jiménez de Quesada y a su partido oligárquico.

La colonia española y las autoridades nombradas por España, se enfrentaban a las oligarquías dominantes en Colombia porque simplemente venían de paso. Al contrario, cuando una familia de los virreyes se quedaba en Colombia, éstas se convertían al partido oligárquico o al partido reaccionario.

AF: Esa tendencia conservadora tuvo una expresión muy clara en Laureano Gómez y podría tenerla hoy, es la otra cara de la tradición liberal.

AC: Sí claro. Eso es Álvaro Uribe hoy. Lo que fue un Laureano Gómez en los años 40 y 50.

AF: ¿Ha habido diferencias entre lo que es esa oligarquía bogotana o nacional, que controla el Estado nacional y las oligarquías locales, o es una simple repartición?

AC: La oligarquía nacional no controla realmente el poder nacional, sino que los poderes locales se escapan al control de esa oligarquía nacional.

Desde el principio la colonia española, en su momento el Estado central, centralizado en el caso de Colombia como Santa Fe, no controlaba las regiones. En las regiones se fueron formando oligarquías autónomas que se federaban naturalmente a la escala del país, pero que siguen conservando una autonomía bastante grande.

AF: ¿Hay un acuerdo entre el poder nacional y esos poderes locales para  repartirse espacios y convivir?

AC: Es como el pacto social del que se empezó a hablar en el siglo XVIII. Es un acuerdo tácito, que se ayudan, pero en donde no hay realmente jefes en los momentos de crisis.

AF: Ese institucionalismo que ha utilizado la oligarquía colombiana para generar estabilidad política, sobre todo en la segunda mitad del siglo pasado, permitió que se redujera el autoritarismo en Colombia al período de Rojas Pinilla, y el populismo que sacudió a América Latina -que nos ha llegado sin embargo en este siglo-. ¿Cree que eso fue positivo, o fue solamente una estrategia para contener los cambios que se producen a raíz de la muerte de Gaitán?

AC: Lo que llamamos Violencia con mayúscula desde los años 40, empezó justamente antes de la muerte de Gaitán. Antes de lo que lo mataran, Gaitán había hecho su famosa “oración por la paz”, pidiéndole al gobernante del momento que era Mariano Ospina Pérez, “paz y piedad para la patria”, creo que esa fue la frase. Porque se estaban matando en el campo los colombianos, por iniciativa y promovidos por el Partido Conservador en el poder.

El caudillismo en Colombia no ha existido a causa del leguleyismo colombiano. Un leguleyismo que no haga remontar al general Santander, sino al conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, quien no hizo más en toda su vida que pleitear y ganó casi todos sus pleitos.

AF: Enfrentar esa perpetuación de la oligarquía colombiana ha sido muy difícil para la oposición, pero ¿cómo evalúa el papel de la izquierda, les ha faltado capacidad o simplemente era imposible realmente derrotar esas oligarquías?

AC: Eso es un fenómeno reciente. La izquierda como la entendemos hoy existe desde principios del siglo XX. Y como la respuesta de las oligarquías a toda iniciativa de cambio -así no sea revolucionaria- ha sido la violencia, lo que le ha sucedido a la izquierda colombiana es que se ha chocado siempre con la violencia y con la táctica del exterminio por parte de quienes mandan.

La palabra oligarquía se puso de moda en Colombia con Gaitán, y era en un principio dirigido mucho más contra los dirigentes del Partido Liberal, que contra los dirigentes del Partido Conservador.

Para Gaitán, el gran oligarca era el doctor Eduardo Santos y también entraba dentro de esos el rival liberal de Santos, que era López Pumarejo. Gaitán puso de moda esa palabra, pero dentro de la simplificación de la oratoria, oligarcas y ricos significa la misma cosa, y eso no es así. Cuando escribo la Historia de Colombia y sus oligarquías, no me estoy refiriendo a esos ricos, sino sus oligarquías, quienes han mandado.

AF: ¿Qué encuentra en la colonización de particular que haya generado esa historia nuestra, esa fortaleza de la oligarquía?

AC: Fundamentalmente aquí nunca ha habido un cambio revolucionario, la independencia no fue una revolución, continuaron mandando las mismas clases poseyentes y dueños de las tierras. Comparado con la historia de México, o una revolución como fue la de México.

En Colombia las guerras civiles del siglo XIX, aunque a veces tenían un trasfondo ideológico, era más sobre clericalismo o no centralismo, que sobre temas sociales, mucho más ideológicas que políticas.

AF: Si se cierra el capítulo de la violencia guerrillera, ¿cree que va haber un cambio cualitativo de fondo que altere este continuum de la historia de Colombia?

AC: Sí es distinto. En el sentido de que por primera vez se cierra una violencia por pactos. El pacto del Frente Nacional dejó por fuera a la mitad del país, fue un pacto exclusivamente entre oligarquías, además reducidas a las cúpulas del Partido Liberal y Conservador. Esto es un poco el complemento de la constituyente del 91, que es la primera constitución pactada y no impuesta que se ha hecho en Colombia.

Esta vez estamos por fin en un pacto en el cual no hay vencedores ni vencidos y eso lo hace distinto a todo lo demás. Ahora, no sé si después de esta guerra venga otra guerra.

AF: ¿Es optimista sobre el futuro de la paz?

AC: Soy optimista, a pesar de que hay enormes resistencias. Justamente la resistencia que ha encabezado el ex presidente Álvaro Uribe, quien ha sido la cabeza de las oligarquías más reaccionarias de Colombia en los últimos años.

AF: Desde ese continuo de las oligarquías colombianas, ¿qué papel le ve a Juan Manuel Santos?

AC: Juan Manuel Santos empezó diciendo que el quería ser un traidor a su clase, no lo ha sido, pero sí está haciendo una ruptura en lo que ha sido la política de su clase de los últimos siglos, y es el reconocimiento que existe otra Colombia e intereses distintos a los intereses inmediatos de las oligarquías.

AF: ¿Cómo identificaría dentro de esta historia nuestra, un personaje como Tirofijo?

AC: Tirofijo es el único jefe rebelde que ha durado en Colombia muchísimos años. Las rebeliones en Colombia han sido muy breves y normalmente han matado rápidamente a los jefes. Desde los jefes indígenas de la resistencia indígena en tiempos de la Conquista.

El mérito de Tirofijo fue que duró 40 años en una guerrilla que lleva 50 años.

AF: Mucha gente va a decir que esta es una historia contada desde su “amargura” ¿qué diría de eso?

AC: Yo no soy amargado ni tengo porque serlo. Soy escéptico y pesimista. Todas las historias son escritas por personas que tienen su propio punto de vista. Yo no soy un historiador, soy un historiador aficionado.  He leído mucho al respecto y entiendo mucho más a medida que escribo los capítulos.

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