En la entrevista que publicó Semana el domingo pasado, el alcalde de Bogotá afirmó que “como visión, el Polo siguió el modelo de Peñalosa y Mockus. Y no es que sea negativo, sino que ya no es pertinente. Esta frase encierra una de las claves para entender el nuevo gobierno de Gustavo Petro.

Su Alcaldía significa el fin de un modelo de ciudad. Del modelo que comenzó con los gobiernos de Antanas Mockus y Enrique Peñalosa y que luego siguieron -con ajustes- ‘Lucho’ Garzón y Samuel Moreno.

Y aunque no ha especificado los detalles de esa nueva visión en cada una de las áreas, de lo que ha dicho y del tipo de personas que nombró en su gabinete es claro que le apuesta a un modelo donde lo participativo tendrá más primacía que lo técnico, donde se privilegiarán los microproyectos a los macroproyectos y donde el Estado asumirá un mayor rol en la ejecución de su visión de ciudad.

Estos son los ejes del nuevo modelo de ciudad con el ganó Petro la Alcaldía.

De la primacía de lo técnico a la de lo participativo

En el modelo anterior, los técnicos mandaban la parada. Ahora la voz de los ciudadanos será más escuchada, según varios puntos de las propuestas de Petro.

El proceso de planeación del presupuesto de Bogotá pasará de ser un proceso a puerta cerrada y con gran carga técnica, a tener una participación mucho mayor de la ciudadanía. Y ése será quizás el mayor cambio de todos los que ha propuesto Petro hasta ahora.

Petro propuso convocar cabildos abiertos para definir el Plan de Desarrollo, el Plan de Ordenamiento Territorial y el presupuesto distrital. Y se fijó como meta que un millón de bogotanos participen y que el presupuesto participativo, en el que pueden incidir, pase de 150 mil millones a 4 billones de pesos en un presupuesto que se acerca a los 12 billones.

Esa visión más participativa también se concreta en otros asuntos, como el de la renovación urbana. Mientras las administraciones anteriores realizaron proyectos urbanísticos como las el de Estación Central, un mega proyecto de renovación que forma parte del Plan Zonal Centro de la alcaldía de Moreno, Petro ha hablado de una ‘redensificación y revitalización del centro’ en el que sean los mismos vecinos los que propongan proyectos más pequeños, en alianza con firmas constructoras propuestas también por ellos. Así lo explicó en entrevista con Yamid Amat  “se asocian personas dueñas de sus casas con un constructor, se hace un proyecto de edificios, pero para que se libere espacio público y para que se pague plusvalía. Se va a edificar más, para que la gente que vive ahí siga viviendo ahí y gane en el negocio de la construcción”.

De los macroproyectos a los microproyectos

Petro también le apuesta a que el desarrollo de la ciudad se haga con base en más proyectos pequeños que en unos cuantos macroproyectos, lo que no sólo le deja más juego a los ciudadanos, sino que también le abre más espacio a las pequeñas empresas.

Un caso es el de la revitalización urbana. En lugar de megaproyectos, Petro ha propuesto que sean pequeños grupos de vecinos los que propongan cómo renovar su manzana. Eso significaría pasar de unos cuantos grandes proyectos a decenas o centenares de pequeños proyectos.

Y también significa un cambio en la forma de abordar la construcción de vivienda de interés social. La gran apuesta hasta ahora han sido los proyectos grandes que lidera Metrovivienda, como las ciudadelas El Provenir y Nuevo Usme. Petro, en cambio, propone que sean los pequeños proyectos barriales el principal mecanismo para construir nuevas viviendas en la ciudad.

Esta misma lógica se aplicará a la reconstrucción de la malla vial. La directora del IDU, María Fernanda Rojas, señaló que la entidad a su cargo pasaría de hacer pocos contratos grandes a muchos contratos más pequeños, como forma de “blindarse” contra el daño que puede  producir el incumplimiento de un contratista y para acercarse más a las necesidades locales.

Esto marca un claro contraste con las grandes contrataciones de los últimos alcaldes: el macro contrato de Mockus con los mexicanos de ICA para hacer el mantenimiento de toda la malla vial de Bogotá o los seis contratos que entregó Samuel Moreno para ese mismo fin serían cosa del pasado.

Del estado supervisor al Estado ejecutor

Otro de los grandes ejes de cambio es que Petro propone pasar de un Estado que vigila que los privados presten servicios esenciales, a uno que directamente se encargue de esos servicios.

Un caso es el de la educación. Para ampliar la cobertura y mejorar la calidad de la educación, entre 1999 y 2005 el Distrito -bajo Mockus y Peñalosa- concesionó el funcionamiento de 25 nuevos colegios públicos a instituciones educativas reconocidas, como Cafam, el Colegio Salesiano, y la Alianza Educativa de los colegios Los Nogales, San Carlos y Nueva Granada y la Universidad de Los Andes.

Otra estrategia fue pagarle a colegios privados para que recibieran a estudiantes de escuelas públicas, los llamados cupos por convenio. Según datos de la Secretaría de Educación de agosto pasado, el cuatro por ciento de los niños matriculados en la educación pública de la ciudad estudiaban en colegios por concesión y en los privados con convenio el 13 por ciento.

Petro se ha manifestado en contra de estas dos modalidades, lo que ha sido objeto de críticas de diferentes lados, desde Enrique Peñalosa hasta Salomón Kalmanovitz, pasando por expertos como Felipe Barrera. Otros funcionarios de su gabinete también se oponen a ellos, como Consuelo Ahumada. Pero hasta ahora no hay un anuncio definitivo del alcalde o del Secretario de Educación, Óscar Sánchez, en este punto. “Las evaluaciones son todavía muy preliminares”, le dijo Sánchez a El Tiempo.

Otro ejemplo es el de las empresas de servicios públicos. El miércoles, durante la asamblea de la ETB en la que se renovó su junta directiva, Petro anunció que esa empresa no se privatizará ni buscará un socio estratégico y que el Distrito mantendrá el control.

El nuevo rumbo de la ETB ya llevó a la salida de su presidente, Mario Contreras. Y, mientras que el anterior gerente de la EAAB, Luis Fernando Ulloa, se despidió el primero de enero anunciando que la empresa estaba lista para entrar en bolsa (es decir, dejar de ser totalmente pública), nada se ha dicho sobre esa posibilidad en la nueva administración y es improbable que lo haga.

Esta visión de los servicios públicos que rompe con los lineamientos que le habían dado los alcaldes anteriores: en 2003 Mockus realizó un proceso de emisión de acciones para inversionistas privados, con el que la ETB se convirtió en una empresa de capital mixto, y en los últimos años Samuel Moreno buscó un socio estratégico.

La idea de Petro es fusionar estas empresas públicas o crear una compañía holding que maneje los intereses del distrito en las tres, pero de cualquier manera, que el Distrito tenga un mayor control. 

(Foto portada: Juan Pablo Pino)

Fui usuario y luego periodista de La Silla Vacía. Tras más de una década haciendo de todo en esta escuela de periodismo, de la que fui director editorial, me fui a ser lector y SuperAmigo. Ahora me desempeño como redactor jefe de El País América Colombia.