No me despido de La Silla Cachaca, aunque deje de ser su editor.

Hacer periodismo en Bogotá es más fácil y más difícil que en las regiones.

Más fácil porque hay fuentes a mano, relativamente pocos riesgos en seguridad, una administración local sólida y muchos periodistas independientes e investigativos. Hay universidades que estudian la ciudad y su región, hay muchos poderes que se entrecruzan, chocan, se ayudan y permiten tener fuentes e historias. Todo eso hace que no haya que crear un espacio para cubrirla, sino seguir una senda transitada, viva.

Pero más difícil porque lo bogotano se entrecruza con lo nacional todo el tiempo. Los medios nacionales cuentan los accidentes de Transmilenio como si fueran de interés para todos, el alcalde de Bogotá es una cara mucho más conocida en La Guajira o en Nariño que la mayoría de ministros. Eso lleva a que los bogotanos tengamos un sentido de lo local en la que importa lo del barrio y lo nacional, pero no haya un sentido de ciudad o de región tan claro, sobre todo pensando en el poder.

Eso se nota, por ejemplo, en que los representantes a la Cámara por Bogotá no tienen la función de enlace con funcionarios nacionales que tienen los de los departamentos, y por eso cubrirlos como poderosos es más difícil. También en que los bogotanos conocen poco a sus concejales o en que es difícil saber quiénes son los superpoderosos de Bogotá.

Esa particularidad es también el gran reto de La Silla Cachaca. O por lo menos eso concluyo tras poco más de un semestre de liderarla para cubrir las movidas de poder en Bogotá como una región más de Colombia. 

Y se las cuento porque esta semana dejo de ser su editor y el reto queda en manos de Carlos Hernández, un manizalita que ha estado en La Silla Cachaca desde su nacimiento, lleva cubriendo la ciudad tres años (venía de hacerlo en El Espectador) y tiene todas las condiciones para lograrlo.

Para eso, además del apoyo permanente de toda La Silla Vacía, tiene las publicaciones cada vez más relevantes de los expertos de la Red Cachaca y de otras como la Verde, a las que La SIlla Cachaca le está dando más relevancia.

Ahora será Carlos quien defina ese camino.