A María Paula Correa le gusta tanto estar en política que desde que tenía 16 años comenzó a apoyar campañas presidenciales, primero de Andrés Pastrana y luego de Álvaro Uribe, en 1998 y 2002 respectivamente. 

Ese gusto y las conexiones políticas que ha tejido a lo largo de su vida, la llevaron a ser la Jefe de Gabinete de la Presidencia de Iván Duque, el tercer cargo más poderoso después del mismo Presidente y de la Vicepresidencia, en 2019.

Esta bogotana nació en 1982. Es hija del arquitecto Paul Correa, dueño de una de las discotecas más recordadas en Bogotá en los setenta, el Unicornio, a donde solo entraban los socios. Era liberal, mientras que su madre, la publicista María Teresa Fernández, era conservadora.

Cuando Correa era estudiante de octavo grado en el colegio Los Nogales se unió como voluntaria a las Juventudes con Andrés para apoyar la candidatura presidencial de Pastrana. Allí conoció a una de las personas que se convertiría en uno de sus grandes amigos, Víctor Muñoz, quien fue el director nacional del voluntariado para apoyar a Uribe y posteriormente se convirtió en el Consejero Presidencial de Duque para temas digitales, hasta que renunció por un chat en septiembre de 2019

Entre 2001 y 2002, Correa volvió a ser parte de los movimientos juveniles en política pero esta vez en JuventUribe y desde el top de la organización. Allí fue la mano derecha de Nicolás Uribe, quien era director del movimiento juvenil y luego fue congresista y analista de temas políticos con un apoyo claro al uribismo. 

En esa misma campaña presidencial, Correa conoció a Felipe Córdoba, quien era el coordinador nacional de universidades de JuventUribe y se convirtió en Contralor General de la Nación en 2018, casi al mismo tiempo que Correa llegaba a la Presidencia. 

Se graduó de Derecho en la Universidad de los Andes en 2005 y a los pocos meses estaba trabajando como mano derecha de Alicia Arango, la Secretaria Privada del entonces presidente Álvaro Uribe. 

Arango conoció a Correa en la campaña presidencial de 2002, en la que la primera era la asistente de Uribe. Además, la hija de Arango, Bibiana Taboada, es una de las mejores amigas de Correa. Desde entonces, Arango se convirtió en un referente político para Correa y su relación es tan entrañable como la de madre e hija. 

Ya estando en Presidencia, entre 2007 y 2008, Correa hizo una especialización Gestión Pública e Instituciones Administrativas en Los Andes, a la par que trabajaba con Arango haciendo la correspondencia que el Presidente enviaba a personajes en fechas especiales. Adicionalmente, Correa manejaba la agenda de Alicia y colaboraba con el diseño de la de Uribe.

Desde ese rol se volvió tan cercana a Uribe que en 2009, él la mandó como cónsul a Nueva York a pesar de que Correa no tenía experiencia en relaciones exteriores. Allí trabajó hasta 2013. Durante ese mismo tiempo, Correa cursó su maestría en Administración Pública y Relaciones Internacionales en la Universidad de Columbia. 

Solo dos meses después de que terminó su trabajo en el Consulado, se vinculó en Concordia, una organización internacional que promueve las alianzas entre los Gobiernos de diferentes países y las empresas privadas, como directora senior de estrategia.

Al igual que en JuventUribe y en Presidencia, María Paula se convirtió en la mano derecha de uno de los dos cofundadores de Concordia, su CEO, Matthew Swift. Desde ese puesto se acercó al sector privado y tejió alianzas con los empresarios, y continuó fortaleciendo sus relaciones políticas con Uribe. Por ejemplo, acompañaba al expresidente cada vez que él iba a Nueva York y lo invitó a ser panelista en la primera cumbre internacional que hizo Concordia, que fue en 2017 en Bogotá.

Por esa cercanía con Uribe, Correa conoció a Iván Duque. El expresidente sirvió de puente entre los dos cuando invitó a Duque a trabajar con él como su asesor en el panel que creó la ONU para investigar el ataque de Israel a unos barcos cargados con ayuda humanitaria para la franja de Gaza. La amistad de Correa y Duque se volvió entrañable, en parte, por la relativa cercanía, pues ella vivía en Nueva York y él en Washington. 

Correa se convirtió tan amiga de Duque que cuando Uribe lo invitó a ser parte de la lista del Centro Democrático al Senado, en 2013, fue ella la que lo aconsejó para que dejara su trabajo en el Banco Interamericano de Desarrollo, volviera a Colombia e incursionara en política de la mano del uribismo.  

De igual manera, cuando Duque ganó las elecciones internas del partido para ser candidato presidencial, llamó a Correa para que trabajara con él en la campaña. Ella aceptó y, sin dejar su trabajo en Concordia, viajó a Colombia para organizar la agenda de Duque. 

Ese apoyo, su cercanía al uribismo, a fichas claves del Centro Democrático como Alicia Arango, y su experiencia en política la catapultaron a trabajar en uno de los cargos más relevantes de la Casa de Nariño cuando Duque fue elegido presidente en 2018: la Secretaría Privada. 

Como Secretaria, Correa le maneja la agenda al Presidente. Es ella quien decide con quién se reúne Duque y a quién le pasa al teléfono. 

Su poder aumentó considerablemente en mayo de 2019, cuando Duque la nombró como Secretaria General encargada, un puesto que estaba vacante desde abril de ese año que Jorge Mario Eastman renunció. 

Durante cuatro meses, Correa fue la directora de orquesta de la Casa de Nariño y coordinó las relaciones con políticos y con Ministros, como Secretaria General; a la par que organizaba la agenda del Presidente, como su Secretaria Privada. 

A mediados de septiembre de 2019, Duque optó por crear para ella el cargo de Jefe de Gabinete, sumando las tareas de la Secretaría Privada con el manejo político de la Secretaría General pero sin las labores administrativas del director del Departamento Administrativo de Presidencia (Dapre). 

Así, Duque definió modificar la estructura de la Secretaría General para ajustarla a Correa, pues, aunque la figura del jefe de gabinete existe en otros países, es ella quien tuvo la idea que la Secretaría adoptara ese modelo.